Frente a la devastación ambiental, el despojo cultural y las desigualdades que atraviesan la Panamazonía, surge una experiencia inédita en el ámbito de la educación superior: el Programa Universitario Amazónico (PUAM). Concebido tras el Sínodo para la Amazonía (2019) y consolidado en diálogo con comunidades, líderes indígenas, universidades católicas y organizaciones sociales, el PUAM busca ser más que una institución académica: una respuesta profética y pedagógica al clamor de la selva y de sus pueblos.
“La Amazonía no necesita ser salvada, sino escuchada”
En su artículo “La Amazonía clama: territorialidades vivas y pedagogías para la resistencia, la reconstitución de sentido y la esperanza”, publicado en la revista Incidencias, Mauricio López Oropeza, director del PUAM y vicepresidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), sistematiza la trayectoria, tensiones y horizontes de este proyecto que reimagina la universidad “no como un edificio en la ciudad, sino como un tejido vivo enraizado en los territorios”.
El PUAM se inspira en la pedagogía de Paulo Freire, en la espiritualidad ignaciana y en la ecología integral propuesta por el Papa Francisco en Laudato Si’. No se trata de adaptar modelos universitarios urbanos a la selva, consiste en construir un paradigma educativo propio, intercultural y liberador, que reconozca a los pueblos amazónicos como sujetos de conocimiento y no como objetos de estudio.
“La Amazonía no necesita ser salvada, sino escuchada”, afirma López. Esta escucha sinodal permitió identificar los obstáculos que enfrentan los jóvenes indígenas: exclusión estructural, pérdida de identidad y un sistema educativo que suele obligarlos a abandonar sus territorios.
Aulas que respiran selva
El corazón pedagógico del PUAM son los Centros Comunitarios de Aprendizaje (CCA), espacios donde el aula se convierte en comunidad y el conocimiento en práctica transformadora. En ellos, las preguntas no se imponen desde fuera, sino que emergen del diálogo con la realidad.
Cada CCA propone metodologías participativas, evaluaciones integrales y un acompañamiento cercano a cargo de facilitadores territoriales. “La universidad amazónica debe dejarse afectar por el territorio”, señala López, remarcando que la neutralidad académica resulta insuficiente ante la crisis socioambiental.
Formar guardianes del territorio
Uno de los principales logros del PUAM es la creación de la carrera tecnológica superior en Gestión Integral del Territorio Amazónico (GINTA). Su premisa es: “No se puede transformar lo que no se conoce, ni defender lo que no se ama”.
El programa busca formar jóvenes capaces de articular saberes técnicos, ancestrales y espirituales para fortalecer la gobernanza comunitaria y resistir a los modelos extractivos. Más que especialistas, el PUAM quiere graduar guardianes del territorio, líderes comunitarios comprometidos con el cuidado de la vida.
El camino del PUAM no ha estado exento de dificultades. López reconoce las tensiones con universidades tradicionales, presionadas por marcos de acreditación que muchas veces no dialogan con las realidades amazónicas. También existe el desafío de asegurar la sostenibilidad financiera sin caer en lógicas de mercado que diluyan la identidad del proyecto.
Aprendizajes, impactos y reconocimiento internacional
Dentro los aprendizajes, esta el reconocer el valor de las redes fraternas (Repam, Ceama, universidades católicas de varios países), el liderazgo compartido y la convicción de que la universidad debe ser un proceso vivo, en constante revisión y discernimiento.
En pocos años, el PUAM ha impulsado la carrera GINTA, ha tejido una red de universidades católicas en varios países amazónicos y ha sido reconocido como una experiencia pionera en el diálogo Sur-Sur sobre alternativas educativas.
La investigadora mexicana Casandra Guajardo lo define como “una herramienta de empoderamiento para la juventud indígena, que les permite convertirse en sujetos activos en el fortalecimiento de sus comunidades, desde sus propias identidades y modos de vida”.
Universidad profética
El PUAM se presenta como una semilla en crecimiento. Su horizonte es consolidar los CCA, ampliar la certificación de programas contextualizados y seguir sembrando esperanza en territorios que suelen ser vistos solo como periferias.
“La universidad que soñamos es aquella que se deja moldear por la realidad, que camina junto a los pueblos, que resiste con ellos y que se arriesga a ensuciarse los pies en el barro de la historia”, escribe López.
En tiempos en que la Amazonía “arde y resiste”, el PUAM aparece como un signo profético: una universidad sembrada en la selva, fecundada por la memoria colectiva y orientada hacia el cuidado de la Casa Común.
FUENTE: CELAM.ORG