Sí a la información, no a la sobreinformación: las pantallas y el confinamiento

En este contexto, también aumentó el tiempo de estadía en casa de niños, adolescentes con sus familias. Consultada por SIGNIS ALC, la psiquiatra y psicoterapeuta Natalia Trenchi reflexiona que tenemos la fortuna de vivir en un país con muy buena conectividad, “lo que permitió seguir en contacto con muy buena parte de ellos y poco a poco construimos una nueva manera de comunicarnos, aunque no nos pudiésemos encontrar cara a cara. No es lo mismo, para nosotros el contacto personal es casi imprescindible, pero descubrimos que no es la única forma”, precisa.

Sobre el rol de los medios en la prevención del incremento de las dificultades emocionales, la especialista considera: “Soy una convencida de que esa potencia puede ser utilizada a favor de la salud mental y del bienestar de las nuevas generaciones. En lugar de los mensajes sexualizantes de la infancia que reciben todo el tiempo con propagandas, videoclips, entre otros, podemos transmitirles el respeto y disfrute sano de su cuerpo, podemos hacerlos ganar conciencia de que ni la salud ni el bienestar dependen de ajustar el cuerpo a un modelo determinado, sino a sentirnos plenos con el propio”. Cree que se les podría ofrecer modelos de “gente normal, decente, que se esfuerza de buena manera por la superación en lugar de exitismos fáciles e inescrupulosos”.

La experta señala que, por una parte, sería muy bueno enseñarles a divertirse saludablemente, enfrentar las dificultades con entereza, expresar sus emociones con libertad y autoregulación. Por otra, afirma que el poder de los medios debería ser aprovechado para educar sobre los signos tempranos de las afecciones mentales en las que la intervención precoz es fundamental. En este sentido, Trenchi percibe que se mantienen ciertos mitos en la opinión pública: “La depresión y la desesperanza están muy extendidas entre adultos madres y padres. Este es un tremendo factor de riesgo para la salud mental de los niños. Muchos adultos no consultan y no se tratan por miedo al estigma o por considerar que esos padecimientos son merecidos o son muestra de debilidades. No, son afecciones que pueden tratarse del mismo modo que una congestión y merecen respeto. Y, si no se tratan, las consecuencias pueden ser muy graves”, puntualiza.

La sobreinformación fue (es) un motivo de estrés para niños y progenitores, pero reconoce que hubo un momento en el que todos necesitábamos saber qué pasaba y buscábamos esa avalancha de datos. “El quid del asunto fue tener la lucidez de darse cuenta lo que era necesario saber, lo que no y dosificar la información”, añade. La responsabilidad adulta consiste en brindarles los elementos necesarios sin sobreexponerlos y, al mismo tiempo, darles el mensaje de que los adultos están a cargo y buscando salidas. Esta observación aplica para la pandemia de Covid, “pero también para las demás noticias: nosotros somos quienes debemos protegerlos de la sobreinformación y ofrecerles los criterios para que aprendan a pensar con su propia cabeza”, remarca.

Redacción: Sebastián Sansón Ferrari (SIGNIS Uruguay), corresponsal de SIGNIS ALC en Uruguay