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SIGNIS ALC

31 julio 2020

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Como Iglesia estamos llamados a levantar una voz profética: Monseñor Luis Cabrera

Como Iglesia estamos llamados a levantar una voz profética: Monseñor Luis Cabrera

 Quito, Ecuador.- “Como Iglesia, estamos llamados a levantar siempre y en todo lugar una voz profética” expresó monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, al intervenir en el conversatorio sobre el tema “La Iglesia frente a la Corrupción”, que se desarrolló este jueves 30 de julio. El prelado comentó que la corrupción despierta reacciones de dolor, indignación, impotencia, particularmente por la gravedad de las consecuencias que deja en un tiempo tan golpeado, principalmente, por la crisis la sanitaria y económica, desatada por la presencia del Covid-19, a nivel regional y global.¿Qué podemos hacer para frenar y, quizás, eliminar la corrupción?, se preguntó el arzobispo de Guayaquil, tras comentar que la lucha contra la corrupción es un desafío.

 

La voz profética de la Iglesia

 

Según dijo, la Iglesia está llamada a “levantar siempre y en todo lugar una voz profética”, que implica una actitud de anuncio y denuncia. “El anuncio se centra en los valores, como el amor, la verdad, la justicia, lo honestidad, la bondad, la libertad, la igualdad y la paz. La denuncia, en cambio, muestra los antivalores, como las injusticias, la corrupción, la violencia, la discriminación, el engaño, indicando sus causas, dinamismos y consecuencias”.

 

La “posición religiosa es inseparable de la justicia hacia los pobres” y recordó cómo en la historia sagrada los profetas Amós, Isaías, Natán, Elías tuvieron un compromiso radical de lucha contra la corrupción, en contra del abuso de poder y de la opresión de los pobres.

 

Así también, “El profeta, por excelencia, es Jesús: fiel a la voluntad de su Padre y al pueblo. En nombre de esta fidelidad, se enfrenta con las autoridades civiles y religiosas que se han creado sus propios dioses y atentan contra el derecho de los pobres, de los pecadores, de los enfermos, de las mujeres, de los niños y extranjeros. Por eso, no duda en llamar a los que abusan del poder religioso: raza de víboras, sepulcros blanqueados. Pero Jesús no solo denuncia el pecado del pueblo, sino que anuncia la cercanía del Reino de los cielos en forma de misericordia, perdón, salud y salvación”, comentó.

 

Remarcó que “La Iglesia, a lo largo de los siglos, siguiendo las huellas de los profetas del Antiguo y Nuevo Testamento, ha llevado adelante su misión profética. En cada época, ha levantado su voz para defender los derechos de Dios y los de los más pobres”.

 

“En América Latina, desde el inicio de la conquista, no faltaron hombres y mujeres que se opusieron radicalmente a los abusos del poder y a los atropellos de las autoridades de turno sobre los pueblos indígenas y mestizos, a la vez que anunciaron un mundo más humano, fraterno y justo”, recordó.

 

Así también comentó que, en las últimas décadas profetas como San Oscar Romero,  “que murió víctima de la represión del poder político y militar” y Monseñor Leonidas Proaño, “que defendió el derecho de los pueblos indígenas a una vida digna, libre de toda forma de opresión” dieron testimonio de vida a favor de la justicia, los derechos humanos, la solidaridad. “Del mismo modo, cientos de sacerdotes, religiosas y religiosos y laicos fueron perseguidos, torturados y asesinados por “el delito” de anunciar la verdad, la justicia, la solidaridad y también por denunciar toda forma de explotación y discriminación racial, social, política y económica”, destacó monseñor Cabrera.

 

“En esta época de pandemia, la Conferencia Episcopal, a través de una carta abierta, indicó que la corrupción, en el manejo de los bienes públicos, especialmente en los hospitales, está presente en todos los sectores de la sociedad y no solo en los políticos y funcionarios públicos.

 

Agregó que “Éticamente, la corrupción es un crimen porque sus consecuencias afectan a muchas personas: les privan de salud, de educación y trabajo, con lo cual se les condena en una muerte lenta”. Según recordó, la “carta concluye invitando a todos los hombres y mujeres a seguir luchando con esperanza y decisión, a ser capaces de dar lo mejor de sí mismos y apostar por el bien común, la justicia y la solidaridad”.

 

Lamentó que “Se ha instaurado una ética y una espiritualidad subjetiva e individualista: todo es bueno si te ayuda a sentirte bien, sin importar los medios para lograrlo. Pero la ética no se reduce únicamente al individuo, a lo que él piensa, siente, desea o quiere en la vida, sino que tiene que ver con las personas, con la naturaleza y, para los creyentes, con Dios. La ética se preocupa por el bienestar de todas las personas, particularmente de las más vulnerables. Por eso hablamos de una ética social, política, económica, laboral, enraizada en la justicia, la honestidad y la solidaridad”.

 

“Muchos cristianos no logran integrar los valores éticos y espirituales en la vida familiar, social, política y económica. Esta separación explicaría el por qué muchas personas que se dicen cristianas y que inclusive van al templo para alabar, bendecir y suplicar a Dios, en la vida pública, obran de una manera contraria a sus principios éticos y espirituales. Necesitamos entonces promover una ética y una espiritualidad integral que abarque todas las dimensiones del ser humano: personal, familiar, social, política y económica”, concluyó.

 

El ciclo de “Conversatorios para construir el futuro, en medio de la pandemia” es una iniciativa que llevan adelante SIGNIS ALC, la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, SIGNIS Ecuador y el Instituto de Espiritualidad Santa Teresa del Niño Jesús, con el objetivo de aportar con alternativas posibles para construir una sociedad de justicia y dignidad en la postpandemia.

 

Para volver a escuchar el conversatorio, haga clic aquí.

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