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Comunicación

SIGNIS ALC

11 abril 2023

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La comunicación del Papa Francisco: 10 años en 10 puntos

La comunicación del Papa Francisco: 10 años en 10 puntos

*Moisés Sbardelotto

 

El pasado 13 de marzo, se cumplieron los 10 años de la elección del papa Francisco. El “texto vivo” que el papa ha ido tejiendo y comunicando a lo largo de esta década no late sólo en sus palabras y discursos, sino, también, y principalmente, en sus gestos y en su estilo.

 

Escribir sobre la comunicación de Francisco es un gran desafío y también un gran riesgo, porque, en realidad, el Papa comunica por sí mismo. Mejor que leer un texto sobre la comunicación del pontífice –como este– es leer textos escritos de su propio puño y letra, pero, sobre todo, acompañarlo, verlo, escucharlo, para así leer, ver y oír como el mismo Papa Francisco comunica y se comunica.

 

Todo texto sobre su comunicación “manipula” su sentido original, aunque sea involuntariamente. Toda forma de reflexión sobre la comunicación del papa “moldea” la comunicación papal desde intereses ajenos al mismo papa, añadiendo o quitando camadas de sentido.

 

Esto ocurre porque la comunicación de Francisco es una comunicación personal y coyuntural. Él se dirige a personas específicas, concretas, reales. Francisco no es un “papa de las masas”, de una comunicación genérica y generalista. Es un papa del trato personal, del ojo a ojo, de los abrazos.

 

Él practica una comunicación siempre local, relacional y artesanal, que pierde su sentido fuera de estas especificidades. En el fondo, no hay una comunicación “del” papa Francisco, como algo exclusivo de él, sino la comunicación del Papa Francisco “con” una persona o un grupo específico, que tiene nombre, rostro, historia.

 

Francisco siempre modula su comunicación según el tiempo, el lugar, las personas y los públicos, según lo que él se siente inspirado a hacer, como demuestran sus numerosos “discursos de improviso”.

 

Además, es una comunicación multimediática y multisensorial. La comunicación papal se realiza en los más variados lenguajes, en las más variadas formas, por los más variados medios, y aquí, en este texto, tenemos a disposición solo el “medio-palabra” para dar cuenta de eso.

 

Al intentar traducir la complejidad de la comunicación papal solo en palabras, esa riqueza y esa dinamicidad comunicacional del papa Francisco terminan estructuradas, encuadradas, cristalizadas, endurecidas e, incluso, empobrecidas.

 

La comunicación del Papa Francisco, en suma, tiene una dimensión poliédrica, para retomar un concepto importante del propio pontífice (cf. Evangelii gaudium, n. 236). Es una comunicación que involucra muchas características y expresiones diferentes, aunque unidas en un mismo estilo comunicativo.

 

Por otro lado, todo lo que el Papa Francisco dice y hace, en la realidad comunicacional contemporánea, entra en circulación en el tejido social. Por ser un líder mundial, sus palabras y sus gestos se convierten en información de interés general, en noticia en los distintos medios de comunicación, en tema para la conversación interpersonal y las redes digitales.

 

Cuando la comunicación papal entra en esos diversos circuitos, efectivamente se vuelve social, y ya no le pertenece más. Se convierte en una comunicación pública, accesible, abierta, común. En resumen, compleja: una comunicación “tejida” en las tramas de la vida, que todos y todas podemos tejer con él.

 

Si bien es el papa mismo quien escucha, habla, escribe y hace su propia comunicación, nosotros también podemos participar en ese proceso de diversos modos, mediante lo que hacemos con su comunicación. Entonces, todos y todas estamos “autorizados” a construir sentido no solo con el Papa Francisco, sino, también, sobre él y más allá de él , y es en este sentido que este texto, a su vez, tiene sentido.

 

A partir de eso, pretendo presentar aquí algunos de los elementos más relevantes de su comunicación. Se trata de una selección deliberada, con un fuerte criterio personal de quien hizo tales elecciones: habría miles de otras opciones posibles. Hablaré aquí sólo de 10 puntos que, en mi opinión, caracterizan de manera más significativa la comunicación del Papa Francisco a lo largo de esos 10 años de pontificado.

 

Por fin, ofrezco un “bonus final”, que, en realidad, es el elemento más importante del modo de comunicar del Papa, ya que encarna efectivamente su estilo comunicacional en la realidad concreta de la vida de hoy.

 

1. Un antónimo

 

Empecemos por aquello que, según Francisco, no es comunicación, por su antónimo. Se trata del proselitismo. Es decir, cualquier forma de contacto con el otro que suponga, a priori, algún tipo de propaganda o adoctrinamiento en favor de cualquier partidismo y sectarismo, sin atención ni preocupación directa con la persona implicada. Para el Papa, hacer proselitismo es no comunicar y, viceversa, comunicar es no hacer proselitismo.

 

En un discurso para el Dicasterio de la Comunicación, en 2019, Francisco dijo que la comunicación, especialmente en la Iglesia, no puede ser mera “publicidad”, porque esta buscará, de todos los modos, vender un producto. La Iglesia, sin embargo, no es como una empresa que busca tener más consumidores. Francisco dice claramente a toda la Iglesia:

 

“No tenéis que hacer proselitismo. Me gustaría que nuestra comunicación fuera cristiana y no un factor de proselitismo. No es cristiano hacer proselitismo. […] nuestra comunicación debe ser testimonio”.

 

El proselitismo, según el Papa, es un anuncio vacío, “de boca para afuera”, que, incluso, manipula lo sagrado solo para seducir a más fieles, para vender un determinado producto religioso. Es una forma de comunicación autocentrada: todos los medios son válidos para que un proselitista alcance sus propios fines o los de su grupo. El otro le es indiferente o sólo le interesa mientras le “sirva” para algo.

 

2. Un sinónimo

 

Si proselitismo es el antónimo de comunicación, ¿cuál sería su sinónimo, según Francisco? De acuerdo con el Papa, como acabamos de ver, es testimonio. Pero, ¿testimonio de qué?

 

La respuesta, y también el gran sinónimo de comunicación presente desde el inicio del pontificado, es: de encuentro. En la Evangelii gaudium, Francisco afirma que la vida cristiana misma y el ser cristiano nacen del encuentro “con un acontecimiento, con una Persona” (EG 7): un encuentro con Jesús. La propia fe, la experiencia cristiana y la evangelización nacen de ese encuentro. A partir de él, la persona va al encuentro de los demás, en un proceso de comunicación que, por lo tanto, no nace en sí mismo.

 

Ese es el “flujo” de la comunicación cristiana. Si esta ha de ser testimonio, como método ya indicado por Francisco, debe ser la comunicación de un encuentro, con su contenido y sustancia.

 

Para el Papa, ahí está la “fuente de la acción evangelizadora”, porque, dice, “si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?” (EG 8, énfasis añadido). Entonces, si alguien ha encontrado a Jesús, ha acogido ese amor y se siente amado, eso le devuelve el sentido de la vida, llevando a un movimiento de comunicación por desbordamiento.

 

3. Una parábola

 

En Francisco, la comunicación también cobra sentido a partir de una parábola de los Evangelios, la del Buen Samaritano (Lc 10,25-37). Francisco la relee comunicacionalmente en su primer mensaje para el 48º Día Mundial de las Comunicaciones Sociales, en 2013.

 

A partir del relato bíblico, Francisco afirma: “Quien comunica se hace prójimo, cercano”, así como samaritano. Los otros personajes de la parábola – el sacerdote y el levita – pasan adelante, cruzan al otro lado, para no encontrarse cara a cara con el hombre herido y caído al borde de camino. El samaritano, no: se acerca a esa persona herida y golpeada. Con esa parábola, según Francisco, “Jesús invierte la perspectiva: no se trata de reconocer al otro como mi semejante, sino de ser capaz de hacerme semejante al otro” (énfasis añadido).

 

Muchas veces, incluso dentro de la Iglesia, se piensa que el proceso de evangelización es salir al encuentro de los demás para que estos se identifiquen, vivan la misma fe, crean en los mismos valores, celebren los mismos ritos. Pero aquí el Papa está diciendo que la comunicación exige otra cosa: una inversión de perspectiva. Nosotros somos los que debemos hacernos semejantes a los demás. Hablando el mismo lenguaje, intentando pensar como ellos piensan, sentir como ellos sienten, para así construir la cultura del encuentro. Esa es la comunicación samaritana a la que nos invita Francisco.

 

4. Una metáfora

 

Además de esa parábola, hay también una metáfora que atraviesa el pontificado del Papa Francisco y que dice mucho sobre su modo de vivir la comunicación. Es la imagen de la “salida”: una Iglesia en salida. Es decir, personas que logran salir de sí mismas, de su autorreferencialidad, de su aislamiento, de su narcisismo, para ir al encuentro de los demás.

 

Francisco profundiza esa metáfora en la Evangelii gaudium, al pedir una transformación misionera de la Iglesia. Según el papa, la Escritura misma y los Evangelios contienen siempre la “la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá” (EG 21).

 

En Jesús, en su “¡id!”, en su mandato a los apóstoles de ir y anunciar la Buena Nueva, se manifiesta también una “salida” misionera y comunicacional, a la que está llamada toda la Iglesia, aún hoy.“Todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20).

 

Para el Papa, la principal “salida” necesaria es la de la mismidad: “La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del ‘siempre se ha hecho así’. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades” (EG 33, énfasis añadido).

 

El llamado del Papa es que la pastoral de la Iglesia “en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida” (EG 27, énfasis añadido).

 

 

5. Un texto

 

Una de las acciones comunicativas más tradicionales de la Iglesia es la publicación de documentos diversos, principalmente por parte de los pontífices. Con respecto a Francisco, ¿qué texto sintetizaría su comprensión de la comunicación?

 

Sin duda, la Evangelii Gaudium. Esa primera exhortación apostólica, publicada en noviembre de 2013, es el documento que inaugura el pontificado del Papa Francisco y marca todos esos últimos 10 años, pues “tiene un sentido programático y consecuencias importantes” (EG, n. 25, énfasis añadido) para la vida de la Iglesia.

 

Francisco abre el texto diciendo que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” (EG, n. 1). Por eso, convoca a toda la Iglesia a “una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría” (EG 1), “alegría que se renueva y se comunica”, que es fruto de un amor desbordante, hasta el punto que la persona no puede “contener el deseo de comunicarlo a los demás” (EG 8).

 

El texto mismo evidencia el estilo comunicacional de Francisco. El Papa afirma haber consultado a varias personas para redactar la exhortación. Y escribe también que no se debe esperar de él una palabra final y definitiva sobre todo, pues no quiere sustituir a las Iglesias y a los episcopados locales en el discernimiento de sus problemáticas locales (cf. EG 16).

 

Por eso, a lo largo del texto, Francisco recurre y cita varios documentos de Conferencias Episcopales del mundo entero. El Papa no habla “magistralmente”, desde lo alto de su “torre de marfil”, sino “ministerialmente”, en compañía y al servicio, por ejemplo, de los obispos de América Latina, África, Asia, Estados Unidos, Francia, Oceanía, Brasil, Filipinas, Congo, India, cuyos documentos van siendo citados a lo largo del texto.

 

Al decir y hacer al mismo tiempo, Francisco pone en práctica, también textualmente, la “saludable descentralización” (EG 16) que desea para la Iglesia y el papado.

 

6. Un discurso

 

Además de textos y documentos escritos, el Papa Francisco ha pronunciado innumerables discursos a lo largo de su pontificado. Aquí quiero destacar uno de ellos, que me parece uno de los más significativos desde el punto de vista de su contexto y de sus contenidos comunicacionales. Fue lo que él ha pronunciado en 2015, en la ciudad de Florencia, en el V Congreso de la Iglesia Italiana.

 

Es un discurso que merece ser (nuevamente) visto, escuchado, leído integralmente, por la profundidad de las cuestiones tratadas en torno al tema del congreso: “En Jesucristo, un nuevo humanismo”. En su intervención, Francisco no presenta un humanismo abstracto, sino el “humanismo cristiano que es el de los ‘sentimientos de Jesucristo’”.

 

 

El Papa presenta la imagen de Jesús como icono de la comunicación divino-humana, rescatando el relato del Evangelio cuando Pilato dice: “Ecce homo”, “he aquí el hombre”, el hombre-Jesús. Un hombre que acababa de ser golpeado, abofeteado, azotado. Pero, aun así, “no recrimina, sino que acoge”, incluso las desavenencias, las maldiciones, los escupitajos, convirtiendo todo ello en donación, en entrega, en amor. Es ese hombre, esa persona humana en quien el comunicador y la comunicadora cristianos deben inspirarse para pensar y practicar la comunicación.

 

Ese hombre revela “el rostro de un Dios ‘despojado’, de un Dios que asumió la condición de esclavo, humillado y obediente hasta la muerte”, dice Francisco. Ese rostro también “nos mira”, prosigue el Papa, y “si no nos abajamos, no podremos ver su rostro […] y nuestras palabras serán bonitas, cultas, refinadas, pero no serán palabras de fe. Serán palabras que suenan vacías”.

 

7. Un reconocimiento

 

Entre innumerables gestos de reconocimiento, el Papa Francisco ha recibido un homenaje sin precedentes en la historia de la Iglesia.

 

En su primer año como Papa, en 2013, la revista The Advocate, la publicación más antigua de Estados Unidos dirigida a la comunidad LGBT+, fundada en 1969, eligió a nadie menos que Francisco como “Persona del Año”. Una elección muy significativa y simbólica, casi paradójica, tratándose del reconocimiento de un pontífice católico como alguien de destaque en el ambiente homoafectivo.

 

Representando a uno de los grupos sociales más estigmatizados dentro de la Iglesia, siendo generalmente los más rechazados y marginados, aún en los ambientes eclesiales, la revista presentaba la foto del Papa en su portada. Y usaba como titular la frase que él había dicho en el vuelo de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil: “Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”.

 

Fue la primera vez que la palabra “gay” fue pronunciada por un Papa en toda la historia. Según The Advocate, “la brevedad de esa declaración y la gran atención que recibió de inmediato son evidencia de la influencia del Papa”.

 

También, según el editorial de la revista, “un cambio significativo y sin precedentes ha ocurrido en este año 2013 en el modo cómo las personas LGBT son consideradas por una de las comunidades religiosas más grandes del mundo. El papa Francisco es el líder de 1.200 millones de católicos romanos en todo el mundo. (…) Nos guste o no, lo que él dice hace la diferencia”. Eso se debe, según la revista, al hecho de que no se puede subestimar la capacidad del Papa de “persuadir corazones y mentes para que se abran a las personas LGBT”.

 

Con su forma de comunicar – abierta al diferente y a las diferencias, sin excluir a nadie – Francisco tendió puentes y derribó los muros del prejuicio y de la discriminación, que aún dividen y excluyen a muchas personas, dentro y fuera de la Iglesia.

 

Papa Francisco

 

 

8. Un medio

 

Como dijo una vez Marshall McLuhan, en una frase que se convirtió en eslogan, “el medio es el mensaje”. Y en la comunicación del Papa Francisco, ¿cuál sería el medio por excelencia? Entre los diversos medios de comunicación que marcan el papado de Francisco, el que más se destaca puede incluso sonar banal y trivial en tiempos de comunicación en red: el teléfono.

 

Sin embargo, Francisco nunca tuvo un teléfono móvil personal, ni siquiera cuando era cardenal. Pero aun así, es un Papa que toma la iniciativa y llama a innumerables personas comunes. No es un gesto trivial o insignificante. Primero, porque es un pontífice el que llama. Segundo, porque las personas contactadas por el Papa –madres y padres, niños, adolescentes, jóvenes, políticos, personas de otras religiones, de otras sensibilidades y géneros, etc.– quedan muy sorprendidas y transformadas por la voz que escuchan al otro lado de la línea.

 

Es una comunicación invertida: un gran líder mundial que telefonea a la gente común, mientras que lo “normal” serían personas comunes que intentan ponerse en contacto con tales líderes, sin casi nunca lograrlo.

 

Por medio del teléfono, Francisco va al encuentro y sobre todo se pone a escuchar. No por casualidad, en Brasil, los antiguos teléfonos públicos, dado su formato, se llamaban “orelhões” (orejonas). Simbolizar el teléfono como una “gran oreja” es entenderlo como una forma de ponerse a escuchar a la persona al otro lado de la línea, en lugar de hablar. Decir “¿hola?” en una llamada es reconocer que, sin la escucha del otro, nuestra comunicación se vuelve imposible.

 

Y esto es lo que hace el papa Francisco cuando telefonea y se pone a escuchar las diversas realidades humanas. Al fin y al cabo, él mismo reconoce que “nunca hay que responder preguntas que nadie hace” (EG 155).

 

9. Una ausencia

 

La comunicación del papa Francisco también está marcada por las no presencias. Ausentarse es también una forma de comunicar algo. Y hubo una ausencia papal muy significativa.

 

En noviembre de 2013, concluyó el Año de la Fe convocado por Benedicto XVI. Con motivo de esa fecha, las autoridades vaticanas organizaron un gran concierto en honor al Papa, en el Aula Pablo VI, en el Vaticano, con la interpretación de piezas de Ludwig van Beethoven, con coro y orquesta.

 

Pero Francisco simplemente no fue, y su silla quedó allí, vacía, en medio de los espectadores, ante el asombro de todos. El concierto tuvo lugar, pero fue esa silla vacía la que habló mucho más fuerte que cualquier voz o instrumento musical.

 

¿Por qué el papa decidió ausentarse? ¿Qué quería comunicar con eso? Una respuesta posible se encuentra en la Evangelii gaudium, cuando Francisco afirma que “Jesucristo no nos quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo” (EG 271). Y subraya que no se trata sólo de la opinión de un papa latinoamericano: “Son indicaciones de la Palabra de Dios tan claras, directas y contundentes que no necesitan interpretaciones que les quiten fuerza interpelante”.

 

En cierto modo, organizar un concierto de música clásica en el que Francisco fuera el centro de las atenciones es ponerle en una posición en la que él no quiere estar, como si fuera un príncipe, una estrella, una celebridad. Su ausencia comunica su búsqueda por romper con los restos de la monarquía eclesiástica y el clericalismo.

 

Tanto es así que, en 2015, el Vaticano volvió a organizar un concierto, pero ahora quienes ocuparon los primeros asientos y lugares de honor –a petición del mismo Papa– fueron los pobres, los mendigos y los sin techo que viven en el Vaticano, comunicando la “Iglesia pobre y para los pobres” (EG 198) deseada por Francisco.

 

Papa Francisco

 

 

10. Un silencio

 

Llegamos así al último punto: un silencio. En Amoris Laetitia, Francisco afirma: “En el amor los silencios suelen ser más elocuentes que las palabras” (n. 12).

 

Uno de los ejemplos más significativos de esa “elocuencia silenciosa” ocurrió en julio de 2013, cuando él fue a visitar la isla de Lampedusa, en Italia, puerto de llegada de los inmigrantes procedentes en su mayoría del norte de África. El Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones, es la ruta migratoria más mortífera del planeta: de 2014 a 2020, más de 20.000 personas se ahogaron en ese mar, en un intento desesperado por llegar a la costa europea, principalmente italiana (datos disponibles aquí ).

 

Fue en las aguas que rodean esa isla que Francisco arrojó, en silencio, un ramo de flores, recordando a los miles de inmigrantes sepultados en ese cementerio acuático, gente miserable, gente que sufre las consecuencias de la guerra, gente que parte en busca de una vida mejor. Hizo ese gesto sin (tener que) decir nada, porque el gesto mismo ya había comunicado lo que realmente importaba: el cuidado, la reverencia, el respeto, la defensa de la dignidad humana, de todos y todas.

 

En su viaje a la República Democrática del Congo, en febrero pasado, Francisco escuchó impactantes testimonios de violencia en el país, incluyendo violaciones, esclavitud sexual, amputaciones, canibalismo forzado. Ante ese horror, el Papa dijo: “Solo nos resta llorar, sin palabras, permaneciendo en silencio”.

 

Papa Francisco

 

Bonus final

 

Además de los 10 puntos aquí presentados, es imposible hablar de la comunicación del papa Francisco sin reconocer que esta se encarna verdaderamente en sus gestos.

 

Una vez, en Polonia, un joven le preguntó: “En la universidad tengo muchos compañeros ateos. ¿Qué debo decirles para convencerlos?”. La respuesta del Papa fue muy clara: “¡Nada, querido, nada! Lo último que debes hacer es decir algo. Ponte a vivir, y ellos, viendo tu testimonio, te preguntarán: ‘¿Pero por qué vives así?’”.

 

Para Francisco, no basta “decir” la fe para que la gente la crea: es necesario hacer, poniendo en práctica en la concreción de la vida y comunicándola a través del testimonio. “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo con mis obras te comunicaré mi fe” (cf. Tg 2,18).

 

En una Audiencia General en 2018, el Papa afirmó:

 

“Cuando hablamos de comunicación entre las personas, nos referimos no solo a las palabras, sino, también, a los gestos, las actitudes, incluso los silencios y las ausencias. Una persona habla con todo lo que es y hace. Estamos todos en comunicación, siempre. Todos vivimos comunicándonos”.

 

En ese breve y profundo párrafo, Francisco reconoce que somos comunicación. Existimos en comunicación. El proceso de comunicación –y por tanto la acción evangelizadora– atraviesa la vida entera de una persona o de una comunidad. Y lo mismo ocurre con el papa Francisco, cuya comunicación atraviesa muchos ambientes, muchos lenguajes, muchos momentos, su vida entera y muchas otras vidas.

 

Es una comunicación marcada por un constante proceso de descentralización, en el que la máxima autoridad de la Iglesia actúa desde el reconocimiento de que no actúa comunicacionalmente solo o aislado, ni tiene el control sobre los procesos mediáticos sociales en los que está involucrado.

 

En base a la “convicción de que, en el mundo, todo está conectado” (Laudato si’, n. 16), especialmente desde el punto de vista de la comunicación, Francisco es quizás el primer Papa en reconocer que la Iglesia ya no se sostiene solo con una “comunicación-para”, considerando al otro sólo como un receptor pasivo de su acción comunicacional.

 

Por el contrario, la Iglesia sólo existe y subsiste en un contexto de “comunicación-con”, de común­-acción con diversos agentes y acciones, en redes diversas y entrelazadas, que también integran sus propios procesos constituyentes e instituyentes.

 

De ahí también, el énfasis cada vez más intenso de Francisco en la idea de “sinodalidad”, en el “caminar juntos” de la Iglesia como Pueblo de Dios peregrino y misionero por las sendas de la historia, “en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación” (EG 87).

 

*Doctor en Comunicación y profesor de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais (PUC Minas), en Brasil, dónde actúa como investigador miembro del Núcleo de Estudios en Comunicación y Teología (Nect/PUC Minas). Docente del Departamento de Comunicación de la Facultad de Comunicación y Artes.  Docente del proyecto de implementación de la Maestría Profesional en Teología Práctica. Docente colaborador del Programa de Posgrado en Ciencias de la Religión. Actualmente, coordina el Grupo de Reflexión sobre Comunicación de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (Grecom/CNBB). Desde 2008, colabora con el Instituto Humanitas Unisinos (IHU). Miembro de SIGNIS Brasil, Asociación de Comunicadores Católicos.

 

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