El 28 de mayo de 2023, el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede presentó el documento “Hacia una plena presencia. Reflexión pastoral sobre la interacción en las Redes Sociales”.
Su objetivo es abordar algunas de las principales cuestiones relacionadas con la participación de los cristianos en el mundo digital y promover una reflexión común sobre sus experiencias. También, animar a las personas y a las comunidades a adoptar un enfoque constructivo y creativo que fomente una cultura de amor al prójimo, dentro del ecosistema digital.
En su elaboración, participaron expertos, educadores, jóvenes profesionales, líderes, laicos, sacerdotes y religiosos. El texto se inspira en la parábola del Buen Samaritano. A continuación, se resumen algunos de los principales aspectos citados en el documento.
El principal desafío: recuperar la confianza mutua
El documento inicia evidenciando la utopía de que el ecosistema digital “acerca más a todo el mundo, da a todos el poder de crear y compartir ideas, o da voz a todos”, tomando en cuenta que esto difícilmente se pone en práctica.
Al contrario, la personalización de los contenidos difundidos en las redes -de acuerdo a los intereses y creencias de los individuos- acentúa las divisiones y la polarización, impidiendo que encuentren realmente al “otro” y al “diferente”.
El desafío yace entonces en encontrar mecanismos para establecer una cultura del encuentro dentro de este ecosistema, “saliendo del grupo de los iguales para encontrar a los otros”.
En otras palabras, aprender a superar los desacuerdos, fomentar el diálogo y el respeto y “reconstruir el ambiente de Internet para que sea un lugar de compartición, colaboración y pertenencia, basado en la confianza mutua”.
Las recomendaciones
Una de las principales acciones que se recomienda en función de este objetivo es fortalecer la “escucha”; dicho de otra manera, “dejar que la realidad del otro nos toque”. De igual manera, incorporar más el “silencio” en nuestras vidas, como una manera de “asegurar un espacio para la concentración y el discernimiento” ante la sobrecarga de información y de interacciones sociales presentes en las redes sociales.
Esto posibilita no solo una comunicación más fluida con los demás, sino, también, el forjamiento “de relaciones auténticas y comunidades genuinas”.
Sin embargo, para que de verdad constituyan “un recurso para la comunión”, las relaciones en línea deben complementarse con las cara a cara, “que se dan a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada, la respiración del otro”. Esto implica entonces “superar la lógica de o lo uno o lo otro”, (lo digital como opuesto a lo real-físico-en persona), y, en su lugar, asumirla como “ambas cosas a la vez”.
Para que haya un verdadero sentido de comunidad en la comunicación, es importante, además, expresar “solidaridad y un alivio del aislamiento y del dolor” a los demás.
La construcción del mensaje
En cuanto a la construcción del mensaje, el documento insta a los comunicadores cristianos a recurrir a un estilo de comunicación “no basado únicamente en el individuo, sino en una forma de construir comunidad y pertenencia”. Dicho de otra manera, considerando las voces de todos.
De igual modo, se recuerda que las palabras no solo transmiten nuestras ideas, sino, también, quiénes somos, “por tanto, el cómo decimos algo es tan importante como el qué decimos”. Así, “la creatividad” también “consiste en asegurarse de que el cómo corresponda al qué. En consiguiente, solo podemos comunicar bien si “amamos bien”.
Asimismo, se insta a elaborar los contenidos en base a tres aspectos primordiales: la verdad, con “información veraz”; la “bondad”, con mensajes orientados a ayudar, no a perjudicar; y la “belleza”, abordando la “realidad” y determinados “acontecimientos” en relación “con muchas otras realidades y acontecimientos”.
Igualmente, se sugiere, en la medida de lo posible, recurrir a las historias, al fomentar este recurso la construcción de comunidad” y de relaciones humanas”.
En lo concerniente a los influenciadores digitales, se exhorta a colocar los intereses comunitarios sobre los individuales, “compartiendo conocimientos y sugerencias” que puedan ayudar al prójimo.
También, se recomienda “no reaccionar” o “reaccionar con el silencio” a las publicaciones que solo buscan “sembrar el odio y el conflicto”, para no seguir el juego a las provocaciones.
Por último, se invita a siempre “dar testimonio de nuestro ejemplo de vida” cristiana y de nuestra fe al momento de comunicar, lo que lejos de significar “ponernos en primer plano”, más bien se relaciona con comunicar pensando en el bienestar del prójimo.
Acceda al documento “Hacia una plena presencia. Reflexión pastoral sobre la interacción en las Redes Sociales”.
Redacción: SIGNIS ALC