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SÍNODO DE LA SINODALIDAD

 

El 4 de octubre se inauguró la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Esta asamblea es inédita en la historia de la Iglesia por las novedades que el Papa Francisco ha introducido a favor de la plena participación del pueblo de Dios en su proceso que inició en 2021 y que concluirá el 29 de octubre de este año. Durante un mes han participado 464 personas en este encuentro para “escuchar intensamente la Palabra de Dios y la experiencia de los demás”, tras dos años de escucha y discernimiento abiertos a todo el pueblo de Dios para caminar juntos, bajo la guía del Espíritu Santo.

El Sínodo de la Sinodalidad, como se ha llamado a este proceso, ha presentado varios cambios en su composición y metodología, basados en la igualdad radical entre miembros de la Iglesia en virtud del bautismo. Es así que se ha buscado una representación de todo el pueblo de Dios y se ha abierto la votación en la Asamblea a varios participantes, especialmente a 54 mujeres, reconociendo así su importancia en la vida de la Iglesia.

La Asamblea ha sabido sacar provecho de “la conversación con el Espíritu” y del silencio para “la escucha respetuosa”, signos del diálogo como camino para la unión y la paz en medio de un mundo que pierde su capacidad de oír entre el estruendo de las armas.

“Nuestra asamblea se ha llevado a cabo en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades han resonado dolorosamente en nuestros corazones y han dado a nuestros trabajos una gravedad peculiar, más aún cuando algunos de nosotros venimos de países en los que la guerra se intensifica.” Estas palabras, tomadas de la Carta al Pueblo de Dios que ha redactado la Asamblea, reafirman la necesidad de leer los signos de los tiempos y de la misión profética de la Iglesia, que denuncia las injusticias y la violencia del mundo actual para recordar que el misterio del mal es en sí la falta de Dios en el mundo.

Este sínodo ha supuesto un ejercicio por mejorar la relación entre los miembros de la Iglesia y que se escuche al otro que es parte de sí misma en su diversidad. Una Iglesia Sinodal invita a caminar juntos, “en la complementariedad de nuestras vocaciones, de nuestros carismas y de nuestros ministerios”. Con esta iniciativa, Francisco ha apostado por un cambio en armonía para hacer una Iglesia nueva, sin ser otra iglesia.  Queda mucho por hacer y discutir, no en vano es una actualización de al menos cinco siglos, para continuar anunciando una noticia de dos mil años, con plena vigencia en un mundo urgido por una voz que recuerde que Dios vive aún en medio de tanta violencia y desolación.

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