“Cada día mueren en promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujer”. Esa desgarradora estadística la difundió, en octubre de 2016, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal.
De acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de las Naciones Unidas, en 2014, en 25 países de la región, un total de 2.089 mujeres fueron víctimas de feminicidio.
Honduras es el país de la región con el mayor número total de feminicidios(531 en 2014), lo cual representa 13,3 feminicidios por cada 100.000 mujeres.
Y en nuestro querido Perú muere un promedio de 10 mujeres al mes por el hecho de ser mujer, el 86% asesinadas por su pareja o ex pareja, y del 2009 al 2015 asesinamos a 795, lo que hace un promedio 113.57 al año.(Cepal).
Se imaginan lo que significa eso? de perturbación mental, de carencia total de humanidad, de ubicación frente a nuestros semejantes, de saber para qué estamos viviendo en una sociedad, y de las mínimas reglas de convivencia?.
Pero lo malo de estas actitudes es que no nacemos con ellas, lo malo es que nos las enseñan, nos dan cursos y hasta especializados, no solo de palabra sino con el ejemplo, y nos adiestran desde que nacemos a que menos preciemos a la mujer, a que la tengamos como cualquier cosa, a que la usemos como objeto de placer, y a que la dominemos porque está muy por debajo de los varones. Y quienes dan estos cursos tan especializados? Las primeras las madres, que desde que estamos mamando nos ponen en brazos de nuestras hermanitas para que nos cuiden cuando ellas no pueden. Rara vez vemos a un varoncito cuidar o cargar a una hermanita, y esa lección se repite varias veces todos los días y no solo con el cuidado, sino con la limpieza de la casa, de la ropa, del servicio de la comida. La mujer y las hermanitas son las que sirven a los varones, las que les lavan la ropa y les limpian la casa. Es la primera lección. Pero después vienen otras muchas lecciones que da el papá , por ejemplo, cuando el esposos llega molesto le grita a la esposa y cuando ve todos los días que la mamá hace la cocina, limpia la casa , lava, cuida a los hijos y además ayuda en la chacra, pero luego es el varón es el que recibe el precio del café o del cacao, y hace lo que quiere con la plata hasta gastársela en cerveza cuando hay otras necesidades más urgentes en la casa. Y lo más grave de todo es cuando el esposo pasa del grito al golpe y cachetea a la mujer, y se siente con el derecho de hacerlo. Con eso ya se da el doctorado tanto a los varoncitos como a las mujercitas.
Pero este doctorado se confirma , casi todos los días en las calles del barrio, así es, así debe ser, es lo normal. Lo anormal es respetarse entre iguales, quererse, ayudarse mutuamente. Hay dos espacios más donde se confirman estos aprendizajes: uno es la escuela, que sigue afirmando lo que se aprendió en la casa, y esto enseñado por sus profesores/as, y otro son los Medios de Comunicación: las canciones de moda, muchas veces machistas, las telenovelas, donde a cada rato sale la mujer golpeada, engañada y cumpliendo los roles que ya aprendieron en la casa, en la calle y en la escuela; los noticieros donde se resaltan las noticias de violencia de todo tipo. Todas esas clases nos van constituyendo, nos van construyendo como personas y como sociedad y el fruto es lo que estamos viviendo que en el 2014, en 25 países hemos asesinado a 2089 mujeres, solo por el hecho de serlo.
Y de estas muertes todos somos responsables, unos directamente y otros indirectamente, porque todos consentimos que diariamente se estén desarrollando estos cursos tan especializados en el menosprecio de la mujer, en la casa, en la calle, en la escuela y en los Medios de Comunicación. Cuando estaremos dispuestos a cambiar esta tendencia en todos los espacios señalados para que el año que viene NO HAYA NI UNA MENOS?
Paco Muguiro Ibarra S.J., Jaén, 24 de Noviembre del 2016