En su mensaje para la 54 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales –del pasado 24 de enero de 2020- el Papa Francisco ha dicho: “Cada uno de nosotros conoce diferentes historias que huelen a Evangelio, que han dado testimonio del Amor que transforma la vida. Estas historias requieren que se las comparta, se las cuente y se las haga vivir en todas las épocas, con todos los lenguajes y por todos los medios”.
Hoy, en medio de la pandemia provocada por el COVID-19, parece más necesaria esta petición, para no quedarnos sólo en las noticias tristes, pero, sobre todo, para descubrir cómo Dios se va haciendo presente y va animando la vida de tantas personas con su Espíritu; su Espíritu que es bondad, amor, generosidad, servicio, paz… Recoger esas historias cotidianas que “huelen a Evangelio”, a la Buena Noticia que Jesús comunicó con su vida, aunque no vengan de gente explícitamente de Iglesia. ¿Cuáles serían entre nosotros esas historias para comunicar?… Saquemos a la luz y contemos las acciones de tantas personas anónimas y de profesionales de la salud que día con día atienden a los enfermos con tanta dedicación y sacrificio; de las personas que se unen para llevar comida a familias necesitadas y sin trabajo; de las que cuidan de personas mayores; de las que están brindando apoyos de atención emocional y espiritual y de oración, por medios digitales; de los trabajadores más indispensables hoy por producir y surtir alimentos, recoger basura, transportar personas y bienes necesarios, etcétera.
Estamos llamados a narrar estas historias cotidianas en medio de la pandemia, de esos “héroes también actuales –dice el Papa- que para llevar a cabo un sueño se enfrentan a situaciones difíciles, luchan contra el mal empujados por una fuerza que les da valentía, la del amor. Sumergiéndonos en las historias, podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida”, y ese enorme reto mundial que ahora tenemos con el Coronavirus y sus secuelas. Urge la comunicación de historias y noticias que transmitan esperanza y aliento, y que aminoren la tristeza y la incertidumbre. “Una narración –dice Francisco- que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”. Pareciera que en la época que nos ha tocado vivir, nunca habíamos experimentado tan vivamente cómo estamos unidos unos a otros, en la desgracia pero también en las acciones para salir adelante, para cuidarnos y cuidar la vida toda, para hacernos corresponsables.
Los creyentes vivimos este tiempo de pandemia con la certeza que nos da el mismo Jesucristo: “Sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos” (Mt 28, 20); certeza de su Presencia viva con la cual también recibimos la misión de comunicar el Evangelio y enseñar el camino de amor que el mismo Jesús ha abierto para todos. “El conocimiento de Dios se transmite sobre todo contando, de generación en generación, cómo Él sigue haciéndose presente. El Dios de la vida se comunica contando la vida”.
Luis García Orso, S.J. / Asistente Eclesiástico de SIGNIS
México, junio 16 de 2020
DERECHOS RESERVADOS 2021
POWERED BY DanKorp Group. WEB SITES SOLUTIONS