Ángel Alberto Morillo-SIGNIS Colombia
En el Vicariato de Puerto Inírida, departamento de Guainía, en el oriente de Colombia, “aún no ha llegado respuesta ni positiva ni negativa del Estado”, ha dicho a SIGNIS ALC Joselito Carreño, obispo de esta jurisdicción, tras su petición de proteger la vida de los líderes sociales en esta región amazónica del país azotada por la violencia.
Lo que sí ha llegado –según el prelado– son numerosas expresiones de solidaridad de gente vinculada al trabajo de Iglesia como de organizaciones defensoras de derechos humanos a través de las diferentes redes sociales. Eso lo motiva a seguir en pie de lucha para organizar la acción pastoral.
Líderes sociales bajo amenaza
Es un problema que vive este vicariato. La gota que rebasó el vaso fue el asesinato de una líder muy cercana a la lglesia: “Nos tocó profundamente”, porque “fue una mujer que lleva varios años prestando servicio a su comunidad, en Puerto Nariño, en Vichada, un sitio tan apartado de la geografía colombiana y abandonado por el propio Estado”, en referencia al caso de Olga Lucía Hernández, asesinada el pasado 21 de mayo.
“Era como la voz en el desierto y les fue muy fácil a los que perpetraron el asesinato, porque esta lideresa no tenía el apoyo ni protección necesarios”, ha lamentado.
Por ahora el vicario no ha recibido amenaza o intimidación. Su conciencia está tranquila, porque “todo lo dicho lo hago fundamentando bien la denuncia. No se trata de decir las cosas por decirlas, sino de basarse en elementos concretos, como lo sucedido a los líderes sociales”.
Brigadas de ayuda humanitaria
Aún cuando el Covid-19 no ha sido un grave problema en esta jurisdicción, Carreño ha explicado que desde el inicio de la pandemia han adelantado toda una campaña de prevención: “Afortunadamente, los casos que aparecen en los reportes nacionales sólo llegan a unos 14”. Sin embargo “hemos recorrido hasta la fecha 18 comunidades indígenas vulnerables”.
Para ello, con la cooperación de Adveniat y el Vicariato, han creado una brigada de ayuda humanitaria, conformada por un médico, 4 enfermeras y personal de apoyo que hablan la lengua local. De hecho, “no solamente se atendió el tema de la prevención del Covid-19, sino, también, a las personas de manera general en el tema de salud”.
En estos recorridos lograron atender a más de 1.000 personas y gestionaron el envío de alimentos y la dotación de kits de seguridad con gel antibacterial, alcohol y tapabocas a 1.200 familias.
“Entregamos 8.000 tapabocas reusables tanto a niños como a adultos, primero para promover el tema del cuidado del ambiente y para que tengan ese tapaboca por un buen tiempo”, ha expresado.
Por la seguridad alimentaria
Por otra parte, Carreño ha informado que se encuentra a la espera de Cáritas Colombia para emprender un proyecto en la comunidad de San Felipe, en la triple frontera entre Venezuela, Brasil y Colombia, en la ribera del río Negro, donde actualmente hay un grave riesgo de la propagación de coronavirus.
“Esas comunidades están muy vulnerables, porque hay muchas personas que están entrando por la parte de Brasil contagiadas. De verdad no hay un número exacto, pero el riesgo de contagio es latente”, acotó.
El objetivo es llegar hasta esa parte y estar al menos un año completo: “La solicitud que hemos hecho es para poder hacer los tres primeros meses entregas de kits alimentarios y, a la vez, dotar de herramientas de trabajo a las comunidades para que trabajen en sus propios conucos”, de tal manera que “puedan tener la seguridad alimentaria por el resto del año”, ha comentado.
“Estamos gestionando eso; ya entregamos el proyecto. Esperamos la respuesta de Cáritas”, señaló.
De momento en Inírida, las celebraciones eucarísticas no se han detenido. Eso sí, “bajo los más estrictos protocolos de bioseguridad, establecidos por la Conferencia Episcopal y las autoridades nacionales de salud, y con un aforo muy reducido de feligreses”, indicó Carreño.
La Iglesia en esta región del Amazonas colombiano sigue abierta y en salida como parte de la acción postsinodal. De hecho su obispo ha asegurado que “tenemos más de 5 años en esta acción; ya nos habíamos adelantado un poquito al Sínodo”.