Quito, Ecuador.- “La universalización de una educación de calidad con eficacia y eficiencia, ha pasado a ser el primer reto para las sociedades y los gobiernos” expresó el docente ecuatoriano, y presidente de la Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz, Enrique Galarza Alarcón, en su exposición en el “Conversatorio para construir el futuro, en medio de la pandemia” que se desarrolló el jueves 28 de mayo. No obstante, reconoció que en la mayoría de pueblos latinoamericanos, en donde subsisten “terribles desigualdades y abismales distancias de calidad de vida” es difícil “lograr una educación universal y gratuita, de calidad, con eficacia y eficiencia”.
Según lamentó, la mayoría de gobiernos de la región no considera ni a la educación ni a la salud como una prioridad, lo cual se refleja en las graves consecuencias que ahora está dejando la pandemia que se expande, regando dolor y muerte, apuntó.
Enrique Galarza relató el testimonio de un educador que llegó a dirigir el sistema educativo, pero que prefirió renunciar enseguida al constatar las decisiones gubernamentales de recortar el escaso presupuesto para la educación porque supuestamente “no hay dinero”, violando inclusive “claras disposiciones legales y constitucionales”.
Reconoció que en algunos países de la región se han logrado, como en el Ecuador, que el gobierno subsidie aunque sea en mínima parte la educación gratuita o semigratuita regentada por organismos privados, sobre todo ligados con alguna confesión religiosa, pero denunció cómo “gobiernos de cualquier signo ideológico, utilizan la entrega de recursos a la Iglesia Catolica..para chantajear a los obispos”, cuando hacen “oir sus voces proféticas para denunciar atentados a los derechos de los más pobres”.
Necesidad de repensar la educación
Al hablar de educación es necesario ampliar las fronteras de reflexión sobre la concepción del ser humano, del universo que le rodea y la interdependencia entre los dos; sobre la sociabilidad y la socialidad, es decir “sobre la interdependencia y la solidaridad entre los seres humanos y la interdependencia entre la teoría y la práctica”, explicó.
Recordó al pedagogo brasileño Paulo Freire, que consideraba que “nos iremos haciendo humanos en la medida que ayudemos que los otros también se vayan haciendo más humanos”, visión con la que conceptos como “comunicación, diálogo, educación, comunidad, sociedad, existencia … adquieren otro sentido”, dijo.
Destacó la relación dialógica entre el diálogo y la comunicación, “como dimensiones de lo humano que a lo largo de la historia se han tornado en lenguajes” y que desde la propuesta de Paulo Freire debe “ser reflexiva, que implique y forme a un ser humano libre, justo y equitativo”.
“Cuando afirmamos que los seres humanos somos seres de relación, afirmamos que necesitamos organizar, elegir, arriesgar y actuar y para ello de forma imprescindible debemos aprender a a ser críticos”, con lo cual se podrá encontrar la relación entre el objeto con el sujeto y distinguir “lo fundamental de lo accesorio; lo permanente de lo cambiante”, dijo.
Los cuatro pilares de la educación.
En la parte conclusiva de su exposición, Enrique Galarza sintetizó los aportes sobre educación que en la historia han realizado filósofos y educadores, en los que se plantean “los cuatro pilares de la educación, o sea, cuatro objetivos que la educación debería cumplir: “aprender a ser”, “aprender a conocer”, “aprender a hacer”, y “aprender a vivir con los demás”.
El aprender a ser porque “en la educación y la formación integral del individuo no se transmiten únicamente saberes, sino también valores y perspectivas, la educación debe enseñar a ser, o sea, debe fraguar la identidad en base a los valores deseados, para así garantizar mejores generaciones y más comprometidas con las virtudes de la cultura”.
Según añadió, en un mundo en permanente cambio, “hay que conceder un lugar especial a la imaginación y a la creatividad; manifestaciones por excelencia de la libertad humana que pueden verse amenazadas por cierta normalización de la conducta individual.
De ese modo, se debe trascender el mero sentido utilitario de la educación, para pasar a formar individuos e individualidades, dotados de un sentido de pertenencia, de justicia, de trascendencia y de verdad”.
Aprender a conocer, con lo que se “busca un aprendizaje que tienda menos a la adquisición de conocimientos clasificados y codificados que al dominio de los instrumentos mismos del saber. Lo que supone “aprender a aprender”, ejercitando la memoria, la atención y el pensamiento, para aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida”.
Aprender a hacer porque los conocimientos teóricos no bastan para hacer la vida de la humanidad mejor y más productiva, pues “se hace también indispensable ponerlos en práctica”, es decir “enseñar las técnicas, pero también su sentido ético y práctico, de modo que las generaciones venideras puedan construir las propias y desarrollar nuevas prácticas”.
Y aprender a vivir con los demás, porque la educación debe implicar un profundo sentido de comunidad. La “educación debe enseñar a convivir, o sea, debe enfrentar las dificultades que como sociedad global se le plantean a la humanidad en el siglo XXI. Nos referimos a la violencia, la discriminación, la desigualdad y la injusticia, problemas que parecen muy difíciles de resolver, pero que aun así deben comenzar a pensarse desde temprana edad”.
Los “Conversatorios para construir el futuro, en medio de la pandemia” es un ciclo de diálogos virtuales promovidos por SIGNIS ALC, la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, SIGNIS Ecuador y el Instituto de Espiritualidad Santa Teresa del Niño Jesús, con el objetivo de reflexionar sobre diversos temas relacionados con los impactos que genera la pandemia del coronavirus y cómo encontrar alternativas para construir una mejor sociedad, en justicia y paz.
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