La Casa común no es un depósito de recursos para ser explotados: Papa Francisco
El papa reiteró que en estos días de pandemia, “sólo juntos y asumiendo los más débiles podemos superar los desafíos globales”, dijo y mencionó su Encíclica Laudato “sobre el cuidado de la Casa Común”, e invitó a reflexionar juntos sobre esta responsabilidad que caracteriza “nuestro paso por esta tierra” (LS, 160).
Tras mencionar dos conferencias internacionales importantes, COP15 sobre Biodiversidad en Kunming (China) y COP26 sobre Cambio Climático en Glasgow (Reino Unido), el Pontífice instó a los líderes a ser conscientes de la importancia de trabajar juntos como comunidad internacional para la protección de nuestra casa común. Y alentó a una acción concertada también a nivel nacional y local. De manera que se pueda converger desde todas las condiciones sociales y también crear un movimiento de base desde abajo hacia arriba.
Así es como nació el propio Día Mundial de la Tierra, que se celebra hoy. Cada uno de nosotros puede hacer su pequeña contribución, dijo el Santo Padre, y retomó un momento de su encíclica Laudato Sí: “No debemos pensar que estos esfuerzos no cambiarán el mundo. Tales acciones difunden un bien en la sociedad que siempre da frutos más allá de lo que se puede ver, porque provocan dentro de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces de manera invisible”.
¿Cómo podemos restaurar una relación armoniosa con la Tierra y el resto de la humanidad? Se preguntó Francisco, necesitamos una nueva forma de ver nuestra Casa común, dijo, no es un depósito de recursos para ser explotados. Para nosotros los creyentes el mundo natural es el “Evangelio de la Creación”, que expresa el poder creativo de Dios para dar forma a la vida humana y hacer que el mundo exista junto con lo que contiene para sostener a la humanidad. El relato bíblico de la creación concluye de la siguiente manera: “Dios vio lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno” (Gn 1:31).
Según el libro del Génesis, “también llevamos dentro de nosotros el aliento de vida que viene de Dios”, por tanto, recordó el Papa estamos hechos de materia terrestre, y los frutos de la tierra sostienen nuestras vidas. Vivimos en la casa común como una familia humana y en la biodiversidad con las otras criaturas de Dios.
“Como imago Dei, estamos llamados a cuidar y respetar a todas las criaturas y a alimentar el amor y la compasión por nuestros hermanos y hermanas, especialmente los más débiles, en imitación del amor de Dios por nosotros, manifestado en su Hijo Jesús”.
El hombre ha fallado en ser custodio de la tierra
Pero el hombre por egoísmo ha fallado en su responsabilidad como custodio y administrador de la tierra. La hemos contaminado y saqueado, poniendo en peligro nuestras vidas. Hemos fallado en la protección de la tierra, nuestra casa jardín, dijo el Papa, y en la protección de nuestros hermanos. “Hemos pecado contra la tierra, contra nuestro prójimo y, en última instancia, contra el Creador, el Padre bueno que provee a todos y quiere que vivamos juntos en comunión y prosperidad”, señaló.
Por esta razón, se han formado varios movimientos internacionales y locales para despertar las conciencias. El Papa aprecia sinceramente estas iniciativas, y todavía, dijo, será necesario que nuestros hijos salgan a las calles para enseñarnos lo que es obvio, es decir, que no hay futuro para nosotros si destruimos el medio ambiente que nos sostiene.
Por último, el Papa recordó que con esta celebración estamos llamados a redescubrir un sentido de respeto sagrado por la Tierra, ya que no sólo es nuestro hogar, sino también el hogar de Dios.
“¡De esto surge en nosotros la conciencia de que estamos en tierra sagrada! Queridos hermanos y hermanas, “despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios ha puesto en nosotros”. (Exhortación ap. postsin. Querida Amazonia, 56). La profecía de la contemplación es algo que aprendemos especialmente de los pueblos originarios, que nos enseñan que no podemos curar la tierra a menos que la amemos y respetemos”.
Al mismo tiempo, necesitamos una conversión ecológica que se exprese en acciones concretas. Como una familia única e interdependiente, necesitamos un plan compartido para evitar las amenazas contra nuestra Casa común. “La interdependencia nos obliga a pensar en un mundo, en un proyecto común” (LS, 164).
Fuente: Vatican News
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