Que el Dios Trinitario, ejemplo de vida en comunión, nos ayude a soñar con una Iglesia sinodal, donde sepamos descubrir los signos de los tiempos, y la presencia de un Dios encarnado de diferentes modos, en distintos lugares. Un Dios que nos ayude a discernir su presencia y a anunciarle en todos los rincones, también entre los que más lejos se encuentran; a ser una Iglesia en salida, que va al encuentro, que escucha y dialoga con todos. Que busquemos el bien para todos los que nos encontramos cada día y sepamos traer de vuelta a la Amazonía y a todos los lugares donde estemos, todo lo vivido en el proceso sinodal, y así hacer realidad aquello que Dios espera de nosotros.
Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de conversión desde la Amazonía por las aguas de la sinodalidad, al servicio del Pueblo de Dios y sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su Palabra Viva.
Fragmento de una lectura del día (cada uno es invitado a profundizar en las lecturas completas según su propia necesidad y criterio)
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el podedel Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó (Lucas1, 26-38).
Reflexión desde la perspectiva del proceso sinodal amazónico
Una promesa de vida, a partir de alguien que vivía en la periferia. Un nuevo proyecto que se concreta a partir de lo pequeño. Dios siempre tiene sus caminos para hacer realidad su propuesta de renovación para toda la humanidad. María es el mejor ejemplo de que los que no cuentan para la sociedad son aquellos que Dios elige para continuar avanzando. El Sínodo para la Amazonía es ejemplo de esa renovación que nace de la periferia, a partir de gente que, cuando fue realizado el anuncio, no sabía el por qué. Dios sorprendió a unos pueblos y una Iglesia que se preguntaba cómo podría ser eso. La respuesta de Dios siempre es la misma, confía y las dificultades serán superadas, confía y mi plano se hará realidad, confía y la vida nueva se convertirá en realidad. Asumamos que somos siervos y estamos al servicio de un Dios que cuenta con nosotros. Desde la fe, no dudemos en afirmar y asumir que se cumpla lo que el Señor nos anunció.
Contemplación
Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta Palabra de Dios y así traer de vuelta todo lo vivido. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para poder asimilar mejor el proceso sinodal.
Meditación final (Querida Amazonía, 111)
“Madre de la vida, en tu seno materno se fue formando Jesús, que es el Señor de todo lo que existe. Resucitado, Él te transformó con su luz y te hizo reina de toda la creación. Por eso te pedimos que reines, María, en el corazón palpitante de la Amazonía. Muéstrate como madre de todas las creaturas, en la belleza de las flores, de los ríos, del gran río que la atraviesa y de todo lo que vibra en sus selvas. Cuida con tu cariño esa explosión de hermosura. Pide a Jesús que derrame todo su amor en los hombres y en las mujeres que allí habitan, para que sepan admirarla y cuidarla. Haz nacer a tu hijo en sus corazones para que Él brille en la Amazonía, en sus pueblos y en sus culturas, con la luz de su Palabra, con el consuelo de su amor, con su mensaje de fraternidad y de justicia”
Día 29
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