Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de conversión desde la Amazonía por las aguas de la sinodalidad, al servicio del Pueblo de Dios y sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su Palabra Viva.
Fragmento de una lectura del día (cada uno es invitado a profundizar en las lecturas completas según su propia necesidad y criterio)
Así habla el Señor: Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo. Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos.
Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito. Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos. (Isaías 65,17-21)
Reflexión desde la perspectiva del proceso sinodal amazónico
Los nuevos cielos y la nueva tierra se hacen realidad en la medida en que nos disponemos a entrar en un proceso de conversión. El Sínodo para la Amazonía nos ha llamado a descubrir nuevos cami-nos para la Iglesia y para una ecología integral, dejando atrás los errores que no han ayudado a llevar la Buena Noticia del Evangelio a los pueblos que habitan en esta inmensa región. También abando-nando las prácticas que no responden al necesario cuidado de nuestra Casa Común.
Muchas situaciones han producido llantos y alari-dos entre los pueblos amazónicos, también desde la Madre Tierra. Por eso, somos llamados a generar vida en abundancia, a disfrutar de una vida que se encarna en una realidad en la que se pueda descubrir la mano de Dios. Es de Él que nace todo aquello que puede conducirnos a vivir en plenitud, a que toda la humanidad pueda descubrir en su propuesta, el camino de la vida, que garantiza morada, trabajo y sustento para todos.
Contemplación
Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta Palabra de Dios y así traer de vuelta todo lo vivido. Escribir mis peticiones particu-lares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para poder asimilar mejor el proceso sinodal.
Meditación final (Querida Amazonía, 56)
“Despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros y que a veces dejamos atrofiar. Recordemos que «cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso». En cambio, si entramos en comunión con la selva, fácilmente nuestra voz se unirá a la de ella y se convertirá en oración: «Recostados a la sombra de un viejo eucalipto nuestra plegaria de luz se sumerge en el canto del follaje eterno». Esta conversión interior es lo que podrá permitirnos llorar por la Amazonia y gritar con ella ante el Señor”.
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