Petición permanente por el Sínodo Amazónico al inicio de cada día:
“Que el Dios de la vida y la belleza, el Espíritu Santo que nos impulsa hacia más fraternidad, unidad y dignidad, y el Cristo encarnado de la Buena Nueva, y de la inculturación y la interculturalidad nos den la serenidad, el discernimiento y la valentía para encontrar los nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral en este Sínodo Amazónico. Todo ello para el bien y la vida de sus pueblos y comunidades, y para caminar más juntos por el Reino”. Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de navegar por las aguas de la Amazonía y de la vida de la Iglesia al servicio de sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su palabra viva.
Lectura del día -Fragmento- (cada uno y cada uno es invitado a profundizar en la lectura completa según su propia necesidad y criterio):
“Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de todo lo creado. Dios ha creado en él todas las cosas: todo lo que existe en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible, sean tronos, dominaciones, principados o potestades, todo lo ha creado Dios por Cristo y para Cristo. Cristo existía antes que hubiera cosa alguna, y todo tiene en él su consistencia. Él es también la cabeza del cuerpo que es la Iglesia; en él comienza todo; él es el primogénito de los que han de resucitar, teniendo así la primacía de todas las cosas. Dios, en efecto, tuvo a bien hacer habitar en Cristo la plenitud y por medio de él reconciliar consigo todos los seres: los que están en la tierra y los que están en el cielo, realizando así la paz mediante la muerte de Cristo en la cruz.” Colosenses 1, 15-20
Reflexión desde la perspectiva del Sínodo Amazónico:
En este Sínodo Amazónico estas palabras de las cartas Paulinas se llenan de vida por la maravilla de todo lo creado que se expresa aquí como no es posible percibirlo en ningún otro sitio del planeta. La maravilla de Dios y su misterio, así como la plenitud del Cristo del ayer, hoy y mañana se hace especialmente evidente en la maravilla de la biodiversidad en este ecosistema superando todos los confines y siendo todo en todos y en todo. Es la presencia del Cristo que trasciende lo material y está vivo en la profundidad de las culturas indígenas amazónicas, en la manera cotidiana de sus comunidades cuando viven en plenitud, y en la certeza de que habrá de llegar su Reino para sobreponerse a todos los signos de muerte que hoy se hacen presentes aquí. En este Sínodo, lejos de quitar la centralidad de Cristo, esta centralidad se hace aún más vigente en su máxima plenitud que supera nuestras fronteras, estructuras y comprensiones. Es el Cristo que lo redime todo y que habrá de tener la última palabra de la mano de todos y todas quienes cuidan la belleza de Dios en la Amazonía, y por encima de los que la destruyen. Cristo presente en la diversidad de expresiones espirituales que convergen todas hacia Ti, y hacia tu Reino.
Contemplación
Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta palabra de Dios en preparación del Sínodo. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para el Sínodo AMAZÓNICO.
Cita para meditación de cierre:
La misa sobre el mundo. Teilhard de Chardin Cristo glorioso, influencia secretamente difusa en el seno de la Materia y Centro enceguecedor al que entrelazan las fibras innumerables de lo Múltiple. Potencia implacable como el Mundo y cálida como la Vida. Tú, cuya frente es de nieve, los ojos de fuego, los pies más chisporroteantes que el oro en fusión; tú cuyas manos aprisionan estrellas; tú que eres el primero y el último, el viviente, el muerto y el resucitado; Tu que aglutinas en tu unidad exuberante todos los encantos y todos los placeres, todas las fuerzas y todos los estados; eres Tú a quien mi ser llamaba con un deseo tan inmenso como el universo: Tú eres verdaderamente mi Señor y mi Dios.
Día once de navegación hacia el Sínodo Amazónico
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