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Puros habanos, signo de distinción

Frei Betto*.- Las campañas antitabaquistas hacen que los más adinerados emigren del cigarrillo al puro habano que, por no contener sustancias químicas, tiene fama de causar menos daño a la salud. Hasta el hilo que ata la hoja de tabaco y le sirve de cubierta, es de origen vegetal.

Freud murió de cáncer en la garganta. Dicen que de tanto fumar puros, doce al día como media. Y cometía además el grave error de tragarlos. El puro no es para ser aspirado sino degustado.
Churchill quemaba quince al día. Una antología del cigarro cubano calcula que él fumó 300 mil a lo largo de sus 90 años. Hay incluso un tipo de cigarro que, debido a su extensión, lleva su nombre.
John Kennedy no se privaba del Petit Upmann. Horas antes de firmar el bloqueo a Cuba –decretado al mediodía del 7 de febrero de 1962- encargó a su secretario particular comprar todos los Petit Upmann que encontrara en los estancos de Washington, consiguiendo almacenar 1,200 unidades.
Nunca se supo cuál era la marca que Bill Clinton empleó en el famoso episodio con Mónica Lewinsky… Hay quien duda que el presidente haya resistido la tentación de recurrir a un puro habano.
Debido al bloqueo impuesto a la isla por los Estados Unidos, los cigarros cubanos están prohibidos de entrar al mercado estadounidense, donde se consumen al año 316 millones de unidades elaborados a mano, importados de la República Dominicana, Nicaragua y Honduras. El total de unidades mecanizadas consumidas en los EE.UU. es asombroso: 9 mil millones por año.
Los “habanos”, a pesar de estar prohibidos, llegan a los empedernidos fumadores de Wall Street y de Hollywood a través de una enmarañada red de contrabando.
En la década de 1980 Fidel le envió de regalo a Dom Paulo Evaristo Arns, entonces cardenal de São Paulo, una caja con 500 cigarros. El prelado los repartió en una reunión del clero paulista.

Cuba produce el mejor puro del mundo, debido a la combinación de suelo (calidad de la tierra) y clima (humedad). Facturan actualmente unos 285 millones de unidades al año hechas totalmente a mano, de los cuales 95 millones se destinan a la exportación. Además se fabrican unas 130 millones de unidades hechos a máquina, en su mayoría con destino a la exportación. El mercado interno consume unos 180 millones de unidades. La exportación crece un 10 % al año e ingresa al país anualmente US$ 240 millones.
De entre las 27 marcas cubanas la más vendida es la Montecristo: 18 millones al año. En segundo lugar la Cohiba, considerada la mejor, que vende 12 millones de unidades por año. Hasta 1966 estaba destinada exclusivamente al consumo de Fidel, aunque después entró al mercado. El líder revolucionario dejó de fumar en 1985.
En el último festival del cigarro, promovido en La Habana durante la última semana de febrero, un solo “cohiba grandioso” fue rematado en 6,400 euros. Y la caja de 50 unidades en 320 mil euros.
Colón relata en su diario que cierta noche avistó en el litoral de Cuba una fila de indios; todos llevaban en la boca un rollo de hojas, que exhalaban humo de un lado y se encendía una luz por el otro…
Los indios creían que el humo sabroso de las hojas de tabaco tenía poderes terapéuticos. La nicotina, el alcaloide presente en la hoja, empezó a ser difundida en 1560, cuando el embajador francés en Portugal, Jean Nicot (de donde procede la palabra nicotina), envió las primeras semillas de tabaco a la reina Catalina de Médicis, en el entendido de que, gracias al rapé, se le aliviarían las jaquecas.
En el Brasil son consumidos, o mejor quemados, anualmente un millón y medio de cigarros cubanos, la mitad de los cuales con sellos elegantes y calidad dudosa, traídos por contrabandistas.
Frei Betto es escritor, autor de “Paraíso perdido. Viajes al mundo socialista”, entre otros libros.

www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.

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