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¡Volvamos al corazón!

Rubén Paredes Ramírez*.- Suelo pasar mucho tiempo en el celular y el computador, no sé si esto te pasa a ti también. Suelo además quedarme tarde en las noches para sentir que aún tengo soberanía sobre mis horas libres. Suelo despertarme temprano para ir al trabajo, donde pierdo dicha soberanía, pero no me preocupo porque guardo la esperanza de recuperarla por las noches. Son de esas batallas por las que uno opta para aligerar tensiones.

Suelo revisar whatsapp y twitter en las mañanas y sucesivamente a lo largo del día; no diré las veces que lo hago para no sentirme culpable por estar dependiente del móvil, aunque no debo preocuparme, ya que contigo podríamos ser dos.

Preferiría el cine y un café que los trabajos extras y las agendas copadas; preferiría quedarme en casa y dar un abrazo que estar en el trabajo acompañado, pero en soledad. Preferiría no pasar tantas horas viajando en el bus y pasar momentos con personas que extraño. ¿Qué preferirías hacer tú?

Pienso en esto de vez en cuando, y no lo hago ahora como una forma de catarsis ni como una oda nostálgica a las tantas cosas en las que quisiera estar, pero postergo. Sino que hoy en día el estilo de vida que llevamos suele ponerse por encima de muchas cosas importantes en nuestras vidas. Casi no notamos que las cosas o momentos que suelen o solían ser importantes para nosotros han ido, de a pocos, dirigiéndose del centro de nuestras prioridades a las periferias de las mismas, trasladando nuestros deseos más sinceros hacia un segundo plano, y priorizando muchas otras cosas que no acaban de darle un soporte fundamental a nuestras vidas. Nos perdemos de lo esencial y trascendente de la vida por estar pendientes de lo momentáneo y fugaz. En la rutina del día a día hemos puesto lo significativo en la periferia, alejado cada vez más de nuestro centro de importancia.

¿Pero a quién no le pasa?, con el ritmo de vida actual tenemos tiempos recortados donde no podemos avocarnos a otras cosas como quisiéramos; nuestros horarios no son de ocho horas, sino de doce en el mejor de los casos. Con solo una hora para almorzar y de vuelta a casa muy tarde, muchas de las veces queremos llegar a dormir y que las demás cosas se solucionen solas. Y si a esto le sumamos las maestrías o especializaciones de los sábados y domingos, ¡ni qué hablar!

Darnos cuenta de esta situación y, sobretodo, ponernos en camino para solucionarlo no es un proceso sencillo, requiere de paciencia, creatividad y decisión. Podríamos empezar por valorar y recuperar lo realmente importante para nosotros y los que nos aman, emprender un “viaje de regreso” hacia lo que profundamente nos importa y fundamenta. Pero no lo hagamos con las manos vacías, llevemos con nosotros las tantas cosas hermosas y buenas que hemos dejado disgregadas para después: abrazos, conversaciones, fechas importantes, risas y lágrimas. Volvamos allí donde lo importante sucede, donde la vida se conjuga, donde las motivaciones nacen, donde los sueños no son sueños sino realidad. ¡Volvamos al corazón!

Volvamos al corazón con todo lo que nos ocupa y preocupa, volvamos y recuperemos lo importante, volvamos al final del día o los fines de semana, cuando puedas. Tómalo con calma, pero no dejes de volver.

* Arquitecto. Miembro de CVX Chiclayo y agente pastoral del Centro Loyola de Chiclayo.

Compartido por el diario La República

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