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La pandemia

SIGNIS ALC

03 enero 2016

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La COP21 y un Acuerdo que excluyó las soluciones al cambio climático

El Acuerdo de París es una victoria para el pueblo.

Como un acuerdo histórico consideró el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, al documento final de la Conferencia Climática de París, porque según dijo, los países del mundo han “decidido de manera unánime trabajar como uno para afrontar el desafío que define nuestros tiempos. El Acuerdo de París es una victoria para el pueblo, el bien común y el multilateralismo. Es una póliza de seguro de salud para el planeta”. Un criterio similar comparte el Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, quien además señaló que el acuerdo alcanzado es “un paso adelante esencial y un mensaje al mundo muy fuerte”.

Sin embargo, la lectura del Acuerdo de París no es la misma desde los movimientos sociales e indígenas, que por el contrario lamentan que en el acuerdo final se hayan excluido sus propuestas para detener y reducir el calentamiento global y cuidar la madre tierra. Con este criterio coicide el sociólogo belga François Houtard, con quien dialogamos para nuestro Punto de Encuentro (PE).

Con actitud amable y disponibilidad para el diálogo nos recibe en su oficina ubicada en el 5° piso del edificio del Instituto de Altos Estudios Nacionales, una Universidad de Posgrados, en donde es profesor.

 

– PE: ¿El acuerdo de la conferencia climática de París amerita el aplauso y la expectativa con que se recibió?

 

– FH: Evidentemente el hecho que hubo la conferencia mundial es un hecho positivo, porque eso ayudó a crear una conciencia mundial del problema, y en este sentido sí podemos aplaudir. Pero cuando se analiza el contenido del acuerdo, que no es un tratado, pues no vincula a los países, pienso que las conclusiones son bastante negativas. Las decisiones que se tomaron están muy debajo de las necesidades, hasta el punto que algunos especialistas que conocen bien el problema, como James Hansens, científico de la NASA, en EEUU, profesor en la Universidad de Columbia, que fue uno de los primeros en llamar la atención mundial sobre el problema, termina diciendo que es un “fraude”, que es una palabra fuerte. Leonardo Boff, el teólogo brasileño que también ha escrito un libro extraordinario sobre la Ecología, y una teología de la ecología, termina también diciendo que las conclusiones de París abren el camino al desastre en función a la lógica de la propuesta que se ha hecho.

 

– PE: ¿No son muy negativas esas visiones? Pues el acuerdo considera el anhelo de detener el incremento de la temperatura global a 1.5 grados…

 

– FH: No se ha tomado la decisión de 1.5. Se ha propuesto eso como un ideal, diciendo que los países van a hacer esfuerzos, pero son promesas, no son decisiones. Todo el mundo está de acuerdo en que debemos llegar a 1.5, pero las propuestas que han hecho, que no son decisiones vinculantes, llegan a un aumento de tres grados celcius. Entonces eso está muy por debajo de lo que se necesita.
No digo que no se puedan hacer esfuerzos, y tenemos todavía un poco de tiempo para hacerlo, pero en el texto del documento no hay ninguna propuesta que vincule a los países a seguir estos esfuerzos positivos. Pueden cambiar de gobierno, por ejemplo en Francia en vez de los socialistas podrían venir los republicanos y podrían decir esta decisión fue tomada por los socialistas pero nosotros no estamos vinculados; o en EEUU podrían llegar al poder los republicanos y podrían decir también esa decisión fue tomada por Obama pero nosotros no tenemos nada que ver con eso. Así es lo flojo del documento que no es vinculante.

– PE: ¿No hay algo positivo?

-FH: Como he dicho, el aspecto positivo es el hecho que hubo una conferencia internacional que llegó a un cierto acuerdo, pero cuando se analiza el acuerdo estoy más inclinado a ser negativo, porque se ha excluido un montón de propuestas que estaban en el texto original. Por ejemplo, el papel de los pueblos indígenas para salvar los bosques, la selva, la madre tierra, con la capacidad que ellos tienen, eliminado. Se eliminó la idea de derechos humanos, el vínculo que hace particularmente el Papa Francisco, entre la pobreza y la destrucción de la naturaleza, eso se eliminó por la exigencia de Arabia Saudita que rechazó, y solamente se abordó en el preámbulo. Por ejemplo se eliminó la propuesta del Ecuador de crear una Corte Internacional sobre los crímenes contra la naturaleza, que es una cosa normal si queremos llegar a acuerdos que deben ser respetados. Esto significa que se permite la impunidad frente a todos los que están destruyendo la naturaleza.

Por otra parte, las propuestas se orientan por la lógica del mercado. Por eso, las grandes multinacionales, que son las grandes responsables de la destrucción del clima, pero que por razones de relaciones públicas ahora se pintan de verde, como Shell, Unilever y otras, los directores de estas corporaciones han aplaudido el acuerdo. Porque -según dicen- abre posibilidades enormes para el mercado para tratar de encontrar nuevas tecnologías que van a permitir por ejemplo enterrar el carbón, pero de ninguna manera de suprimir las emisiones; sí disminuir, pero no disminuir de manera suficiente para salvar la tierra.
Es por esto que me parece que es muy ambiguo el acuerdo, porque vemos que aplaudieron los que contaminan más, lo que significa que ellos van a poder continuar dentro de una lógica del mercado.

 

-PE: Entonces, ¿no se ha avanzado desde la Conferencia de Kioto?

-FH: El acuerdo de la conferencia de Kioto, de hace 10 años, tampoco era vinculante. Ahora la solución que encontraron es crear una bolsa de carbono en Londres. ¿Qué significa esta bolsa? Significa que las industrias o los países que emiten mucho carbono, pueden comprar un permiso para continuar emitiendo carbono a la atmósfera a condición de pagar, por ejemplo, algunos proyectos de reforestación que absorba el carbono. Eso significa hacer entrar a la lógica del mercado todo el problema de la disminución del carbono, permitiendo continuar contaminando a los que contaminan la tierra, a condición de pagar en Ecuador o en cualquier otro lugar un cierto número de hectáreas de reforestación. Eso es muy perverso, porque permite la continuación de emisiones.
Por otra parte, como es una bolsa, hace entrar toda esta perspectiva dentro de la lógica del capital financiero, de la financiación de la economía mundial y en particular de la especulación. Y ya hay toda una especulación después de Kioto sobre el mercado del carbono, y evidentemente eso va aumentar todavía más este tipo de especulación. Es por esto que tanto lo que se ha excluido, como lo que se propone, creo que no responde al espíritu de la encíclica del Papa Francisco. El papa Francisco es mucho más radical, porque el papa Francisco hace la vinculación entre la pobreza y la destrucción de la naturaleza y así hace entrar el problema del clima dentro de una perspectiva de derechos, es decir de justicia social y justicia climática, lo que está totalmente excluido en el documento.

-PE: El papa Francisco habla que la especulación y la renta financiera ignoran la dignidad humana y el medio ambiente (LS 56)

-FH: El papa, al mismo tiempo que analiza la situación de la degradación de la madre tierra, también indica que la razón es la primacía del dinero. Es el dinero el que impone su lógica y no el bien de la humanidad, no el bien común de nuestra casa, como dice el papa. Y eso entra en total contradicción con la filosofía de base del acuerdo, que es la filosofía del mercado, y de tratar de encontrar soluciones en función del mercado (como se dice en inglés Market friendly, amigos del mercado). Por eso piensan que nuevas tecnologías que no han probado aún su eficacia para enterrar el carbono u otras tecnologías que llaman de geo-ingeniería, que todavía no son bien definidas pero ponen su fe en nuevas tecnologías, van a permitir solucionar este problema sin salir de la lógica del mercado, como orientación fundamental.

Por eso no creo que vamos a poder encontrar soluciones si siempre hablamos en términos de competitividad, de liberalización del mercado, del comercio, en vez de pensar en nuevos valores que son valores de solidaridad y complementariedad. Y me parece que ese es el valor de la encíclica del papa Francisco, de orientar las soluciones en función de valores, como la solidaridad, el respeto de la tierra, del planeta, de la madre tierra como fuente de vida. No solamente como un commodity, es decir una mercancía, un recurso natural y no una riqueza natural. En cambio la filosofía del papa es considerar a la tierra como riqueza natural que debemos, evidentemente, conservar, ayudar a regenerarse. La filosofía del mercado capitalista es de considerar a la tierra como un recurso natural que se debe explotar. ,

 

– PE: Si este acuerdo de París no satisface, ¿qué resta?, ¿qué se debe esperar?

 

-FH- Yo pienso que este momento nos ayuda a precisar el pensamiento y estrategias, porque, evidentemente, la conferencia de París se inscribe dentro de un proceso, no es el final. Dentro de cinco años vamos a tener nuevamente una conferencia internacional para ver si se aplicó o no se aplicó. Y debemos prepararnos, especialmente nosotros, los cristianos, con la orientación de la encíclica del papa Francisco, a reflexionar más a profundidad sobre lo que ha pasado en París, y sobre esa reflexión ver cómo re-expresar las metas, cómo recuperar al menos una parte de lo que fue excluido, como corregir eventualmente las propuestas, y así trabajar a fondo sobre eso.

Después, también promover y participar a los movimientos sociales que entienden eso. Pienso, por ejemplo, en el movimiento de la Vía Campesina, que es el movimiento de coordinación de los movimientos campesinos en el mundo, y que tiene posiciones muy claras; Yo pienso que ellos también se van a movilizar, y creo que también nuestra actuación como cristianos va a ser la de participar en una nueva movilización. Ese es tal vez un logro de la Conferencia de París, es decir de ayudar a concretizar mejor las metas fundamentales. Reflexionar desde un punto de vista social y político, pero también desde un punto de vista cristiano, y ahí la encíclica nos da toda la base. Por otra parte, se debe desarrollar estrategias de protestas y de propuestas nuevas, y creo que sí es el momento. Según los expertos, no tenemos mucho tiempo. Según los expertos tenemos aún hasta el 2030 para tomar medidas drásticas, fuertes; después será demasiado tarde. Así, se debe también transmitir el sentido de la urgencia del problema, y que podemos actuar. La humanidad tiene la capacidad, tiene también la posibilidad financiera. Por ejemplo se gastó mucho más para salvar los bancos, por la crisis financiera del 2008 que lo que se propone en la conferencia de París para salvar el clima. Y lo que se propone en París, según otra agencia de Naciones Unidas, es 10 veces menor frente a la necesidad. Si se ve el dinero que existe en los paraísos fiscales, con ello se podría financiar durante 6 años el programa más costoso que apruebe la agencia internacional de energía de naciones Unidas. Entonces, el dinero existe.

La humanidad tiene la posibilidad material de realizar los pasos necesarios, pero lo que no existe es la voluntad política. Por eso debemos trabajar para hacer cambiar la voluntad política individual de cada país, así como la voluntad colectiva de los países de las naciones unidas.

 


 

Entrevista publicada en el Boletín Punto de Encuentro, diciembre 2015

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