Según un estudio divulgado este lunes por el Banco Mundial (BM), durante la última década han existido avances importantes en el tema de reconocimiento, desarrollo social y participación política de los pueblos indígenas en América Latina, sin embargo esta población continúa siendo una de las más afectadas por la pobreza y la pobreza extrema.
El vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Jorge Familiar, destacó que la profunda transformación social que ha experimentado la región contribuyó a disminuir la pobreza y aumentar la clase media, sin embargo los pueblos originarios se beneficiaron menos que el resto de la población.
Según la versión difundida por la Agencia CERIGUA, el estudio titulado “Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI” expresa que los pueblos indígenas representan el 8 por ciento de los habitantes de Latinoamericana, aproximadamente 42 millones de personas, pero son el 14 por ciento quienes viven en condiciones de pobreza y el 17 por ciento en condiciones de extrema pobreza.
Casi la mitad de esta población, contrario a la creencia popular, reside en zonas urbanas, pero incluso en las ciudades suelen vivir en condiciones menos seguras, menos higiénicas, más propensas a los desastres naturales y reciben salarios menores que los ciudadanos no indígenas, aunque tengan el mismo nivel de escolaridad.
Pese a las precarias situaciones que enfrentan en las grandes urbes, los indígenas que viven en las metrópolis tienen mayores ventajas que sus pares en el área rural; el estudio destaca que la población indígena urbana tienen 1.5 veces más acceso a servicio eléctrico y 1.7 veces más acceso al agua entubada, mientras que en el tema escolar tienen 1.6 más posibilidades de concluir la educación primaria, 3.6 más posibilidades de terminar la secundaria y 7.7 de finalizar el grado medio.
En el tema laboral, el informe detalla que los indígenas tienen una mayor posibilidad de obtener un empleo precario y mal remunerado; en el caso de Ecuador y Guatemala, la posibilidad de ocuparse en el sector informal aumenta en un 12 y 18 por ciento, respectivamente, si la persona es indígena.
En el caso de las mujeres, la brecha salarial es mucho mayor que para los hombres; en Bolivia las indígenas ganan aproximadamente 60 por ciento menos que las mujeres no indígenas, por el mismo tipo de trabajo.
El informe advierte que los pueblos originarios han sido relegados también de las nuevas tecnologías, pues aunque América Latina se ha convertido en el segundo mercado de crecimiento a nivel mundial en telefonía móvil, los indígenas tienen la mitad de probabilidades de poseer un celular.
La brecha digital refuerza formas preexistentes de exclusión, debido a que el acceso a nuevas tecnologías se ha convertido en un aspecto fundamental del capital social en sociedades latinoamericanas cada vez más globalizadas, añade el documento.
Si queremos lograr nuestros objetivos de reducir la pobreza e impulsar la prosperidad compartida, tenemos que luchar contra la discriminación y exclusión para que todos los latinoamericanos cuenten con las mismas oportunidades de tener una vida mejor, aseguró Familiar.
Por su parte, Ede Ijjasz-Vásquez, director senior del BM para la Práctica Mundial de Desarrollo Rural, Social y Resiliencia, dijo que si los pueblos originarios asumen su papel como actores claves en la agenda post-2015, sus voces e ideas deben ser tomadas en cuenta.
Incluir a los pueblos indígenas en las políticas y programas de desarrollo no es únicamente para reducir la pobreza, sino que es un proceso para aumentar sus oportunidades de ser miembros activos de la sociedad; su inclusión no es solamente moralmente correcta, sino que es económicamente adecuada para las naciones, aseguró.
Fuente: Cerigua
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