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Injusticia, dolor y muerte en Curuguaty

SIGNIS ALC

22 agosto 2016

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Injusticia, dolor y muerte en Curuguaty

El reportaje aborda sobre la masacre que dejó 17 muertos en Curuguaty

El presente reportaje aborda sobre la masacre que dejó 17 muertos en Curuguaty, a consecuencia de la mala distribución de tierras y el decadente sistema judicial paraguayo.

 

Los hechos: 11 campesinos y 6 policías muertos es el saldo que dejó un violento desalojo realizado en Marina Kue, Curuguaty, distante unos 250 km de la capital asuncena.

 

El 12 de junio de 2016 se recordó 4 años de aquel luctuoso hecho donde un contingente de 300 miembros de la fuerza policial fue con la idea de desalojar a 70 campesinos de las tierras de Marina Kue, que, según la Fiscalía pertenecía por usucapión a Blas N. Riquelme y según la defensa, las tierras legalmente era del estado paraguayo. Pues, nunca se demostró que estaba a nombre del ex político colorado.

 

Elemento que consolidó la no existencia de “invasión” por parte de los campesinos.

 

Aquel supuesto desalojo culminó con la “Masacre de Curuguaty” y la destitución, a través de un dudoso y apresurado juicio político del Presidente Fernando Lugo y la asunción del Vicepresidente Federico Franco.

 

Lo hecho y lo concreto es que durante el litigio judicial se ha demostrado más incongruencia que certeza lo que despertó la indignación y duda en varios sectores de la sociedad, incluyendo a la Iglesia católica paraguaya en su conjunto, que tuvo que asumir una postura al respecto.

 

“Compartimos la perplejidad de muchos ciudadanos ante hechos mencionados en la opinión pú- blica en relación a los involucrados campesinos procesados y fuerzas policiales”

 

Los órganos públicos deben garantizar la transparencia del proceso y la indubitabilidad de sus acciones para que la sentencia que emane sea verdaderamente justa para todos los actores y sectores involucrados”. (Comunicado de los obispos del Paraguay, Ypacaraí, 11 de marzo de 2016)

 

Radio Periferia
Como Radio Cáritas y en particular, como programa “Buenos días Caritas” planteamos la posibilidad dentro del espacio radial de insertarnos en el día a día de nuestra gente, de nuestro pueblo. Por ello, a partir del anuncio del Papa Francisco “vayan a las periferias” nos embarcamos como radio de identidad católica en todos los sectores donde está la gente y su historia y en particular la gente necesitada.

 

Este espacio radial que va de 7 a 9 de la mañana todos los sábados incluye en su formato un día de salida llamado “Radio Periferia” y en ese sentido, una de las emisiones dedicó a este grupo de campesinos procesados por el caso Curuguaty quienes se encontraban, antes de la sentencia, en el Albergue “Virgen de la Merced”, ubicado en las cercanías del Estadio Defensores del Chaco y a 10 minutos del Poder Judicial.

 

La idea fundamentalmente era conocer a la persona. “No a la víctima, ni al victimario” como lo cataloga la óptica judicial. Deseábamos saber qué pensaba y cómo vivían en todo estos tiempos en la ciudad, en el albergue, fuera de su hábitat tradicional que es el campo.

 

En ese momento, no hablé de la situación jurídica ni el proceso judicial que llevaban a cuesta porque de eso se sabe demasiado y ya se ha hablado en reiteradas ocasiones.

 

Quería saber la historia de ese hombre campesino cuya vida cambió radicalmente a partir del 12 de junio de 2012.

 

Nuestra experiencia con Radio Periferia

 

Aquel sábado 18 de junio, cuando la temperatura promediaba los 7 grados, llegué al albergue “Virgen de la Merced” a las 6.55. En la portería, me atendió una persona muy amable quien registró mis datos personales y dejó que ingresara.

 

El lugar era una especie de inquilinato donde hay varias piezas pequeñitas, algunas con baños independientes, otras de uso comunitario. No había mucho verde.

 

Es habitual encontrar este tipo de vivienda que son alquiladas a los provenientes del campo que desean trabajar en Asunción.

 

En el salón comunitario me esperaban ansiosos, tal vez; muchos de ellos preguntándose cómo funciona una radio fuera de su estación central. Al saludarlos a cada uno, noté rostros con dudas y miedo. La mayoría estaban ensimismados.

 

Mi operador, Gustavo había venido antes para instalar todo el equipo y hacer las pruebas pertinentes. A diferencia de los anteriores programas, con esta entramos “al aire” de forma pausada, explicando a la audiencia el motivo de nuestra visita y el tema central del día.

 

Nos sentamos en círculo agradecí al Padre German, un sacerdote uruguayo que convive y rea- liza trabajos pastorales en la zona ribereña de Asunción, “Bañado Sur”. Acompañó desde un principio a los campesinos procesados y el caso Curuguaty.

 

Comenzamos hablando con el Padre German quien además está acompañando una difícil situación de los ribereños quienes ocupan varias plazas y espacios públicos desde enero de este año por la suba del Río Paraguay.

 

Durante la conversación rescaté algo alentador que si el Ministerio de Justicia lo trabaja con seriedad podría ser muy útil para que haya una verdadera reinserción de los que van a la cárcel de Tacumbú, donde hay cuatro mil presos para una capacidad de mil quinientas personas.

 

El Padre German me contó que el albergue es un proyecto encaminado por el sacerdote Luis Arias, responsable de la Pastoral Penitenciaria.

 

A mi izquierda se encontraba Luis Olmedo, joven de 25 años a quien hice una broma sobre su vestimenta con los colores del Olimpia, uno de los clubes más populares del país, para desbloquear aquella timidez que denotaba.

 

En un momento dado de la conversación pregunté a Luis, cómo quedó su familia después de aquel acontecimiento. Me contó que tiene una pareja también procesada por el mismo caso y conviviendo con él. Tuvieron un hijo con quien compartían en el albergue hasta el día de la sentencia. Ahora, su esposa cumple condena en su domicilio y Luis fue trasladado a Emboscada.

 

Luis, me contó que su mamá había fallecido hace un año. Hice el máximo esfuerzo por contener mis emociones y pregunté qué pasó. Me dijo que la madre estaba muy preocupada y enfermó. Luis ya no pudo contener las lágrimas, lloró amargamente.

 

Pensé en mi madre, cuando luego de llegar de la Universidad, siempre estaba sentada al borde de su cama esperándome. Antes, no podía dormir. “La cherajy siempre oporandu ndahamo´aitipa” (Mi hija siempre me pregunta si aún no voy a ir) me dice Néstor Castro quien tiene una nena que va al preescolar y también entre lágrimas en los ojos dice que la ve cada tanto gracias a la ayuda que recibe a través de la Iglesia y algunas organizaciones solidarias.

 

Adalberto Castro, hermano del anterior y uno de los acusados y sentenciados a 4 años de cárcel nos contó que antes de la masacre de Curuguaty vivía con sus padres junto con su pareja y otros siete hermanos en un terreno de diez hectáreas.

 

Este es el motivo principal por el que aquellos campesinos ocuparon las tierras de “Marina Kue” y cuya consecuencia es la masacre de Curuguaty. “Roipota la ore yvyrami (Queríamos un pedazo de tierra)” Fue la frase con la que coincidieron los campesinos con quienes hablamos ese día.

 

“Camila héra la che rajy” (Camila se llama mi hija), contó entre lágrimas Adalberto al recordar a su hija.

 

Cuando pregunté a Adalberto sobre su hija me contó que tiene una pequeña nena quien el 1 de setiembre cumple un año a quien escucha balbucear por teléfono y ve las fotografías enviadas por sus familiares porque la extrema pobreza en que viven no ayuda para costear los pasajes de la hija para verla constantemente.

 

Muchos de ellos vivían en casa de sus padres con otros hermanos que a su vez ya tenían parejas e hijos conviviendo todos en un mismo lugar.

 

Aquel año (2012), según me contaron tenían la promesa, incluso de las autoridades de turno que se resolvería la falta de tierras y que cada uno de ellos tendría acceso a una propiedad para ali- mentarse y alimentar dignamente a sus familias. Con Juan Carlos Tillería hablamos de la vida que llevaba como padre de familia y su colaboración como catequista en una pequeña localidad de Curuguaty.

 

Cuando reflexionamos sobre el campesino y la tierra me di cuenta que el tiempo era insuficiente, pero luego me puse a analizar la compleja situación que arrastra el campesinado paraguayo des- de 1870 después de que culminara la vergonzosa guerra contra la triple alianza en donde los intereses externo también imprimió su fuerza para quedarse con gran parte del territorio patrio.

 

Un gran obispo llamado Juan Sinforiano Bogarín recorrió a pie todo el territorio paraguayo evangelizando y escuchando los clamores de la gente más pobre del campo durante el siglo XX. Aquel obispo ya nos advertía en 1914, a través de su carta pastoral la importancia de centrar la atención sobre el sector campesino.

 

En el 2015, el Papa Francisco citando un documento publicado por los obispos del Paraguay en 1983, también reiteraba la necesidad de ceder tierras a los hombres de campo, “Todo campesino tiene derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde pueda establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial.

 

Este derecho debe estar garantizado para que su ejercicio no sea ilusorio sino real. Lo cual significa que, además del título de propiedad, el campesino debe contar con medios de educación técnica, crédito, seguros y comercialización” (Carta EncíclicaLaudato SI, 94).

 

La Federación Nacional Campesina (FNC) estima que cerca de 300.000 campesinos carecen de terrenos para cultivar en Paraguay, uno de los países del mundo con mayor desigualdad en la posesión de tierras, donde menos del 3 % de la población es dueña de cerca del 85 % de la tierra, según datos de la ONG Oxfam.

 

Según la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay, desde 1989, año de la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, fueron asesinados o desaparecidos al menos 117 líderes campesinos, crímenes que no han sido esclarecidos.

 

Qué nos enseña Radio Periferia

 

Que hay una vida más allá de la zona de confort que es el estudio y los micrófonos desde donde juzgamos todos los días los hechos.

 

Con Radio Periferia descubrimos que el contexto desde donde se narran los hechos los elementos que hacen a la narración fortalece la verdad.

 

Estando de cerca con la gente descubrimos que hay minúsculas historias que hablan, desde la forma de caminar – si arrastra o nos los pies – la persona entrevistada nos dice mucho.

 

Rescatamos historia que el entrevistado ante las “formalidades” de los estudios de entrevistas y teléfonos se guarda porque no hay un contacto directo.

 

Radio Periferia nos enseñó que debemos, no solamente reportar las noticias puntuales, que duran dos minutos máximo, y no se profundizan los temas.

 

Aún con las dos horas que dedicamos al caso de los procesados de Curuguaty fue insuficiente. Pero, la comunicación es real y cercana y tiene mayor beneficio.

 

Con esta experiencia comprobamos que podemos llegar a las “periferias existenciales” y nos alienta a seguir visitando a la gente para con la gente y desde su perspectiva.

 

La justicia paraguaya y su credibilidad

 

El juez, Ramón Trinidad Zelaya fue el principal protagonista de dar “el tiro de suerte” a los campesinos procesados el día del juicio final ¿Quién es Ramón Trinidad Zelaya?

 

Nada más y nada menos que acusado por supuestamente haber recibido coima en el año 2006. Ingresó esposado al Penal de Tacumbú, pero fue inmediatamente liberado por falta de pruebas.

 

El supuesto delito: liberar un camión por la suma de USD 5.000.

 

Trinidad se desempeñaba hace 10 años atrás como agente fiscal del Departamento de Canindeyú y se vio involucrado en aquel caso e investigado por el entonces fiscal anticorrupción y hoy senador Arnaldo Giuzzio.

 

http://www.abc.com.py/lectores-opinan/
el-prontuario-de-su-senoria-1499414.html

 

Vaya vuelta que da el destino justiciero de la vida, hoy, siendo juez encarcela a campesinos sin pruebas contundentes y al él lo liberaron en aquel entonces porque no había prueba fehaciente en su contra.

 

El derecho procesal penal validó en su causa lo que para los campesinos no: “in dubio pro reo” (ante la duda, a favor del reo).

 

Lo cierto y lo concreto es que el proceso jurídico y su resolución confirmó lo que para muchos re- presentaba la justicia paraguaya y lo resume una frase: “Para los pobres no hay justicia”.

 

El Tribunal Supremo de Justicia hace rato adolece de credibilidad. Nadie cree en ella y eso lo pone en tela de juicio.

 

Dos grandes sociólogos y analistas nos confirman esta tesis. Por un lado, el PHD en sociología Ramón Foguel dice que “Hay una perversión des- de el momento en que la justicia sale a favor de los que se apropian de forma ilícita de los bienes públicos que es el caso de las tierras de Marina Cué, entonces allí hay un problema serio. La justicia que no solamente sale a favor de los que tienen intereses irregulares, sino condena aprovechar las tierras fiscales (…) La justicia es un problema muy serio, la sentencia no solamente es un escarnio y una burla a la ciudadanía, sino que deja muy mal parado al país. Nosotros estamos categorizados como un país sin ningún estado de derecho por eso no hay inversiones”.

 

https://soundcloud.com/anibal-cas- co-732996600/entrevista-a-ramon-foguel-ra- dio-caritas-680-am y por otro lado, José “Pepito Morinigo”, sociólogo de marcada trayectoria en nuestro país dice “Aquí lo que se tenía que haber hecho es que antes exigir un proceso serio, un proceso debido y una información adecuada porque de lo contrario esto nos puede llevar a una suerte de grave problema con respecto al poder judicial que de hecho ya lo tiene y si empezamos a indagar y analizar eso, el poder judicial puede tener una serie de inconvenientes en el futuro porque si carece de credibilidad no tiene sentido que exista un poder judicial que asume una independencia que lo más probable es que no lo tenga”.

 

https: //soundcloud. com/anibal-cas – co-732996600/pepito-morinigo

Eso sin contar los otros detalles relacionados a casos de corrupción por parte de connotados políticos que ocupan una banca en el Parlamen- to y Agentes de la Interpol, División Antimafia y oficiales de la Policía Nacional quienes están en la mira por el vinculo que hay con Pérez Corradi (acusado por narcotráfico) y la denuncia que hi- ciera este antes de partir hacia la Argentina.

 

Toda esta lista de irregularidades pone a la justicia paraguaya en tercer lugar de entre los peores de Latinoamérica como sistema judicial.

 

http://www.ultimahora.com/paraguay-es-el- tercer -peor -pais-del-mundo-el-ranking-justi- cia-n805886.html

 

Crónica de una sentencia anunciada

 

El juicio culmina luego de 4 años con la sentencia de todos los procesados. Según contó el Padre Oliva en un programa de televisión se sabía que los campesinos serían sentenciados porque de lo contrario la causa inicial derrumbaría toda la torre de naipes armada hasta el momento y eso sería un retroceso para el sector que apoya la condena a campesinos.

 

Pero, por lo menos teníamos la esperanza, dice el Padre Oliva, de que sean sentenciados a 4 ó 6 años de cárcel.

 

No fue así. El declarado como líder Rubén Villalba recibió una condena de 35 años; Luis Olmedo,

20 años; Néstor Castro Benítez y Arnaldo Quintana, 18 años.

 

Fueron condenados, a 4 años de cárcel cada uno, Felipe Benítez Balmori, Adalberto Castro, Alcides Ramírez, Juan Tillería y a Lucía Agüero, María Fany Olmedo y Dolores López lo condenaron a seis años de pena privativa de libertad.

 

Con la salvedad de que los condenados a cuatro años fueron puesto en libertad. Pues, compurgaron durante el proceso y las mujeres deberán cumplir la sentencia en sus domicilios particulares.

 

Judicialmente hablando, es mucha la duda que se teje en torno a los elementos que fueron considerados por la Fiscalía para juzgar a los campe- sinos; escopetas no disparadas, cocos, garrotes de madera, honditas, papel higiénico, celulares y otras herramientas de uso casero.

También la duda se instaló a partir de la pérdida de una cámara del helicóptero que en el momento de la masacre sobrevolaba la zona registrando todos los hechos, incluso las imágenes captadas llegaba al instante en una base de datos de Asunción. Tiempo después también falleció en un accidente el oficial quien tripulaba en aquel entonces el helicóptero Robinson.

 

A los condenados a cumplir penas de 35, 20 y 18 años lo sentenciaron sin pruebas. No hay nada contundente que demuestre que fueron ellos los que dispararon y mataron.

 

Lo peor de la situación es que la Fiscalía investigó la muerte de los 6 policías y no el de los 11 campesinos, aun habiendo piezas valiosísimas que se pudo haber incorporado a la investigación y seguramente con ellas dilucidar mejor lo sucedido. Un canal de televisión captó un día después de aquella masacre dos cuerpos de campesinos tendidos en la zona. Incluso, se observa el momento en que el lugar que debería ser custodiado e investigado exhaustivamente, luego de lo acontecido, estaba desprotegido y contaminado para las investigaciones.

 

Los abogados defensores por parte de los campesinos anunciaron que apelarían la sentencia y que denunciarían las irregularidades del proceso ante organismos internacionales.

 

Varios analistas ensayan críticas y respuesta, luego de lo sucedido, pero la mayoría coinciden en que Curuguaty es solamente un hecho más que refleja la decadente situación en la que se encuentra el Poder Judicial y es urgente replantear la constitución que avala a dicho órgano de tal manera que exista una independencia absoluta de los demás poderes del Estado.

 

Este artículo fue escrito por Aníbal Casco, para la revista Punto de Encuentro, agosto 2016.

Aníbal Casco es Secretario Ejecutivo de Comunicación de la Conferencia Episcopal Paraguay – CEP Miembro de la Asociación Católica de Comunicadores de Paraguay – ACCP

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