“Es necesario pasar de una democracia de electores, a una democracia de participación, es decir, a una democracia de ciudadanos con capacidad de incidencia y poder real”, expresó el presidente de la Comisión de Comunicación del CELAM, monseñor Heriberto Bodeant, al intervenir en el panel inaugural del Congreso Latinoamericano y Caribeño de Comunicación, V COMLAC, que se lleva a cabo en Asunción, Paraguay. Resaltó el valor de la democracia, recordando que quienes han pasado por la experiencia de perder la democracia y probar ‘otras formas’, han “aprendido dolorosamente su valor”.
Según dijo, los comunicadores pueden contribuir a fortalecer la democracia cuando “los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural”, conforme así lo expresara el ahora papa emérito, Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in Veritate (CV 73).
Agregó que, así también, los comunicadores contribuyen al enriquecimiento de la democracia y la ciudadanía creando puentes dentro de una sociedad disgregada, fragmentada, “que no solo separa ‘excluidos’ de ‘integrados’, sino que atraviesa también esos dos campos”. Recordó lo expresado por el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales de este año, cuando señalaba que “La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad.”
Alentó a los comunicadores a buscar la verdad en la sociedad de la superficialidad y la inconsistencia, al comentar que en algunos medios ha visto y “sufrido los empeños de mostrar la realidad ‘cuanto peor mejor’ con un total desdén no sólo por la verdad, sino también por la dignidad de las personas, privilegiando el sensacionalismo y amarillismo sobre el servicio”. “El derecho a la información veraz es indudable; el derecho a la dignidad y a la buena fama de las personas también”, subrrayó.
Finalmente señaló que es necesario “atreverse a proponer la profundidad de la Misericordia en la sociedad del entretenimiento” y explicó que la Misericordia debe hacerse “desde lo más profundo de la persona”, porque “si no hay un profundo sentimiento de solidaridad por la miseria del otro, pueden volverse banales”.
A este propósito recordó una frase “atribuida a la Madre Teresa: “Preferiría cometer errores con gentileza y compasión antes que obrar milagros con descortesía y dureza”.
“Más allá de este Año Jubilar, sigamos buscando y haciendo hablar a los testigos de auténtica Misericordia, convencidos, con Francisco, de que “la Misericordia cambia el mundo”, concluyó.
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