El alcance de este artículo tiene la limitación propia del desarrollo que exige el tema. Sin embargo nuestra pretensión se ajusta a presentar un concepto, una actividad de vital importancia para profesionales de la comunicación que forman parte de Latinoamérica y el Caribe.
El contenido de esta propuesta tiene la direccionalidad del pensamiento de Paulo Freire y Mario Kaplún y se apoya en los progresos que en el campo ha realizado el brasileño Ismar Oliveira Soares
Imaginemos a un joven o a un colectivo de jóvenes, habitantes de Latinoamérica o el Caribe, sensibilizados por las condiciones sociales y políticas que grupos de poder producen al arrojar a adolescentes y niños a una condición de vida de alta vulnerabilidad
Imaginemos escenarios de discriminación, persecución política, destrucción del medio ambiente, trata de personas y narcotráfico, como también acciones de extractivismo por parte de intereses solo económicos por los recursos naturales, agraviando la sustentabilidad de los distintos países del continente.
Podemos imaginar también que esos jóvenes encierran inquietudes, deseos y potencial, para que con sus saberes y capacidades, se transformen en motores de cambio de esos u otros escenarios injustos.
¿Quiénes de esos jóvenes tendrían más ventajas de generar transformaciones en el orden de lo social y cultural? La respuesta es: los comunicadores y los educadores.
Pero podríamos imaginar aún más y preguntarnos si la comunicación y la educación juntas pueden complementarse, fundirse, atravesarse y dialogar entre ellas para que el fruto de esa estrategia sea un recurso eficaz para la transformación social.
Es menester que quien se compromete en un camino de luchas contra la injusticia social pueda apoyarse en recursos que lo animen a transitar y perdurar en el andar con la certeza de que su esfuerzo generará una sociedad nueva.
Felizmente hay quienes hace más de 50 años, siendo jóvenes, tuvieron la inteligencia, la capacidad y la osadía de dar los pasos fundacionales de lo que hoy se conoce como Educomunicación.
¿Qué es la Educomunicación?
Lo primero que se evidencia es que en el propio término confluyen dos conceptos que representan a campos distintos. Uno, la comunicación y el otro la educación. ¿Y por qué tendríamos que aproximar esos dos campos?
En primer lugar porque, especialmente en Latinoamérica, ya tienen un camino de desarrollo conjunto con resultados comprobables en distintas prácticas sociales y culturales con impacto en el orden de la transformación social.
Sin embargo para entender esta propuesta debemos transitar por algunas cuestiones que tienen su complejidad.
Tanto la educación como la comunicación son instituciones a las que la sociedad les adjudica buenas intencionalidades. Los políticos llenan su discurso alabando la importancia que tiene la educación para las naciones y la incidencia que tienen los medios de comunicación para expresar la verdad en las sociedades democráticas, etc.
Pero posicionándonos críticamente frente a estos dos campos, observamos que estas instituciones, con el grado de desarrollo histórico y tecnológico que han alcanzado, debieran haber contribuido a generar un mundo de mayor equidad social, ya que en las personas -a través de la comunicación y la educación-, se construye el imaginario social que las llevará a actuar en el desarrollo de su cultura y por ende, de su sociedad. La realidad, especialmente en Latinoamérica y el Caribe, nos indica que históricamente los hechos muestran consecuencias adversas para sus pueblos.
¿Es esto un fracaso de la educación y la comunicación? No, si lo leemos desde la lógica histórica que gobernó nuestro continente. Una lógica colonialista proveniente de una matriz eurocéntrica, no solo en el terreno de lo económico, sino principalmente en el epistemológico. Es decir aquello que construyó nuestra lógica de conocimiento, la forma de mirar el mundo y conocer la realidad, se instituyó de una manera muy fuerte. Es la concepción que se enseña en la mayoría de las Universidades, es decir los lugares donde se legitiman los saberes, espacio del que de una u otra forma se derivan las corrientes pedagógicas y la formas comunicacionales de informar la realidad.
En términos históricos y generales, esto se tradujo en una educación de carácter iluminista donde el docente es el que tiene todos los conocimientos y el alumno individuo es un receptor más o menos disciplinado que recibe el “saber” de forma vertical y unidireccional
Paulo Freire (Recife, 1921- São Paulo, 1997) fue quien dio el puntapié inicial, señalando con los conceptos de su teoría de la “educación bancaria”, a esta forma de enseñar que había que superar. En su obra “Extensión y Comunicación”, Paulo Freire afirma: “La educación es comunicación, es diálogo, en la medida en que no es transferencia de saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores, que buscan la significación de los significados”. Y su teoría, aunque muy conocida en el campo de la educación, tuvo más reconocimiento en el orden de lo teórico que en implementación histórica en el sistema educativo.
Es justo señalar que a lo largo de los últimos años algunas corrientes críticas dentro de la educación intentan corregir y actualizar nuevas formas de educar que respondan más a las realidades contextuales, pero en líneas generales el sistema formal de enseñanza sigue consolidado en visiones positivistas y enciclopedistas con pretensiones de actualización
No obstante sería injusto desestimar caminos de investigación que intentan superar una forma de enseñar acorde a los nuevos desafíos culturales llenos de complejidad y a las disciplinas que exceden el campo educativo. Escenario, donde muchas veces, se manifiestan modos de conflictividad social de violencia dinámica.
En relación con la comunicación, si la vinculamos con la producción mediática, es fácil aceptar que los grandes medios hegemónicos manipulan los hechos que informan, subordinados a los intereses del poder político o económico. Lo cierto es que su principal falencia es el desapego a informar desde la verdad de los hechos, aún con lo que implica la subjetividad profesional y la limitación natural propia del medio. Hoy se construye para la peligrosa pos verdad (no importa si es verdad o no, sino si se cree que es verdad).
No obstante, ahondar acerca de las afirmaciones que realizamos de la educación y la comunicación merece la continuidad y profundización que en estos dos campos se vienen realizando.
Desde la postura y visión que enunciamos, presentamos algunos conceptos de la Educomunicación desde la perspectiva de que sea el propio lector quien haga un juego de contrastes con respecto a nuestra propuesta. Que sea él quien lo compare con la propia experiencia de lo que sucede en los dos campos más arriba presentados.
Partimos de una definición que ensaya quien en este campo es el más reconocido y actualizado desde la teoría y la experiencia práctica. Se trata del académico e investigador brasileño Ismar de Oliveira Soares:
“La educomunicación es un concepto que apunta a un conjunto de acciones que grupos de personas desarrollan intencionalmente para promover ecosistemas comunicativos abiertos, francos, democráticos, participativos que tienen como meta la práctica plena de la ciudadanía”
Lo primero que podríamos preguntarnos es de qué manera este concepto se ajusta a las prácticas educativas y/ o comunicacionales generalizadas y conocidas.
Si observamos la meta la podríamos definir como una necesidad fundamental para un cambio en el orden de lo personal y social. Que un ciudadano pueda practicar su propia condición en forma plena implica una tarea que exige la reunión de actores, escenarios, acciones y recursos que garanticen en términos reales el acceso a los medios de expresión. Al mismo tiempo, que esto no sea un acto individual sino colectivo que se realice con auténtico espíritu democrático de participación; es decir que contemple las diferencias y al mismo tiempo sea solidario.
Sin duda alguna, debiéramos garantizar como base una formación en la lectura crítica de los medios, ya que son sus discursos y formas los que inciden sobre la mirada del mundo. Esta metodología nunca hay que abandonarla. En este campo se ha trabajado bastante; sin embargo esta praxis lectora no ha ingresado en forma definitiva como saber necesario en la currícula del sistema formal de enseñanza. Naturalmente llevar esta práctica en forma profunda implicaría poner en riesgo la propia funcionalidad del sistema educativo que hay que cambiar.
Pero la educomunicación tiene una perspectiva política de ir más allá de la teoría crítica de los medios
Al mismo tiempo – según la definición de educomunicación que hemos elegido -, debemos saber que las metas que ese grupo establece responden a intereses comunes en contextos culturales propios y en situaciones sociales diferenciadas. Es justo saber que hay escuelas en la alcaldía de San Pablo, Brasil, que han incorporado esta forma de enseñanza en su currícula, pero no es común en el resto de los países, en el sistema formal de enseñanza. En la región solo algunas escuelas lo hacen parcialmente.
Pero sí, podemos afirmar que existe un campo emergente de prácticas más generalizado en el ámbito de lo no formal, que cada vez tiene mayor desarrollo en América Latina. Grupos humanos realizan prácticas con metodologías propias que tiene como gran meta hacer cambios profundos en las políticas de comunicación. Estos escenarios tienen como principales actores a agentes de pastoral, agentes culturales, comunicadores y docentes que con expertiz en comunicación y educación logran resultados transformadores.
Las características de una Praxis Educomunicacional apuntan a que la experiencia sea un encuentro que forme y transforme, que establezca redes en la diversidad de experiencias y cree un clima de interacciones y respeto por los contextos y escenarios.
Este concepto de praxis fortalece la responsabilidad personal de todos los integrantes de las comunidades; las tareas son acordes a las potencialidades que cada uno pueda brindar. La experiencia es integradora y favorece a todos los actores involucrados en el proceso.
Promueve el diálogo circular, abierto y comprometido con el encuentro con el otro. Hay trabajo colaborativo, donde es importante la escucha; se concibe el aprendizaje como experiencia social.
Es este tipo de praxis, por sus características – sea realizada en el campo formal de la educación o en el informal- la que genera la formación ciudadana apta para habitar en una Cultura del Encuentro.
Equivocadamente se puede pensar que hacer educomunicación requiere de un aula o de un ámbito de formato educativo. Cualquier grupo de personas organizadas con un propósito de querer transformar su propia realidad contextual puede atender sus urgencias propias y diferenciadas de otros grupos, comunidades o naciones y es allí donde cada uno le dará importancia a un tema que no necesariamente una institución podría atender.
Énfasis o perspectivas
Las perspectivas de enfoque y acción educomunicativa pueden ser diversas. Todas ellas podríamos denominarlas como áreas de intervención donde se trabaja con distintos énfasis
En el caso de una educación escolar, la misma pondrá el énfasis desarrollando una pedagogía de la comunicación colaborativa, que es aquella que prioriza la cultura comunicacional abierta, horizontal democrática, en la que todos se sienten responsables y con pertenencia. Propicio para atravesar la totalidad de la práctica educativa, incluyendo las didácticas.
También puede colocarse el énfasis educomunicativo en la educación para la comunicación. Es poner la fuerza en el estudio sobre la ubicación de los medios de comunicación en las sociedades y su impacto en las mismas, organizando programas de recepción diseñados pedagógicamente. Esto se conoce como la educación para los medios y su lectura crítica, nombrada en Estados Unidos y Europa como media education y media literacy, respectivamente
Hay quienes encuentran en la expresión y arte un recurso articulador de la manifestación individual y colectiva, permitiendo recoger lo mejor de cada uno de los enfoques más innovadores de la alfabetización audiovisual y multimedia.
Desde la mediación tecnológica, valoramos la utilidad de la cultura digital contemporánea en forjar relaciones que transforman el encuentro desde la simultaneidad de tareas, multi- encuentros y convergencia de competencias. Las redes nos permiten contactarnos con gente que piensa y que trabaja de la misma forma. Podemos desde lo local influir y potenciar lo global.
Si la meta es el protagonismo comunitario para alcanzar el bien común y trabajar intencionalmente en ello, el énfasis estará en el compromiso ciudadano. Se alcanza con la formación de sujetos participativos, con opinión y liderazgo. El gran objetivo es: nuevos actores sociales para nuevas ciudadanías.
La comunicación con la ecología es un nuevo desarrollo de praxis educomunicativa porque trata de las relaciones entre las personas y el medio ambiente. El Papa Francisco, en el discurso a los Alcaldes del mundo en el 2015 dice: “no se puede separar al hombre del resto, hay una relación de incidencia mutua, sea el ambiente sobre la persona, sea de la persona en el modo como trata al medio ambiente”. Para una práctica de este tipo, contamos con la invalorable fuente que proporciona la encíclica de Francisco: Laudato si, sobre el cuidado de la Casa Común.
Debemos considerar también la comunicación con el trascendente. Se trata de acompañar la experiencia de búsqueda y de sentido con el Ser Superior que trasciende. Es inherente a la condición humana. Esta comunicación se realiza desde una visión integral que permite una realización plena.
Para el final, en materia de énfasis en la praxis educomunicativa, dejamos la reflexión epistemológica. Este énfasis vine desarrollándose en diversidad de niveles con expertos, estudiantes universitarios, investigadores y docentes
La búsqueda investigativa desde la metodología colaborativa, hace de este énfasis uno de los espacios prioritarios del argumento Educomunicacional con el cual es posible consolidar la consistencia de principios de paradigma emergente. Desde la perspectiva epistemológica, es necesario comprender los desafíos de las nuevas pautas de conocimiento que encierran las ciencias de la complejidad, de las lógicas no clásicas, la teoría de la acción colectiva, la bioética y todos aquellos saberes fundadores de nuevos paradigmas científicos.
La Educomunicación y concretamente las prácticas educomunicativas se encuentran, desde el punto de vista epistemológico, en el dominio o terreno de varios discursos científicos y teóricos. La reflexión dialógica entre teoría y práctica educomunicativa requiere ir de la inter a la transdisciplinariedad.
Es importante tomar conciencia que cualquier acto de transformación social supone un escenario que hay que cambiar y su cambio lo impulsa la propia injusticia que subyace en él. No se puede cambiar empleando viejas fórmulas apoyadas en una educación competitiva, llamada en muchos lugares de “excelencia” donde el motor es la meritocracia. No se puede cambiar si no operamos en nuestras propias instituciones con una mirada crítica para incidir y aportar en lo que hay que cambiar y fortalecer los logros obtenidos. No se puede avanzar en una sociedad que apoya su desarrollo en una lógica de mercado, que adopta lo que conviene en términos de rédito y descarta impunemente a sujetos que tienen un lugar naturalmente legítimo en la historia de su sociedad.
Paulo Freire decía: “No es la educación que cambia al mundo sino que cambia a las personas que cambian al mundo”
Creemos que en esta aseveración está la clave del giro de cómo debemos pararnos frente a nuestra cultura, la sociedad, las personas .Los principios y la filosofía de la educomunicación son la esencia de ese pensamiento. En su propio proceso hay un desarrollo del sujeto en función de un nuevo colectivo solidario.
Este es el campo propicio donde comunicadores y educadores pueden realizar proyectos que apunten a fortalecer acciones de grupos que vienen trabajando en distintos terrenos y difundir este tipo de práctica en aquellos que aún no tienen las herramientas para organizarse en este sentido.
Para esto es importante dar a conocer a través de las redes las experiencias que se están realizando, entender fundamentalmente los procesos que los grupos transitan. Conocer sus debilidades, sus claves, sus énfasis, sus metodologías, sus logros y sus resultados en términos de transformación.
Es bueno saber que SIGNIS ALC viene haciéndolo, en este sentido, hace tres años en forma conjunta con dos instituciones ocupadas en la misma labor. Se trata del proyecto Rededucom, cuyo diseño y desarrollo es compartido con el CELAM y las Hijas de María Auxiliadora.
Es importante saber que la Iglesia Latinoamericana viene desarrollando un compromiso que ha dejado muchas acciones positivas en materia de educomunicación a lo largo del continente desde la década del 60 y que hoy actualizamos legítimamente con una historia que impulsa la renovación del compromiso en nuevos contextos de evangelización.
Existe hoy una plataforma en perspectiva de crecimiento rededucom.org que profundiza, desarrolla y ejemplifica las aseveraciones que se exponen en este artículo, que intenta ser un estímulo para el lector a efectos de recorrerla y utilizarla como herramienta estratégica.
Debemos llegar a la misma convicción de los que nos anteceden en este campo ya consolidado y, al mismo tiempo, abierto a los procesos complejos que viven nuestras sociedades y culturas en Latinoamérica y Caribe. Debemos saber sacar provecho de las experiencias que fecundaron en acciones de transformación social.
Debemos llegar a la libre convicción de que el camino para nuestro querido continente es la educomunicación.
* Docente universitario en Didácticas de artes audiovisuales y de Teoría de la Comunicación en el nivel Superior de Enseñanza. Crítico de cine. Educomunicador. Actual Presidente de SIGNIS ALC.
Artículo publicado en la revista digital Punto de Encuentro, de SIGNIS ALC, junio 2017