Monseñor Erwin Kräutler llegó a la Prelatura del Xingú en 1965, de donde fue obispo de 1981 a 2015. Sus casi 54 años de misionero en la Amazonía brasileña le han permitido conocer y denunciar muchas situaciones de injusticia contra los pueblos y el medio ambiente, algunas de las cuales son narradas en el texto, dado a conocer por la REPAM-Brasil el último 5 de abril. Al mismo tiempo, coloca la importancia de algunos encuentros de la Iglesia católica, destacando el encuentro de Santarém, en 1972.
Finalmente, centrándose en el Sínodo para la Amazonía, hace algunas propuestas que, independientemente de que puedan ser aprobadas, deben ser tomadas en cuenta, especialmente por quienes tendrán voz y voto en la asamblea sinodal. Son propuestas que surgen del conocimiento, el compromiso, la preocupación y el amor por la Amazonía y sus pueblos de alguien que ha dado la vida por la región, poniéndola en riesgo en diferentes momentos, como fruto de su actitud profética.
Son ideas que vienen de lejos, pues no se puede olvidar que Monseñor Kräutler, en un encuentro en 2014 con el Papa Francisco, fue el primero en plantear abiertamente, en las más altas instancias vaticanas, cómo resolver el problema de la celebración eucarística en las comunidades amazónicas, a lo que el Papa le respondió que hiciesen propuestas valientes y osadas. Llegó la hora de hacer esas propuestas, de buscar nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. Tenemos entre manos un buen instrumento que nos puede orientar en esa tentativa.
En su conferencia, Mons. Erwin recuerda que el título escogido para su disertación le hace “recordar las palabras del Papa Francisco a los obispos de Brasil con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud en 2013 en Río de Janeiro. Llamó a la Amazonía de “prueba decisiva, banco de pruebas para la Iglesia y la sociedad brasileñas”. La defensa de la Amazonía en realidad no es sólo una prueba decisiva para Brasil, sino para toda la humanidad, pero de modo especial para el continente sudamericano.
En el sur y sureste de Brasil y en los gabinetes de Brasilia se defiende hasta el agotamiento el eslogan “La Amazonía es nuestra”. Tal vez sea aún consecuencia de un montaje en un ficticio libro escolar que habría circulado en los Estados Unidos en que en el mapa de América del Sur la Amazonía aparece como un enorme espacio blanco. La confusión llegó a tal punto que la Embajada de Brasil en Washington tuvo que manifestarse afirmando que se trataba de un fraude. Pero en las cabezas de unos y otros ese fantasma sigue existiendo hasta hoy.
“La Amazonía es nuestra” – Un Sínodo para la Pan-Amazonía.
Desde entonces las comunidades de la Amazonía se reunieron para responder a un cuestionario distribuido ampliamente junto con un texto introductorio que siguió el esquema VER – DISCERNIR – ACTUAR. El Papa no quiso sólo un análisis científico de coyuntura, sino que insistió en que el pueblo hablara, expresara y a en voz alta sus “alegrías y esperanzas, tristezas y angustias” [18]. El tradicional VER se convierte en un ESCUCHAR. En la reciente Constitución Apostólica “Episcopalis Communio” el Papa Francisco exige que el Sínodo de los Obispos sea “un instrumento privilegiado de escucha del Pueblo de Dios”.
El Papa quiere saber lo que el Pueblo de Dios piensa sobre “las amenazas y dificultades para la vida, el territorio y la cultura; sobre las aspiraciones y desafíos de los pueblos amazónicos en relación a la Iglesia y al mundo; que esperanza ofrece la presencia de la Iglesia a las comunidades amazónicas para la vida, el territorio y la cultura; como la comunidad cristiana puede responder ante situaciones de injusticia, pobreza, desigualdad, violencias (droga, explotación sexual, discriminación de los pueblos indígenas, migrantes, etc.) y de exclusión.
Sólo el 70% de las comunidades en la Amazonía brasileña tienen la gracia de participar de la celebración eucarística tres a cuatro veces al año. La Eucaristía, en vez de ser “la fuente y el ápice de toda la vida cristiana” se convierte en un acto litúrgico de excepción, “cosa de sacerdote”, cuando aparece unas pocas veces durante el año. Por eso el Consejo Pre-Sinodal, del que tengo el privilegio de hacer parte, formuló la pregunta al pueblo de Dios: “Uno de los grandes desafíos pastorales de la Amazonía es la imposibilidad de celebrar la Eucaristía con frecuencia y en todas partes. ¿Cómo responder a esa situación?
Fuente: REPAM
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