Bogotá, Colombia.- Son 50 años los que lleva Andrés Fernández, sacerdote colombiano, al servicio de los privados de libertad. “Estaba terminando el bachillerato e ingresando al seminario cuando empecé, en 1970”, cuenta a SIGNIS ALC. Desde entonces ha estado en salida misionera para llegar adonde muchos temen. Ha vivido momentos duros en medio de las cárceles sobre todo en los años 90 cuando las balaceras eran algo muy común.
Con altos y bajos “es un regalo de Dios” y asegura que en medio de la actual coyuntura del Covid-19 los problemas intramuro se han acentuado, pues “si antes de la pandemia se registraron motines y protestas por parte de los reclusos que reclamaban las posibilidades de atención profesional, ahora esta preocupación crece más”.
Hacinamiento en estaciones de policía
Fernández ha advertido que el hacinamiento sigue siendo un problema de alto riesgo en la propagación del coronavirus en los 132 establecimientos carcelarios del país. De una capacidad de 80.669 reclusos, las cifras alcanzan 92.000. “Quizá algunos dirán que no es tan alta, pero lo cierto es que en las estaciones de la policía y Unidades de Reacción Inmediata (URI) de la Fiscalía, el número sobrepasa la capacidad de estos recintos”, denuncia.
La propia Policía Nacional ha revelado en un informe que 16.796 personas (90,7%) se encuentran detenidas en las estaciones, mientras que 1.727 (9,3 %) en las URI cuando estos lugares cuando mucho pueden albergar 7.747, es decir, existe un hacinamiento del 139% incluso –agrega el presbítero– muchos de ellos con condena, pero que por tema de salud no son trasladados.
Por ahora “los capellanes hacen su esfuerzo en estos días de pandemia. Ha sido titánico, y quizá más afuera de las cárceles, buscando elementos de bioseguridad para los internos, porque en este contexto están cerradas y eso dificulta la labor humanitaria”.
23 años de Caminos de Libertad
El padre Andrés es reconocido en Colombia por Caminos de Libertad, una fundación que creó, hace 23 años, con la misión de atender integralmente a la población penitenciaria: “Conscientes de que nuestra tarea prioritaria es la evangelización; pero a la vez estamos convencidos que Jesús no sólo vino a salvar almas, sino al hombre en su integridad y realidad”.
Desde 1997 vienen brindando atención a los reclusos y a sus familias: “Tenemos un programa de brigadas integrales a los internos, compuestas por profesionales voluntarios, médicos, abogados, psicólogos, atendemos en los patios cada dos meses”.
También “abordamos el tema de capacitación con el que beneficiamos a 50 familias con encuentros mensuales en temas de formación espiritual y educación para el trabajo” de tal forma “puedan defenderse un poco”
En la sede de Bogotá, a pocas cuadras del Palacio de Nariño, brindan hospedaje a madres de reclusos que vienen desde ciudades distantes: “Vienen a visitar a sus hijos y no tienen dinero para pagar un hotel”. En fin, son muchos los servicios que ofrecen desde la fundación a todo el país.
En estos meses de emergencia sanitaria han logrado repartir 17.000 kit de aseo para que en las cárceles “puedan superar dificultades que muchas veces la familia no puede costear”.
Superar la indiferencia
Lo esencial es no ser indiferente, puesto que “cualquier cárcel del mundo aunque tenga muchas comodidades sigue siendo cárcel”, lamentablemente en Colombia los mayores problemas se encuentran en las prisiones de las ciudades principales como Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena.
Muchas de las demandas “sobrepasan la capacidad de respuesta del gobierno”, por tanto “es un camino largo, en líneas generales no hay una unificación de criterios para abordar el tema carcelario, eso repercute en el tema de la dignidad humana”.
“Uno sueña más bien con un país sin cárceles desafortunadamente son un mal necesario y en las condiciones actuales no hay otra alternativa”, admite.
Redacción: Ángel Alberto Morillo, corresponsal de SIGNIS ALC en Colombia