La crisis del medio ambiente es un problema político.
Con frecuencia los comentarios, las reflexiones, las loas o las críticas, que circulan profusamente en los medios de comunicación sobre la reciente encíclica del Papa Francisco acerca del cuidado de la tierra, parecen dirigidas a encontrar a los culpables del deterioro ambiental fuera, en los demás. La culpa casi siempre la tienen “otros”. Por eso resulta imprescindible cultivar en nosotros, como periodistas y como cristianos, una implicación, sincera, personal que se exprese en una actitud de responsabilidad y solidaridad y que empiece por dentro; por un cambio de valores, por un nuevo estilo de vida. Por una verdadera conversión personal.
Obviamente la crisis del medio ambiente es un problema político que requiere que los gobiernos tomen decisiones para disminuir las emisiones de carbono y para controlar la contaminación que producen las industrias y en particular las empresas extractivas. Es un problema político, de los estados, en el que los países ricos tienen que comprometerse más porque son los que más contaminan mientras que los efectos de la contaminación son muchos más agresivos y letales en los países pobres.
El problema de la tierra es de tal magnitud que se requiere un cambio de estructuras. Sí, como les dijo el Papa en Santa Cruz a los Movimientos Populares, se requiere un cambio de estructuras porque estamos atrapados en el engranaje de un sistema enloquecido por el lucro, un sistema que “mata”, el sistema del despilfarro y del descarte. Pero, recordó aquél día Francisco, “sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir. Hay que cambiar el corazón”.
Por eso estamos también ante un problema ético, en la medida en que, si no actuamos rápido, estaremos comprometiendo la salud de nuestra generación y de las siguientes, con inocultable culpabilidad, aunque sea por omisión.
Para los creyentes es además un problema de fe, de espiritualidad. El cambio de corazón y de actitud al que Francisco nos llama está hecho de solidaridad, responsabilidad, gratuidad y austeridad de vida. Es hacernos responsables de la vida de todos los hermanos, pero sobre todo, de los últimos, porque “hay una íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta”.
Hay quienes han dicho que la visión del Papa en Laudato Si es muy pesimista, muy crítica del progreso humano. Por el contrario, la alerta de Francisco es una invitación a toda la humanidad para reaccionar cuando todavía estamos a tiempo. Y ello se expresa bien en sus tweets de los días siguientes a la publicación de la encíclica: Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza. (19 de junio); Un gran reto: dejar de arruinar el jardín que Dios nos ha confiado para que todos puedan gozar de él (2 de julio). Es decir, Francisco le dice SÍ a un progreso solidario, y sostenible, respetuoso del ambiente, de los derechos de todos, generador de justicia y de equidad. Ese desarrollo no será posible si no con un cierto nivel, compartido de austeridad, armonía, solidaridad y alegría.
Cuidar este jardín que Dios nos ha confiado es tarea de todos, de muchos. La tarea es enorme, pero no es una tarea como otra cualquiera, es un desafío que, si lo tomamos en serio, cambiará nuestra vida. Hay muchos hombres y mujeres que hace mucho tiempo han hecho del cuidado de la naturaleza su opción de vida y que están actuando ya desde muchos lugares y de distintas formas. Como comunicadores nos toca, convertirnos en “repetidores” que recogen estas señales de vida, las reciben y las amplifican con el fin de lograr mayor alcance: al mismo tiempo nos toca dar testimonio de una vida solidaria, feliz y austera. Como dijo al Papa semanas antes de que apareciera su encíclica “cuando escuchamos que hay gente que se reúne para pensar cómo custodiar la Creación hay quienes dicen: ‘Pero no, esos son verdes’ ¡No, no son verdes! ¡Son cristianos!” concluyó Francisco.
* Comunicadora, socia y directiva de la Asociación Peruana de Comunicadores, APC (Signis-Perú)
Publicado en el Boletín Punto de Encuentro de Signis ALC, agosto 2015
DERECHOS RESERVADOS 2021
POWERED BY DanKorp Group. WEB SITES SOLUTIONS