Al terminar este año 2020, tan difícil para la humanidad, estamos invitados a renovar nuestra esperanza para el nuevo año. Es la esperanza que Dios nos va regalando a través de personas que creen y que aman. Al hablar de las tres virtudes teologales, el poeta francés Charles Peguy dice: “Colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores, que la llevan de la mano, la pequeña esperanza avanza”. ¿Qué experiencias vivas de fe y de caridad nos ayudan ahora a caminar con esperanza?
Los samaritanos de amor al prójimo en medio de la pandemia han sido las personas que trabajan en los centros de salud, en la atención a los enfermos, y tantas otras que se han hechos prójimos para ofrecer alimentos, medicinas, apoyo emocional, apoyo escolar a los niños, cuidados de personas mayores… Gracias a ellas vamos adelante; el amor nos abraza y nos cuida.
El confinamiento obligado por el Coronavirus ha intensificado como nunca el uso de medios digitales y redes sociales, para todo tipo de propósitos: comunicación, formación, cultura, trabajo, liturgia, oración, etc. Nunca habíamos encontrado tantas ofertas de retiros espirituales, cursos, charlas, conversatorios sobre ciencias, educación, artes… Lo mejor del espíritu humano ha viajado por todo el mundo digital y ha entrado a nuestra habitación. (Lástima que no ha podido llegar a todos por la desigualdad de acceso a las redes). Los medios digitales nos han ayudado a reconocernos unos a otros, estrechar vínculos, sabernos necesitados de los demás, transmitir palabras de aliento.
En nuestra misión de comunicadores habremos de seguir animando la esperanza con la narración de estas experiencias. Así nos lo propone el Papa Francisco: “En este mundo globalizado los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos[…] Pero es necesario verificar constantemente que las actuales formas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsqueda sincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los últimos, a la tarea de construir el bien común” (Fratelli tutti, 205)
Este año de la pandemia reinventamos el amor en sus formas más sencillas, más humildes, más cercanas. Las redes sociales nos ayudaron a ir a tanta gente, en tantas partes del mundo, y a reconocernos vecinos y hermanos. ¡Sigamos así! Gracias a este amor que nos abraza, cada día nos anima la esperanza. ¡Feliz y bendecido nuevo año!
Luis García Orso, S.J.
Asistente Eclesiástico de SIGNIS
México, 1° de enero de 2021
