Esta hermosa historia tiene enorme relación con las responsabilidades y acciones .
Responsabilidades compartidas La siguiente historia me la contaron en una comunidad indígena de los andes ecuatorianos: “Un voraz incendio en el bosque provoca que los animalitos huyan despavoridos, en estampida. Solamente un colibrí entra al bosque y sale después de un rato, y vuelve a entrar y a salir, sin pausa, repetidas veces. Al verlo en este afán, le pregunta el hermano zorro: ¿y tú qué haces que vas y vienes y vuelves a entrar y salir exponiendo tu vida? A lo que responde el colibrí: llevo agua en mi pico para echarla sobre las llamas. Entonces un coro desafinado comenta que ¡está loco!, que ¡cómo espera apagar semejante fuego con esas gotitas de agua que lleva en su piquito! El colibrí les queda viendo, sorprendido, y les dice: pues no sé cuánto contribuyo a combatir el fuego, pero sí sé que estoy cumpliendo con mi parte, y si en vez de huir y resignarnos a perder nuestro bosque, nuestra casa, nuestra vida, todos hiciéramos nuestra tarea, cada uno llevando agua según sus posibilidades, seguramente que podríamos controlar el incendio”.
Esta hermosa historia tiene enorme relación con las responsabilidades y acciones en la lucha contra las causas y los efectos del cambio climático. Como el hermano colibrí, poco podremos conseguir si no participa el conjunto de los otros países en un problema que tiene carácter universal y donde las causas del calentamiento, si bien están también parcialmente en nuestros territorios, son gigantescamente mayores en las sociedades del capitalismo avanzado, o mejor dicho del capitalismo salvaje. Pero, paradojas de la vida, las mayores resistencias a cumplir con su parte de responsabilidad, están precisamente en los países cuya economía y geopolítica se asienta en la producción de riqueza sin límites ni reparos con la vida en el planeta.
Es imprescindible que cada país y región reconozcan sus responsabilidades según los grados de afectación que provocan en la emisión del CO2, en la depredación de la naturaleza, en la disminución de la producción alimentaria y en los efectos que produce el calentamiento global con sequías y deshielos que están ocasionando irremediables daños ambientales, sociales y económicos para las sociedades de ahora y del futuro. Si bien la mayor responsabilidad está en los países cuyo desarrollo se asienta en la maquinaria del crecimiento ilimitado, los países de este lado del mundo no nos libramos de las complicidades en las que nos ponen los sistemas extractivistas a los que parecen habernos condenado para alimentar la voracidad del sistema.
Otro modelo más allá del desarrollo
Por esta situación, nos corresponde no solamente combatir la depredación en nuestras propias sociedades, sino también, como el hermano colibrí, ser los garantes de las medidas universales con responsabilidades definidas en directa y proporcional relación con los daños que cada país provoca. Nuestro continente latinoamericano-caribeño es el mayor reservorio de agua dulce, de energía limpia y de biodiversidad en el planeta. Nos corresponde preservarlo y proyectar medidas estructurales que permitan construir un nuevo modelo de vida en plenitud.
El capitalismo no tiene otro destino que la mayor y más acelerada destrucción del planeta. De la mano del neocolonialismo su acción depredadora se acompaña de acciones xenofóbicas y racistas que discriminan sociedades y culturas. Su naturaleza patriarcalista condena los derechos a las desigualdades. Su concepción del progreso y del bienestar material desmerece la felicidad con valores espirituales. No tiene compasión con la Madre Tierra. Y a título de libertades individuales descompone las sociedades comunitarias acompañándose de esquemas comunicacionales elitistas para un mundo egoísta.
Una alternativa a este sistema es la concepción del Vivir Bien/Buen Vivir o el modelo de la vida buena en plenitud. Es una propuesta para otra civilización y una expresión emblemática de lo que Boaventura de Sousa Santos denomina “epistemologías del sur” o sea las expresiones de subversión con el pensamiento occidental y de proposición de alternativas emancipadoras desde los grupos discriminados por el capitalismo y sus distintas “naturalizaciones de la desigualdad”.
El Vivir Bien/Buen Vivir se basa en una cosmovisión de la “cosmoconvivencia”, que contiene y articula una visión biocéntrica (el centro es la vida), con otra etnocéntrica (el eje es el desarrollo humano), una visión ecocéntrica (centrada en el ambiente o el desarrollo sostenible), y una visión cosmocéntrica (la vida en y del cosmos) Tiene su origen en los saberes, prácticas y culturas enraizadas en los pueblos del Abya Yala (1) y sus fecundas experiencias de vida comunitaria que se convierten en una alternativa viable para su propia reconstitución y descolonización, así como para el planeta (2).
La esencia de su propuesta es la vida en armonía, de los seres humanos consigo mismos (dimensión espiritual), en sociedad (dimensión comunitaria), con la naturaleza (dimensión ecológica) y con las deidades (dimensión cósmica) Su identidad radica en la búsqueda de la vida buena en plenitud que equivale a la Ecología Integral que nos propone el Papa Francisco en Laudatio Sí, porque materializa la convivencia y la vida digna, sana, solidaria, sin excesos, sin carencias, sin apuros ni angustias, para todos y todas, ahora y en el futuro.
El Vivir Bien/Buen Vivir implica un contrato o compromiso vinculante con la Pachamama/Madre Tierra y se sustenta en estos principios: i) la complementariedad, que reconoce coexistencias entre distintos priorizando los consensos; ii) la reciprocidad o capacidad de corresponder proporcionalmente las solidaridades; iii) la integridad, que se define como exigencia de equidad, inclusión e igualdad en la diversidad; y iv) el equilibrio, que busca la superación de las asimetrías, rompiendo las distancias y brechas con normas que velan por la justicia, la relación fraterna, el reconocimiento afectivo, solidario y amistoso entre personas, sociedades, naturaleza y cosmos.
Es un proceso sustentado en la interculturalidad que no se detiene en el (re)conocimiento de los otros, sino que avanza hacia una nueva situación dinamizando interacciones entre personas y culturas diferentes para superar las asimetrías bajo condiciones de respeto e igualdad. Esto requiere sociedades ecuménicas y Estados Plurinacionales donde todos y todas tengamos cabida en similares condiciones para el pleno ejercicio de los derechos.
Comunicación para la vida en plenitud
Si el Vivir Bien/Buen Vivir es una respuesta a la deshumanización capitalista, (neo)colonial, patriarcal, depredadora y desarrollista, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es la respuesta a la funcionalización de los procesos de comunicación a estos sistemas, contraponiendo otra comunicación desde las prácticas colaborativas e inclusivas. No es posible pensar una nueva civilización con sistemas comunicacionales identificados con el (neo)difusionismo y sus medios secuestrados por un sentido empresarial-utilitario de la libertad de expresión, que sobredimensionan al individuo opacando las diversidades, banalizando la vida, fomentando el culto al miedo y la desconfianza, y sosteniendo guerras mediáticas que agreden la vida.
En anterior trabajo (3) afirmamos que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir (expresión contemporánea de la Comunicación Popular) consiste en 1) saber escuchar; 2) saber compartir; 3) saber vivir en armonía; y 4) saber soñar; o lo que es lo mismo: escuchar para hablar; saber lo que se habla; y refrendar las palabras con los actos (4). Y para operativizarla sugerimos una metodología que por sus características inclusivas de las sociedades y culturas es básicamente participativa; por su aporte a la armonización de las sociedades con la naturaleza y el cosmos es fundamentalmente educativa; y por su orientación política es irreversiblemente popular. Tiene una lógica metodológica “tetraléctica”, con estos momentos en la construcción de “sentipensamientos”: “sentir/pensar – decidir/actuar – volver/convivir – celebrar/esperanzar”.
Esta propuesta de comunicación reivindica la utopía de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación en la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir, trabajando por estrategias multidiscursivas por todos los medios posibles; la integración o fortalecimiento de las redes de comunicación educativa y evangelizadora; la construcción de Políticas Plurinacionales de Comunicación; y el Derecho a la Comunicación para aportar a un mundo nuevo con aspiraciones, normas y medidas concretas de propiedad, infraestructura acceso y democratización de la palabra.
Quito, diciembre de 2015
* Sociólogo y comunicólogo boliviano. Ex Secretario General de la Comunidad Andina – CAN. Ha sido Secretario Ejecutivo de la OCLACC (actualmente SIGNIS ALC).
Artículo publicado en el Boletín Punto de Encuentro, diciembre 2015
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Notas:
1. En lengua Kuná, Panamá, Abya Yala significa tierra noble que acoge a todos, y es el nombre con el que los pueblos originarios identifican el continente latinoamericano y caribeño.
2. En un listado de estas experiencias, que debe ser completado con otras que sin duda existen en otras regiones, podemos mencionar el Suma Qamaña aymara; el Sumak Kausay quichua/quechua; el Wacha´lal maya; el Tekó Kaví guaraní y el Lekil Kuxlejal tsotsil y tzeltal chiapacanecos.
3. Contreras Baspineiro, Adalid, Sentipensamientos. De la comunicación para el desarrollo a la comunicación para el vivir bien, UASB, Quito, 2014.
4. Conversa del mundo entre Silvia Rivera Cusicanqui y Boaventura de Sousa Santos, en el Hotel Allkamari, Valle de las Ánimas, La Paz, Bolivia, el 16 de octubre de 2013. Publicado el 12 de marzo de 2014 en http://alice.ces.uc.pt/news/p:2753
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