Estuvieron marcados por la polémica, el amor y el odio.
Los venezolanos lo vimos por primera vez un 4 de febrero de 1992, cuando después del fallido golpe de estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez, salía por la televisión aún vestido de militar y con su boina de paracaidista, estaba detenido. Desde aquel momento su frase “por ahora”, quedó resonando en las mentes de quienes escuchamos y vimos aquella transmisión.
Dos años en prisión y cierto silencio, luego el recorrido por el país en un pequeño Volkswagen escarabajo, marcaron el inicio de su actividad de cara a la presidencia de la república por la vía electoral. Un Chávez atlético, incansable, madrugador y con un pico de oro, de esos que llegan especialmente a los sectores más empobrecidos lo convirtieron rápidamente en un nuevo líder, caudillo, padre.
Los 21 años de su carrera política abierta y pública estuvieron marcados por la polémica, el amor y el odio. Desde 1998, cuando asume por primera vez la presidencia le tocará asumir graves crisis, un golpe de estado y un paro de la industria petrolera (2002), pese a ello, sobrevivió y resurgió con más fuerza.
Pero gobernar países como Venezuela, no es tarea fácil, teniendo en el patio a una de las potencias del mundo como Estados Unidos y una dirigencia política más interesada en los beneficios personales que en el desarrollo del país. Chávez desde entonces gobernó con pasión, algunos cercanos dicen que sin descanso, de día y de noche. Sembró la semilla de la política, del debate, aunque en muchos casos también de la intolerancia y la división. Gracias a él se promovió la lectura en el país, siempre con un libro debajo del brazo, una cita o con acciones, como la de aquella vez, que se acercó al presidente Barack Obama y le regaló el libro Las Venas Abiertas de América Latina, del escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Recuerdo también cuando pegado a la Pantalla de la televisión lo vimos saliendo del Palacio Presidencial en abril de 2002, cuando el golpe de estado de 48 horas y su insólito regreso. Tampoco podemos olvidar aquel olor a azufre que sintió, cuando intervino en la ONU, después de la intervención del presidente de los Estado Unidos.
Son cientos de imágenes, sonidos y acciones que Chávez ha generado a lo largo de estos 21 años de su vida pública y que se encuentran incrustados en la memoria de los venezolanos y de muchos latinoamericanos. Tal vez, sería un buen ejercicio hacer memoria y ver que recordamos cada uno.
Pero las cosas del decir a veces no coinciden con las del hacer. El líder se hizo grande y el proceso interno de su partido y de su gestión, no siempre aguantó y movilizó eficientemente las tareas encomendadas. Esa fue una de sus últimas preocupaciones cuando ganó las elecciones de 2012, no solo se trataba de hablar bien, sino también de hacer las cosas bien.
Venezuela vive un momento importante, proseguir el camino democrático sin la presencia física del comandante. Los dos líderes principales del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, deben retomar de manera prioritaria las tres R, que siempre recordaba Hugo Chávez, “rectificación, revisión y reimpulso” o de lo contrario tendrán que abrir paso, dentro de poco, a nuevos liderazgos.
* Alexander Hernández, periodista venezolano, doctorando en Comunicación Social, en la Universitat Rovira i Virgili, en Tarragona, España
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