Asunción, Paraguay.- La Asociación de Comunicadores Católicos de Paraguay, SIGNIS ACCP PARAGUAY expresó su “preocupación ante la situación que vive la iglesia católica de Nicaragua, sus mujeres y hombres consagrados y los laicos”. En un comunicado que se hizo público el miércoles 17 de agosto, SIGNIS Paraguay se sumó al pronunciamiento realizado por el episcopado y extendió su voz de solidaridad con los “hermanos nicaragüenses que están sufriendo persecución”.
En el mensaje, que inicia con la citade la segunda carta de San Pablo a los corintios (4, 7-9), “Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”, SIGNIS ACCP se hace eco de las informaciones que revelan la persecución y hostigamiento del gobierno a la iglesia nicaragüense.
Entre los hechos condenables, de la política gubernamental se refiere a “la disolución de 100 ONG, la expulsión de las Misioneras de la Caridad, el cierre de varios medios de comunicación católicos, y el secuestro en la sede del obispado de Matagalpa, de Monseñor Rolando Álvarez, uno de los más fuertes críticos al régimen gobernante en ese país”.
Así también, menciona los datos proporcionados por el Observatorio Pro Transparencia y Anticorrupción que, según se registra se habría documentado “190 ataques y profanaciones contra la Iglesia Católica hasta mayo de este año”.
En el comunicado de SIGNIS ACCP exhorta “a los hermanos nicaragüenses a ser custodios de su fe y su libertad para iniciar el camino que indefectiblemente llevará a la Paz. Nosotros nos comprometemos a la oración por los consagrados y laicos de esa nación, como muestra de nuestra cercanía“.
A continuación el texto íntegro del comunicado de SIGNIS ACCP:
ACCP PARAGUAY
A LA OPINIÓN PÚBLICA
“Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”. 2 Corintios 4, 7-9
La Asociación de Comunicadores Católicos del Paraguay SIGNIS ACCP manifiesta su preocupación ante la situación que vive la iglesia católica de Nicaragua, sus mujeres y hombres consagrados y los laicos.
En consonancia con lo expresado por los obispos del Paraguay y de Latinoamérica, nos solidarizamos con nuestros hermanos nicaragüenses que están sufriendo persecución con la disolución de 100 ONG, la expulsión de las Misioneras de la Caridad, el cierre de varios medios de comunicación católicos, y el secuestro en la sede del obispado de Matagalpa, de Monseñor Rolando Álvarez, uno de los más fuertes críticos al régimen gobernante en ese país.
Según datos del Observatorio Pro Transparencia y Anticorrupción, se documentaron 190 ataques
y profanaciones contra la Iglesia Católica hasta mayo de este año. En un conflicto de larga data, ya en 1980, San Juan Pablo II señalaba que “una ideología atea no puede ser el instrumento orientador del esfuerzo de promoción de la justicia social, porque priva al hombre de su libertad, de la inspiración espiritual y de la fuerza del amor al hermano, que tiene su fundamento más sólido y operante en el amor a Dios”.*
Los hombres y mujeres de nuestra iglesia siempre buscan la construcción de un mundo nuevo, basado en la libertad, la justicia y la paz. El papa Emérito Benedicto XVI señala que: “La Constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Ecuménico Vaticano II, afirma que la humanidad no conseguirá construir «<un mundo más humano para todos los hombres, en todos los lugares de la tierra, a no ser que todos, con espíritu renovado, se conviertan a la verdad de la paz >>. Dice que la paz no puede reducirse a la simple ausencia de conflictos armados, sino que debe entenderse como «< el fruto de un orden asignado a la sociedad humana por su divino Fundador». La paz, es un don celestial y una gracia divina, que exige a todos los niveles el ejercicio de una responsabilidad mayor: la de conformar en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor- la historia humana con el orden divino. Cuando se obstaculiza y se impide el desarrollo integral de la persona y la tutela de sus derechos fundamentales; cuando muchos pueblos se ven obligados a sufrir injusticias y desigualdades intolerables, ¿cómo se puede esperar la consecución del bien de la paz?”**
Las santas escrituras ya nos adelantan las tribulaciones por la libertad y la paz, pero siempre con la mirada puesta en la fe. El apóstol San Pablo decía: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desampa rados; derribados, pero no destruidos.”***
Exhortamos a los hermanos nicaragüenses a ser custodios de su fe y su libertad para iniciar el camino que indefectiblemente llevará a la Paz. Nosotros nos comprometemos a la oración por los consagrados y laicos de esa nación, como muestra de nuestra cercanía.
Asunción, 17 de agosto de 2022
*San Juan Pablo II, reunión con el clero nicaragüense en el Vaticano, abril de 1980.
** Mensaje del papa Emérito Benedicto XVI para la celebración de la XXXIX Jornada Mundial de la Paz, enero de 2006.
***2 Corintios 4, 7-9
Redacción: SIGNIS ALC