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Cultura política del perdón y reconciliación

(EVARED) Carmen de los Ríos (*) – “Sin perdón no hay futuro” es una afirmación de Mandela que lleva mucho de cierto. Hablar del perdón no es fácil en el contexto de post conflicto armado interno, de post conflicto de Bagua, en pleno terrorismo que intenta globalizarse en el mundo, tampoco luego de unas elecciones presidenciales en donde se han dicho cosas hirientes de una y otra parte.

La confrontación se ha hecho relación normal en la vida de todos los días Pero, ¿Hacia dónde nos lleva la continua confrontación? ¿No es cierto que muchas guerras se han producido desde el resentimiento y los deseos de venganza por un daño recibido? ¿No es cierto que Sendero Luminoso se levantó por resentimiento a la exclusión de los campesinos durante siglos? ¿No es cierto que el Estado Islámico se levantó por intervenciones bélicas de otro país en su territorio? ¿No es cierto que en la última campaña electoral para elegir Presidente de la República han habido ofensas de ambos bandos? ¿Cómo gobernar teniendo el ejecutivo minoría en el Congreso, frente a 73 congresistas del otro partido, luego de una campaña con tan bajo nivel de debate de ideas y con alto nivel de ofensas?

Lo mismo ocurre en el seno de las familias: discusiones, resentimientos por terrenos, por herencias mal distribuidas, por palabras mal dichas. Y en la escuela. ¿No son los niños maltratados en casa los que maltratan a otros niños más indefensos o débiles? O en el espacio laboral con jerarquías postizas que no forman equipo de trabajo sino personas en competencia, muchas veces en competencia desleal, o personas sumisas que solo cumplen órdenes pero viven con el corazón lleno de rabia y rencor pues esas imposiciones no les permiten crecer en humanidad.

En la confrontación se hiere la dignidad humana de las personas y esas personas, realmente heridas, y hieren a otras con su dolor. La rabia, el rencor, los deseos de venganza salen del corazón humano y luego se convierten en acciones de violencia alimentando una espiral de enfrentamientos incontenible.
El conflicto y la violencia no solamente obedecen a factores externos u objetivos como la corrupción, la exclusión, la pobreza y la falta de servicios básicos o la ausencia de un empleo digno, sino, también, a factores subjetivos, especialmente a la rabia, el rencor, los deseos de venganza.

En lugar de aportar a mejorar nuestra convivencia humana utilizamos nuestra libertad para acabarnos unos a otros. Kant decía: “Si la historia de la humanidad debe culminar en la paz universal, tendría que enfrentarse a un gran dilema: lograrla a través de la inspiración moral o a través de una violencia catastrófica sin medida.”

Queremos una cultura política democrática que genere una cultura de paz. Que la manera de resolver conflictos sea con el diálogo, tendiendo puentes para lo plural y lo diferente. Está probado que el Derecho, la Ley, la Justicia no resuelven todos los problemas ni los conflictos. Tienen límites. Y nosotros tenemos necesidad de vivir en sociedad. Por ello los seres humanos recurrimos al perdón, como camino para sanar las relaciones humanas. Por ello el poder político de la democracia debe ser contrario a la violencia de cualquier tipo, incluso la verbal.

¿Es posible caminar a la construcción de una cultura política del perdón y la reconciliación? Para algunos, perdonar puede sonar a locura, a algo irracional. Pero, a la irracionalidad de la violencia planteamos la irracionalidad del perdón . Porque, entendemos el perdón como opción; no como olvido, impunidad, o callar ante la injusticia. Ya que el perdón asume la verdad, pero recuerda de manera diferente, sin esa carga subjetiva que tanto daño hace, y como decía Dérrida, “se perdona lo imperdonable”. Esto rompe todo cálculo y supera la reciprocidad del ojo por ojo.

El camino del perdón nos libera del odio, la violencia y la culpa. Nos saca de lo privado a asumir lo público. Necesitamos una pedagogía del perdón y de la comunicación no violenta para construir una cultura en donde se generen vínculos de cuidado, relaciones, comportamientos, creencias, actitudes, percepciones, basadas en el perdón y la reconciliación, para que esta cultura política marque nuestras orientaciones para la acción.

El perdón y la reconciliación son los pasos que nos humanizan a nosotros y a los que nos ofenden. “El perdón no es un asunto exclusivamente religioso, también es una virtud política”.

Las ciencias sociales están evaluando las graves consecuencias de los factores subjetivos que reproducen la violencia y están valorando la importancia de una pedagogía y una cultura política de perdón y reconciliación como componentes indispensables para una paz sostenible, tanto en el ámbito interpersonal, como en el societal y político.

Sacar adelante nuestros procesos. Construir país. Recordar sin dolor, mirar con ojos nuevos, asumir responsabilidades de ser creadores de nuestras relaciones y de nuestro país. Somos responsables de que el pasado tenga un sentido nuevo y que el futuro sea una realidad distinta. Trabajar por el Perú, tiene algo de esto. Trabajar por el bien común es indispensable. La verdad, la memoria y el perdón nos permitirán construir un Perú mejor y para todos los peruanos. Si es así:

¡Felices Fiestas Patrias!

(*) Directora del Centro Loyola, Ayacucho

Artículo, compartido por La periferia es el centro, La República, 28 de julio de 2016

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