El futuro que nos habían vendido, caracterizado por un consumismo acelerado, productivismo imparable y un individualismo es un futuro que no tiene futuro.
Debemos pensar una economía con dignidad, con equidad, con justicia y libertad: Alberto Acosta
Pensar en una economía familiar en clave de reactivación, en clave de construcción de otros futuros, futuros dignos, donde todos y todas podamos vivir con tranquilidad, con dignidad, con equidad, con justicia y libertad, pensando en la igualdad, como base de todo ese proceso, fue la propuesta planteada por el economista Alberto Acosta, en los conversatorios para construir el futuro, en medio de la pandemia. El analista económico y ex presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador fue el invitado al diálogo virtual organizado por la Asociación Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación, SIGNIS ALC, Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, SIGNIS Ecuador y el Instituto de Espiritualidad Santa Teresa del Niño Jesús, para buscar alternativas posibles a la postpandemia, en justicia y solidaridad.
Al inicio del diálogo, que se llevó a cabo el jueves 12 de noviembre, Alberto Acosta caracterizó la crisis que vive el país y el mundo como una de las “crisis más complejas de la humanidad”, que no se agota en lo sanitario. “Es una crisis que está afectando a toda la humanidad, con diferencias, por no a todos les golpea de igual forma”, dijo.
Destacó que es “cierto que la pandemia del coronavirus está ahondando los problemas”, pero explicó que la recesión económica internacional y los problemas económicos ya estaban en marcha desde antes. Es decir, que los problemas no surgen por la pandemia, pues “había economías que estaban en la bancarrota antes de la pandemia”, dijo, tras aclara que al señalar esto no se pretende minimizar la tragedia que ha significado la pandemia para millones de personas en el mundo entero.
Acosta consideró que no se trata solo de una crisis. “Es una crisis multifacética. No es una sola crisis sanitaria, ni sanitaria y económica; es una crisis también social, es una crisis ambiental, ecológica, es una crisis con hambre y miseria que están presentes desde hace mucho tiempo atrás, es una crisis que se expresa con mucha fuerza las brutalidades del patriarcado y la colonialidad. Es una crisis multifácetica que a todas luces está demostrando que la civilización actual, del capital empieza a tambalearse. No creo que vamos a salir de esta civilización de la noche a la mañana”.
Las cifras de la crisis
Al referirse al caso ecuatoriano, señaló que “la economía estaba estancada desde el año 2015, atada al gran auge de ingresos, como nunca antes en la historia de la república, por las exportaciones petroleras. El producto per cápita cae de 6347 dólares en 2014 a 6222 en 2019 y en este año se espera una reducción, según las cifras del Banco Central, a 5512 dólares, que es inferior a lo que se tuvo en el año 2012. Estamos perdiendo 8 años y lo más grave es que esto se da en una época del mayor endudamiento externo”, subrayó.
Explicó que desde el año 2014 al año 2020 crece el endeudamiento público externo como nunca antes en la historia. En el año 2014 la deuda externa bordeaba los 17.500 millones de dólares, y a julio de 2020 ya está sobre los 41.400 millones de dólares. A lo que habría que añadir los 6500 millones de dólares que va a entregar el Fondo Monetario Internacional, y otros 4 mil millones que vienen de distintos organismos de crédito.
En la actualidad, la deuda externa debe estar bordeando el 75% del PIB. En paralelo ha crecido también la deuda interna, que a julio bordeaba los 17200 millones de dólares. Siendo el principal acreedor el IESS.
Según apuntó, otro problema de la economía ecuatoriana es la excesiva dependencia de las exportaciones de productos primarios, la venta de materias primas supera el 80% de las exportaciones.
“Si bien la economía se estanca desde 2014, se pudo pensar sostener el crecimiento con deuda, pero contrariamente, en el gobierno de Moreno se reduce la inversión pública, que baja de 15953 millones a 8619 millones en 2019 y se provoca una reducción de las inversiones globales. Nos vendieron muy fácilmente el cuento de que el problema es el tamaño del Estado, pero ese no es el problema, sino la calidad del estado, de las decisiones del estado”, dijo.
Otro problema que debe estar golpeando mucho a las familias, pensando en la economía familiar, es la reducción de las remesas, que era la segunda fuente de ingreso de las exportaciones.
Lamentó que “el incremento del desempleo que pasa de 311 mil personas en diciembre de 2019 a más de un millón en junio de este año. También se incrementa la pobreza, que en el año 2017 estaba en 22%, había subido hasta el 25% en 2019 y vamos a cerrar a más del 35%. Lo que quiere decir que habrá 1 millón y medio de pobres adicionales en la economía ecuatoriana”. Lo preocupante de todo esto es que el problema es mucho más grave en el campo, apunto.
Señaló que otro grave problema de la economía tiene que ver con la excesiva e insultante concentración de la riqueza y la existencia de estructuras de mercado oligopólicas.
La política, para buscar alternativas
Para Alberto Acosta, la política es fundamental para lograr alternativas, pues insistió que de las decisiones políticas depende la disponibilidad o no de medicinas, la disponibilidad o no de recursos para reactivar la economía.
Según dijo, hay alternativas. El dinero para resolver los problemas se puede sacar, “sin ninguna duda, de quien más gana y de quién más tiene. Se necesita una política tributaria que grave a quienes más tienen”, remarcó.
Para Acosta, se debe pensar la sociedad, la economía en clave de la experiencia del coronavirus: la salud no puede ser una mercancía ni un privilegio, tiene que ser un derecho; al igual que la educación, la vivienda. Recordó una propuesta que ha mencionado el papa Francisco, como una alternativa, el establecimiento de “una renta universal sin condiciones”, así como “bajar las tasas de interés, hay que flexibilizar el capital. Retomar el potencial agrícola del país, para producir alimentos para la población”.
Es necesario pensar en las soluciones desde abajo, en la capacidad que se puede desarrollar desde abajo, desde las comunidades, desde los barrios, propiciando vidas mancomunadas en espacios comunes, espacios diversos, para resistir el autoritarismo. “Las familias tienen que hacer esfuerzos para apoyarse en comunidad, reconstruir vecindario, reconstruir relaciones de solidaridad, relaciones de reciprocidad, hacer realidad el buen vivir, que es una de las grandes tareas que tenemos entre manos”, dijo.
Destacó que el “gran reto es cómo enfrentamos desde la vida política cotidiana, comunitaria, construyendo una mancomunidad de reciprocidad, de solidaridad, de hermandad, como alternativa al consumismo, al individualismo y al productivismo”.
Finalmente, insistió en que “Ojalá de la pandemia no volvamos a la normalidad, porque la normalidad era una anormalidad causante de todos los problemas que estamos viviendo”.
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