En la triple frontera de Bolivia, Perú y Brasil, conocida en la zona como Bolpebra, coexisten también otras problemáticas a consecuencia de la llegada de población migrante en búsqueda de trabajo, como el aumento y recrudecimiento de la violencia en el sector de Iñapari. “Entre 2016 y 2019 el escenario ha cambiado por completo, en lo que antes era un pueblo tranquilo ahora hay muertes, asesinatos, secuestros…”, señala la hermana Joaninha, del equipo itinerante.
Según los madereros de la zona, la actividad será rentable sólo durante los próximos 4 o 5 años. Luego de ese tiempo ya no habrá recurso, no habrá madera. Ya toda la riqueza maderable de la frontera habrá sido comercializada con China o México, principales compradores. “El problema, o los problemas, afectan a todos y las soluciones deben ser compartidas”, comentan desde el equipo.
La Iglesia de frontera también está preocupada por el desarraigo, por la pérdida de identidad de los pueblos indígenas que acrecienta su precaria situación. “Se palpa que ahora la forma de vivir de muchas comunidades y poblaciones indígenas no concuerda con la lógica de sus cosmovisiones indígenas, con sus valores tradicionales… por tratar de responder a necesidades como la salud o la educación, entran en una lógica antagónica, la de las ciudades”, opina Marita Bosch, de origen puertorriqueño pero con larga trayectoria en Brasil. Habla de rechazo, de prejuicios, de vergüenza. “Se les hace muy difícil asumir su identidad porque decir soy indígena es un estigma”, asegura.
Iglesia de Frontera más unida
Ante estas y otras realidades, la Iglesia busca respuestas. Fortalecerse, unirse, tejer vínculos nuevos es el primer paso. Para ello, en fechas recientes unos 35 agentes pastorales de Brasil, Perú y Bolivia se citaron en Assis (Brasil) representando a la Pastoral Indígena, Caritas, Movilidad Humana, Comunidades Campesinas y otras organizaciones más. En el encuentro se evaluó el caminar del equipo itinerante y su servicio durante 20 años al servicio de la Iglesia en la triple fronteras, y se analizó la coyuntura actual de las tres regiones y los desafíos que ella plantea a la Iglesia. Se espera que convocatorias como esta, nacida del propio equipo itinerante con el impulso del eje de fronteras de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), se consoliden y repitan periódicamente en beneficio de un trabajo más articulado y conectado al servicio de las poblaciones más débiles.
El misionero jesuita Fernando López, la hermana Joanhina Honorio Madiera y la misionera laica Marita Bosch son parte de esta pequeña familia de Iglesia que se caracteriza por su apertura integrando religiosos y laicos de diversas procedencias pero con un mismo sentir: escuchar, acompañar y defender a quienes más solos están. “Las fronteras amazónicas fueron impuestas y dividieron pueblos. Los Estados nacionales responden a una realidad que no tiene que ver con el bioma amazónico. Entonces las contradicciones de las fronteras son enormes. Es donde los estados están menos presentes, cada uno con su marco jurídico bien diferenciado y pueblos que fueron divididos. Tenemos a los yaminahuas, a los yines, a los manchineris… que están en los tres países, son hermanos y se les metió una frontera en medio de sus propias familias”, afirma López con pleno conocimiento de la realidad tras más de dos décadas en este tipo de equipos itinerantes de frontera.
Fuente: CAAAP
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