Hna. Helena Corazza, fsp *

 

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La Conferencia de Aparecida es, sin duda alguna, un marco para la evangelización y para una Iglesia Latinoamericana y del Caribe porque la coloca en perspectiva de la Misión Permanente: “Discípulos misioneros de Cristo Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él”. En esta clave de lectura, es una Iglesia en constante aprendizaje y misión, que coloca la comunicación al servicio de la vida.

 

El documento de Aparecida trae una contribución importante al pensamiento y a la práctica de la comunicación para la Iglesia, pues al hablar específicamente de la comunicación trata de la “Pastoral de la Comunicación Social” (10.3). Haciendo una retrospectiva, se observa un camino creciente en la comprensión de la comunicación en los diversos documentos del Episcopado de América Latina.  Según Puntel, “En Medellín (1968) el enfoque se volcaba hacia los ‘Medios de comunicación social’; en Puebla (1979), ‘Comunicación social’; en Santo Domingo (1992), ‘Comunicación social y cultura’; en Aparecida (2007), ‘Pastoral de la Comunicación social’” (PUNTEL, 2010, p. 121). En esta conferencia los Obispos se comprometen a formar discípulos misioneros, en la cultura de la comunicación, procurando, antes que todo, conocerla y valorizarla, empeñarse en la formación y en acciones en los diferentes medios, siempre teniendo en cuenta la promoción de la vida.

 

Las reflexiones aquí compartidas son algunos fragmentos percibidos, sobre todo, en la realidad brasileña, con avances y límites, y con un enfoque central en la comunicación.  Hay, sin duda alguna, otros avances y miradas.  Se observa una conciencia creciente del valor de la comunicación, de buscar ser una Iglesia “en salida”, entre tanto, la mentalidad y la operacionalización de los cambios tiene su tiempo de demora en la asimilación de esos cambios y en la búsqueda de nuevas forma de vivir y testimoniar la fe.

 

Cómo la Iglesia puso en práctica el Documento de Aparecida

 

El documento de Aparecida propone una conversión pastoral en todos los nieveles.  En el Capítulo 7 vemos la provocación para una renovación pastoral de estructuras, Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y eso debe ocurrir en el contexto de la comunicación que es la espina dorsal de la evangelización en América Latina.  El telón de fondo del documento apunta hacia una abertura a las nuevas tecnologías que la Comunicación Social ofrece.

 

En sintonía con el Magisterio del Papa Francisco, la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) publicó, en 2014, el documento Comunidad de comunidades: una nueva parroquia. La conversión pastoral de la parroquia. Con amplia divulgación, estudio y capilaridad aborda los cambios culturales, nuevos escenarios de la fe y la religión, la cuestión de la nueva territorialidad, no limitándose al geográfico pero teniendo en cuenta la movilidad urbana y los grupos de afinidad. Un aspecto importante también es la revisión de las estructuras obsoletas y la apertura a pequeñas comunidades: “La conversión pastoral supone pasar de una pastoral ocupada sólo con las actividades internas de la Iglesia, a una pastoral que dialogue con el mundo” (CNBB, 100, 1.7 ).

 

Las propuestas pastorales de este documento se centran en el encuentro de personas que conviven, se acogen, celebran, hacen una Lectura Orante de la Palabra, profundizan su fe en la catequesis siguiendo el método de la “Iniciación Cristiana” a fin de que los bautizados sean evangelizados y hagan su experiencia personal con Jesucristo resucitado. La vivencia del ecumenismo y del diálogo religioso es muy acentuada, así como el ejercicio de la caridad, que la Iglesia hace de forma organizada. Otros aspectos pastorales se van delineando para que se pueda “salir en misión”, teniendo en vista a los alejados.

 

Una iniciativa en la Iglesia de Brasil es el Año del Laicado, que tuvo su apertura el domingo de Cristo Rey y concluirá en esta misma solemnidad en 2018. Según el documento de Aparecida, el objetivo es estimular la presencia y la actuación de los cristianos laicos y, laicas, a ser “verdaderos sujetos eclesiales” (DAp 497a), como “sal, luz y fermento” en la Iglesia y en la Sociedad. Esta es también una oportunidad de retomar la misión del laico en el mundo y reflexionar sobre la presencia de los cristianos laicos en los areópagos de la comunicación.

 

Realizaciones en el campo de la comunicación

 

Aparecida resalta que el mundo actual se caracteriza por la cultura mediática fruto de la revolución tecnológica y de los procesos de globalización, lo que implica la capacidad para reconocer los nuevos lenguajes (DAp, nº 484) y que los medios de comunicación son esenciales para la evangelización de multitudes (DAp, 485). Los obispos se comprometen a acompañar a los comunicadores despertando en ellos esta vocación de discípulos misioneros por medio de diferentes acciones e inversiones (DAp, 486).

 

La Iglesia de Brasil dio un paso cualitativo con la publicación del Directorio de Comunicación de la Iglesia en Brasil, en 2014, dando orientaciones para toda la Iglesia y para la sociedad civil. “El documento se dirige a los responsables de la formulación y la conducción de las prácticas de comunicación en los diferentes ámbitos de la vida eclesial y en las relaciones de la Iglesia con la sociedad” (CNBB, 99, n. 5). Después de diez años de trabajo, este documento es aprobado por los obispos y pasa a manos de los líderes eclesiales de todas las áreas, buscando formar una nueva mentalidad en la Iglesia en relación a la comunicación.

 

La comprensión de la comunicación es compleja, pues reúne aspectos culturales, técnicos y de personas. Con facilidad se comprende la comunicación como aparato tecnológico, sin tener en cuenta los procesos comunicacionales, los lenguajes, la cultura, la convergencia de medios, lo evaluación y reorganización de procesos que requiere.

 

Para el seminarista, que actúa en la Pascom y es especialista en Comunicación, Diego Fernando, es importante que los obispos continúen apoyando y perfeccionando la creación de medios de comunicación, redes sociales, tanto en los sectores de radio y televisión, como también en sitios de internet y medios impresos. El enfatiza que “la misión necesaria es seguir fomentando la creación de mecanismos de promoción de una nueva cultura que proteja a los niños, jóvenes y personas más vulnerables, para que la comunicación no irrespete valores, sino que promueva políticas de comunicación capaces de ayudar, tanto a la comunicación pastoral cuanto a los medios, para que la comunicación de inspiración católica encuentre su lugar en la misión evangelizadora de la Iglesia”.

 

El crecimiento y las realizaciones en el área de la comunicación pueden ser vistas, por un lado, por la cuestión de la estructura, de los equipamientos, y por otro, a partir de la Pastoral de la comunicación propiamente dicha. La periodista, Magister en Comunicación Social, Asesora de Comunicación de la Diócesis de Santos , SP, Guadalupe Mota, entiende que “desde el punto de vista de la infraestructura técnica se puede observar que sí hubo una preocupación concreta de los Obispos en equipar sus diócesis, de modo general, con recursos materiales: computadores, cámaras de vídeo, cámaras fotográficas, internet, implementación de radios comunitarias, algunas radios educativas, web radio, webTv, y todo el aparato necesario para el desarrollo de ‘productos’ de comunicación”.

 

Para la asesora, “si consideramos el ámbito en que la ‘Pastoral de la Comunicación Social’ está inserta en el Documento de Aparecida, es decir, en el ámbito de la ‘cultura’ (Capítulo X, Nuestros Pueblos y la Cultura, n.484ss), se percibe que hay una gran laguna en cuanto a la comprensión del cómo “la revolución tecnológica y los procesos de globalización formatean el mundo actual como gran cultura mediática” (DAp 484). Eso puede ser constatado empíricamente, en primer lugar, en el tipo de contenido constante en los productos mediáticos de las Diócesis o de las empresas católicas de comunicación, en los cuales, buena parte, son reproducción de textos doctrinarios, del Catecismo, oraciones, cantos y liturgias del devocionario popular , frases e historias bíblicas, vida de santos, contenidos que reproducen tan solamente la cosmovisión cristiana católica apostólica romana. Lenguaje hermético, exclusivo para iniciados, lo que dificulta inmensamente el diálogo con otras cosmovisiones tan propias de este tiempo. El estudio del fenómeno de la comunicación y sus implicaciones en la vida cotidiana, de las comunidades católicas y de las sociedades con las que debemos dialogar todavía es un gran vacío.

Para el seminarista Diego, el proyecto misionero de Comunicar vida debe estar al “servicio de una vida plena para todos” (7.1.3). Comunicar el “Reino de la Vida”, exige de la Iglesia una mayor articulación de la Pastoral de la Comunicación en los ámbitos nacional, regional, diocesano, parroquial y comunitario. Las Vicarías episcopales para la comunicación social en las Diócesis necesitan ser creados y fortalecidos, así como la cualificación de las asesorías de Prensa que deben ser capaces de administrar eventuales situaciones críticas que podrían ocurrir en el contexto de las comunidades en que están insertadas.

En la reflexión de convergencias de medios, SIGNIS Brasil está haciendo un camino no solo de reflexión sino de acciones conjuntas, “Pautas conjuntas”, o sea, producción de reportajes sobre temáticas sociales y de interés de los medios católicos y en los diferentes lenguajes: radio, televisión, impresos y redes sociales. Este es un formato que ha proporcionado la unión de fuerzas y acciones significativas, ya que los medios católicos son pequeños de tamaño. Algunos ejemplos se pueden revisar en el sitio www.signis.org.br/.  Esta es una experiencia que continúa con otras temáticas en reportajes realizados de forma colaborativa, donde son prorrateados los costos y todos se benefician con las producciones.

Para que nuestros pueblos tengan vida

 

El documento de la CNBB para el Año del Laicado, Cristianos Laicos y Laicas en la Iglesia y en la Sociedad, presenta “avances y retrocesos” en la acción del laicado en Brasil. Entre los retrocesos se apunta la ausencia o una acción más efectiva de laicos en el campo de las Comunicaciones Sociales. Esta afirmación provoca otra reflexión: ¿por qué laicos y laicas no están siendo un diferencial, como cristianos, en el campo de las Comunicaciones? ¿Será por qué la “comunicación interna” sigue siendo todavía “umbilical”, es decir, que está habiendo un diálogo auténtico con la sociedad a la que debemos “comunicar la vida nueva en Cristo” o estamos hablando dentro de la Iglesia? Consecuentemente esta comunicación no está “al servicio de la vida plena para todos”, pues nuestro público es muy específico y, a veces, exclusivo.

Otro cuestionamiento se plantea a partir del Capítulo X del Documento de Aparecida “Nuestros Pueblos y la Cultura”, en el que los obispos denuncian la aparición de una nueva antropología de la que emerge un ser humano teniendo el “individualismo como característica dominante de la actual sociedad, responsable por el relativismo ético y por la crisis de la familia […] muchos católicos se encuentran desorientados frente a ese cambio cultural. Compete a la Iglesia denunciar claramente “estos modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y la dignidad del hombre” (Benedicto XVI, Discurso al Cuerpo Diplomático, 8/1/2007)  La fe cristiana nos muestra a Jesucristo como la verdad última del ser humano, el modelo en el cual el ser humano se realiza en todo su esplendor ontológico y existencial. Anunciarlo íntegramente en nuestros días exige coraje y espíritu profético. Neutralizar la cultura de muerte con la cultura cristiana de la solidaridad es imperativo ” (DAp n. 480).

Para Guadalupe Mota, ese diagnóstico, en Aparecida, señala una senda por la que ha pasado nuestra comunicación católica en los últimos años y que corresponde a una cosmovisión, al menos preocupante: no pocas son las manifestaciones de contenidos antievangélicos (visiones distorsionadas y reduccionistas de Jesús, de los Evangelios, de la Tradición, del Magisterio) en nuestras producciones católicas: discursos de odio, de violencia, de intolerancia, de xenofobia, desprecio a los más pobres, amplificando y dando visibilidad planetaria, sobre todo por la web, “a la proliferación de grupos de élite, de los ‘católicos iluminados’, el retorno al tradicionalismo, la mundanidad espiritual, la pretensión de dominar los espacios de la Iglesia, la obsesión por doctrinas, las propuestas místicas desprovistas de compromiso social, los comodismos, el chisme, la tendencia a criticar , clasificar, analizar y controlar todo”(CNBB, 105 n. 41).

Y la periodista complementa: “si la Iglesia está llamada a vivir una ‘misión para comunicar vida’ (7.1.4), tenemos que hacer penitencia y convertirnos por estar contribuyendo a alimentar una cultura de muerte. Tal vez por no tener conciencia del alcance de los nuevos medios, sobretodo de las redes sociales”.

 

Educar para la comunicación

 

El camino para el crecimiento en la comunicación pasa por la Educación para la comunicación. Los documentos de la Iglesia recomiendan este cuidado en la formación, tanto en relación a la producción como en la recepción, cultivando el sentido crítico. De esta forma, los equipos de comunicación, los profesionales laicos y religiosos deben reflexionar sobre el aspecto teórico, práctico y cultural de las políticas de comunicación. Los equipos necesitan formación en el área de Educomunicación, aquí entendida según el Directorio de Comunicación como un “campo de actividades orientadas a la ampliación del espacio del diálogo en la sociedad y a la recepción crítica de los medios” (CNBB, 99, 219).

 

Hay una creciente toma de conciencia en relación a la formación para la comunicación. Los eventos nacionales como el Mutirão Brasileño de Comunicación y el Encuentro Nacional de Pastoral de la Comunicación se realizan cada año, de forma alternada, son momentos fuertes para favorecer la formación y el intercambio de experiencias. Diversas Regionales de la CNBB o Diócesis crearon su escuela de comunicación con el objetivo de favorecer la formación de laicos y laicas. El Servicio a la Pastoral de la Comunicación (SEPAC) contribuye en la formación de liderazgos laicos, religiosos, seminaristas y presbíteros con el Curso de Especialización Cultura y Medios de Comunicación, un enfoque teórico-práctico, en convenio con la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC- SP). Estos líderes llevan adelante la comunicación en sus instituciones y diócesis.

 

Sin duda alguna, hay que retomar uno de los “compromisos” asumidos en Aparecida para el campo de la Comunicación: “Educar en la formación crítica en cuanto al uso de los medios de comunicación a partir de la primera edad” (DAp 486, f). Tal vez en las prácticas de comunicación muchas personas estén más preocupadas con los medios que con la esencia que es comunicar vida, tanto en la comunicación presencial como en la mediada por las tecnologías.

 

Para el seminarista, Diego Fernando, la PASCOM cumplirá su auténtica misión en las diócesis, parroquias y comunidades cuando asuma la formación y el compromiso de concientizar a todos los ministros ordenados y agentes pastorales de la urgencia de comunicar y comunicarse bien, comunicar vida, sobre todo. Y complementa: “La misión de comunicar y promover la vida, por sí solo exige de todos los cristianos la excelencia en la comunicación. Comunicar es obligación de todo bautizado, un compromiso que se asume con la Iglesia de Cristo en anunciar el amor de Dios a todas las personas. El Documento de Aparecida exhorta a una conversión pastoral. La PASCOM necesita continuar abriéndose a este cambio, dejándose guiar por la acción del Espíritu Santo, que comunica en todos la presencia viva del Resucitado.

 

Consideraciones finales

 

La conferencia de Aparecida es un marco en la evangelización del Continente Latinoamericano y del Caribe, sobre todo, por señalar la conversión pastoral y una renovación de las estructuras para responder mejor a la sociedad contemporánea. Un gran desafío es, aún hoy, poner en práctica esta nueva visión eclesial centrada en la experiencia cristiana de comunidades de discípulos misioneros que testimonien con acciones, que sean fermento y promuevan la transformación social, según los valores del Evangelio.

 

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* Hna. Helena Corazza pertenece a la congregación de las Hermanas Paulinas, Brasil. Periodista, doctora en Ciencias de la Comunicación por la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de São Paulo (ECA-USP). Directora del Servicio a la Pastoral de la Comunicación (SEPAC), autora de diversos libros, entre ellos, Educomunicación. Formación pastoral en la cultura digital.

 

Artículo publicado en la revista digital PUNTO de Encuentro, diciembre de 2017