América Latina y El Caribe es cuna de importantes experiencias y corrientes de comunicación y educación con un sentido de transformación. Así, desde las experiencias de la radio educativa regadas en el continente y de las radioemisoras de los trabajadores mineros de Bolivia, que en la práctica cuestionan al difusionismo o comunicación vertical, de una sola vía, Luis Ramiro Beltrán propone la comunicación horizontal y participativa, que más adelante se va a expresar en innumerables y extraordinarias experiencias de educación y comunicación popular por distintos medios, desde la comunicación grupal, pasando por la radio, el video, el cine y la televisión, hasta el uso del internet.
Es también el continente en el que, basándose en la búsqueda de la democratización de la palabra, se acuñan las políticas nacionales de comunicación, demandando un nuevo orden mundial de la información y la comunicación, a la par de un nuevo orden económico y social mundial más equilibrado. De la misma manera se van a proponer políticas culturales con una mirada intercultural inclusiva de las diversidades, anudadas por su función educativa y comunicacional, en el marco de una comprensión organizativa, movilizadora y emancipadora de la comunicación para el desarrollo, como lo proclama Juan Díaz Bordenave.
La comprensión de la comunicación como mediación, como relaciones, y no como medios, propuesta por Jesús Martín Barbero y que reflota la importancia de la vida cotidiana y de la cultura, tiene también su origen en las prácticas sociales de los pueblos de nuestro continente. Son las experiencias de las organizaciones sociales las que llevan a la academia a admitir que hacer comunicación no se limita al intercambio de mensajes entre un polo emisor y otro receptor, sino que se hace en el día a día y en las prácticas socioculturales y políticas de las poblaciones que le dan sentido a la vida, en el presente y en el futuro. De la misma manera, la educación con perspectiva conductista se reubica en la energía constructivista de los intercambios de saberes, con pertinencia a las realidades socioculturales de los educandos.
América Latina y el Caribe, al influjo de la pedagogía liberadora propuesta por Paulo Freire, consagra sistemas de educomunicación que se caracterizan por su pertinencia pedagógica con los procesos de organización y movilización por los derechos de los más diversos sectores sociales. Mario Kaplún describe bien estas experiencias, afirmando que los pueblos acceden a los medios de comunicación para convertirse en emisores e interlocutores, visibilizando sus vidas e intercambiando experiencias con sus semejantes y otras sociedades, para generar movimientos por otras sociedades, otros mundos, con esperanza, con justicia, con futuro.
Siguiendo la tradición de una comunicación dialogal, educativa, participativa y trascendente para la vida de los pueblos, en nuestro continente se acomete el desafío de trabajar la Comunicación para el Vivir Bien / Buen Vivir, recogiéndola de las formas de vida comunitaria de los pueblos originarios, de las demandas de los movimientos de derechos humanos, de la labor evangelizadora que opta por los pobres y de los Estados que priorizan las políticas sociales y de protección de la naturaleza por sobre el capital.
En pocas palabras, el Vivir Bien/Buen Vivir se entiende como la vida en armonía de los seres humanos consigo mismos, con sus semejantes mediante prácticas solidarias en comunidad, y también en armonía con la naturaleza y el cosmos. Vivir Bien/Buen Vivir es también vida buena o vida espléndida, sin excesos y sin carencias, con lo suficiente para que todos tengamos educación, salud, empleo, alimentación que nos permita vivir dignamente. Como estas características de vida sólo podrían ser posibles mediante formas colaborativas de vida, el Vivir Bien/Buen Vivir es también comunión y comunidad, para que siguiendo el principio de los pueblos indígenas del continente, trabajemos por una sociedad donde “vamos todos juntos, sin que nadie se quede atrás, que a nadie le falte nada y que todo alcance para todos”.
Por estas características que hacen a su esencia, se suele afirmar que el Vivir Bien/Buen Vivir es una forma alternativa al capitalismo, puesto que prioriza el cuidado de la casa común por sobre la generación indiscriminada de riqueza; fomenta la solidaridad comunitaria por sobre el individualismo; promueve la paz con justicia por sobre la inseguridad y la guerra; se compromete con la equidad de género para superar el patriarcado; condena las expresiones racistas y xenofóbicas propias del neocolonialismo; anuncia la Buena Nueva; aboga por la distribución equitativa de la riqueza; y se guía por la primacía de los derechos humanos y de la naturaleza, privilegiando el bien común.
Si el Vivir Bien/Buen Vivir es un modo de vida buena para la convivencia comunitaria que garantice sociedades con equidad, con justicia, con derechos y con una vida digna, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir viene a ser una forma de construcción de sentidos esperanzadores de vida, caminando hacia la sociedad de la vida en plenitud y armonía con la participación protagónica y colaborativa de los ciudadanos.
El Vivir Bien/Buen Vivir se construye en los caminos de develamiento de las inequidades; de forjamiento de la ira, la denuncia, el enfrentamiento y superación emancipadora de las injusticias; de apropiación crítica de su inhumanidad; de superación de las vulnerabilidades y de dinamización colectiva de la capacidad de soñar, de esperanzarse y esperanzar. Vivir Bien/Buen Vivir no es un hecho dado, sino un desafío, una esperanza, la capacidad de creer en un futuro y un camino que se tienen que recorrer.
Por esto mismo, es posible afirmar que el Vivir Bien/Buen Vivir es un paradigma profundamente educomunicacional, con estas características:
1. Dinamiza el acceso de los pueblos a los medios para la expresión de su palabra; visibilizándose como son, con sus costumbres e idiomas; incluyéndose en la sociedad desde sus culturas e identidades; apropiándose de su propia palabra; y haciéndose sujetos en el intercambio con otros. El acceso a los medios permite la expresión, apropiación y construcción de la palabra por ciudadanías empoderadas en sus identidades sociales y culturales, con conexiones a un pasado que las enriquece, y un futuro a inventar y afrontar desde realidades situadas. La conquista de la palabra se articula a la construcción de ciudadanía, de personas sabiéndose sujetos de derechos.
2. Es también un paradigma educomunicacional porque se basa en el diálogo, en los intercambios y en las interacciones que permiten construir democráticamente nuevas sociedades. Se entablan relaciones educativas entre educando y educadores, así como comunicativas donde ambos son interlocutores, y ya no más unos que emiten sin considerar los sentipensamientos y prácticas sociales del espacio del consumo cultural. Tiene un sentido dialogal, que promueve interacciones, como una misión educomunicativa fuertemente enraizada en los principios y metodologías de la educación y de la comunicación popular.
3. El Vivir Bien/Buen Vivir es una forma de educomunicación que destaca la participación ciudadana desde la vida cotidiana y desde las demandas y propuestas de la gente. Una participación protagónica, individual y colectiva, para reivindicar formas de vida más equitativas, para compartir experiencias de vida buena y para construir sociedades de justicia.
4. Y es también una educación para la convivencia, o el buen-convivir y bien-transformar, legitimando formas de vida solidaria, con complementariedades y reciprocidades, en comunidad, compartiendo un valor/sentimiento de verdad vinculado al ser en comunión, basado en la comprensión y la ayuda del otro. La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir implica una actitud de compromiso y entrega por el otro, por el pobre, en el marco de un encuentro y conexión de nuestras particularidades locales, nacionales y regionales.
Metodológicamente, la Comunicación para Vivir Bien/Buen Vivir, tiene la función de generar procesos educomunicativos que se caracterizan por hablar como habla la gente, desde abajo, desde los pueblos, cumpliendo cuatro principios:
1. Escuchar para hablar. Escuchar con los cinco sentidos, porque el communicare o comunión empieza siempre en el otro, en el educando, en el sujeto, en los ciudadanos y ciudadanos y los pueblos. También tenemos que aprender a escuchar a la naturaleza.
2. Saber compartir. La educomunicación para la convivencia alimenta los valores colectivos y la vida solidaria, con acciones cotidianas de reconocimiento respetuoso de las diversidades, en función de objetivos comunes.
3. Refrendar las palabras con los actos. El Vivir Bien/Buen Vivir no es una cosmovisión para recitarla. Es una forma de vida buena que se practica todos los días y en todos los ámbitos. Comunicacional y educativamente es importante saber de lo que se habla y que los temas sean trascendentes para la vida digna.
4. Saber soñar. O saber esperanzar desde las experiencias de solidaridad, desde la vida comunitaria, desde las prácticas de educomunicación. Tenemos que trabajar prospectivamente un futuro digno.
La misión de la Comunicación para el Buen-convivir y Bien-transformar empieza por el cambio en las personas despertando su libertad interior para ser, estar, soñar, luchar con identidad, con dignidad, con derechos. Su misión es también alentar la vida organizativa y de movilizaciones y luchas sociales por los derechos ciudadanos, incluido el derecho a la comunicación.
En el Vivir Bien/Buen Vivir la individualidad es asumida en términos de goce de vida, de suficiencia, de reconocimiento, de inclusión, de identidad, de dignidad, de autonomía, de empoderamiento, de libertad, de capacidad de expresarse y visibilizarse, de imaginarse y soñar un futuro y, por qué no decirlo, de felicidad. En la capacidad personal y colectiva de humanización, ahí radica el Vivir Bien / Buen Vivir.
Un ámbito de intervención de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es la reconciliación, acompañando la palabra y las acciones para dialogar, entender, perdonar, juzgar, reflexionar y reconciliar. El proceso educomunicativo para la construcción de la paz comienza como una práctica personal en un acto por disponerse a construirla, acompasada con procesos colectivos, porque la paz es una conquista personal, familiar y comunitaria. Y esto es posible cultivando los valores de fraternidad para la convivencia humana, no castigadora, de perdón por el bien común.
Reconciliación es también construir imaginarios de libertad, en un acto comunicativo que implica el diálogo, la inclusión y la interacción respetuosa, desarrollando cotidianamente relaciones de amistad, de retribución, de agradecimiento, de colaboración que se deben promover hasta recuperarlas como formas reconciliadoras de culturas de la fraternidad.
En otro ámbito, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es anuncio de la Buena Nueva, asumiendo que, como el Verbo, camina con los pueblos con una opción preferencial por los pobres, desarrollando una pastoral liberadora, educativa, ecologista, participativa, con la expresión de una palabra profética y liberadora de denuncia y anuncio de la Buena Nueva. El anuncio no radica sólo en la palabra sino también en los actos cotidianos de quienes la profesan.
Un aspecto destacado de la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es su compromiso para el cuidado de la casa común, basándose en las prácticas de nuestros pueblos, que para asegurar condiciones de bienestar para las futuras generaciones, definen que las plantas, los animales, los ríos, el aire, las montañas son también, a la par de los humanos, gestores de vida y razón de ser del Vivir Bien / Buen Vivir.
La Comunicación para el Vivir Bien / Buen Vivir sabe que la preservación de la vida en armonía con la naturaleza es protección y defensa, luchando para ello en un contexto continental que rema en contra de su existencia; por lo que promueve el intercambio cotidiano para entendernos, asumir compromisos y tomar decisiones que nos ayuden a desarrollar prácticas sociales para fortalecernos cultural y socialmente en nuestras comunidades, entre nosotros y con todos los seres vivos, arropados por la madre naturaleza que nos cobija y nos da vida en la casa común: nuestro universo.
En la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir, un elemento central es convivencia comunitaria, que supone relaciones de solidaridad, de complementariedad y de correspondencias mutuas o reciprocidades. No se trata sólo una comunidad en su sentido territorial, sino de una forma de vida que empieza en el reconocimiento del otro/a como sujeto de derecho, apropiado en su particular situación de vida que consagra la diversidad como valor que se materializa en el apoyo mutuo con sentido comunitario, sin presión por la competitividad e individualidad.
En conclusión, la Comunicación para el Buen-convivir y Bien-transformar es la palabra que expresa la vida en convivencia. Es la palabra que camina con los pueblos recorriendo los andares del trabajo comunitario, de las acciones solidarias, de la reconciliación, de las luchas sociales, de los encuentros e interacciones socioculturales y políticas, de la participación de los pueblos haciéndose sujetos de la historia, de la recuperación de la memoria histórica y de la identidad, de la voz colectiva liberadora, del anuncio de la buena nueva, de la armonía de los seres humanos consigo mismos en sociedad y con la naturaleza, del futuro con esperanza, y de los encuentros interculturales y alteridades que permiten forjar sujetos que se incluyen en las sociedades y en la historia, con valores de vida en comunidad. Es la palabra que transforma.
(Artículo publicado en la Revista Digital Punto de Encuentro, de SIGNIS ALC, Diciembre 2019)
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* Adalid Contreras Baspineiro es sociólogo y comunicólogo boliviano, especialista en estrategias de comunicación. Ha sido Secretario General de la Comunidad Andina – CAN. Ex Secretario ejecutivo de OCLACC (hoy SIGNIS ALC).
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