Miles de personas de todo el mundo lo estaban esperando en ese lugar con mucha ansiedad.
Una vez más, el Santo Padre Francisco, nos sorprende. Demostró su disponibilidad para el servicio, su humildad y su cercanía. Luego de más de 11 horas de vuelo, desde Roma hasta Río, no escatimó esfuerzos para saludar a los miles de jóvenes que lo esperan en los alrededores del aeropuerto. Era tanta la cantidad de gente que se aglomeraba que desbordó el sistema de seguridad.
Miles de personas de todo el mundo lo estaban esperando en ese lugar con mucha ansiedad. Cada uno con su historia personal, familiar, social. Cada uno con su pasado, su presente y tal vez buscando respuestas para su futuro. Estaban allí aguardando con cantos y alabanzas al vicario de Cristo, al sucesor de Pedro. Pero también millones de personas que seguían por los distintos medios de comunicación se emocionaban con los gestos del Papa.
El Papa Francisco desciende del avión y luego del saludo protocolar aborda un vehículo pequeño, que nadie se imaginaba trasladaría al Santo Padre. Sin embargo, según informaciones, él se negó a usar vehículos lujosos para su recorrido por las calles de Río y pidió un auto pequeño, más del pueblo. Desde allí empezó a saludar a las personas, moviendo los brazos, incluso observamos que hablaba animado con sus acompañantes.
Luego subió al Papa móvil “oficial” donde recorrió varios minutos estando parado, girando de un lado para otro, bendiciendo con espontaneidad, con una sonrisa que irradiaba la fuerza de Dios. Porque tal vez físicamente estaba cansado, pero ver tantos jóvenes e incluso familias enteras, abuelos, padres, niños, religiosos, religiosas, le renovó las energías.
El Santo Padre nos iluminó con sus múltiples gestos (abrazos y besos a los niños, enfermos, etc.) y con ellos podemos entender que la gente no fue a ver a un hombre vestido de blanco solamente, sino a escuchar la voz de Dios a través de su vicario. Porque solo Dios puede mover tanta gente, solo Dios puede mover tantos corazones y purificarlos con lágrimas, sólo Dios puede dar tanta fuerza a un ser humano.
Sin dudas tendremos aún muchas sorpresas en esta edición de la JMJ, Río 2013, porque tenemos enfrente al Papa Francisco, una persona que rompe las estructuras, rompe el molde, rompe el protocolo, porque ante todo es un servidor humilde y cercano al pueblo.
* Secretario Ejecutivo Pastoral de Comunicación – CEP- CELAM, Paraguay
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