Por: Marcelo Barros*
Como signo concreto, el Papa ha instituido que, cada año, el domingo anterior al último del año litúrgico se celebre como Día Mundial de los Pobres. No sería un día más para reflexionar sobre la pobreza y denunciar las desigualdades sociales. Se trata sobre todo de reconocer los rostros concretos de las personas más pobres que viven entre nosotros y darles una señal de cercanía y afecto.
Esta preocupación por las relaciones personales no disminuye la importancia del compromiso con los pobres organizados como categorías en la lucha pacífica por la justicia eco-social. En este camino, el Papa también nos ha dado un ejemplo. Ya por cuatro veces llamó a representantes de movimientos sociales de todo el mundo para que se reúnan con él. Siempre dejó claro que ya no era sólo para que la gente pudiera ver al Papa y escuchar su mensaje. Los encuentros del Papa Francisco con los movimientos sociales son principalmente para que el Papa los escuche y manifieste su solidaridad y su plena adhesión a sus luchas por tierra, techo (vivienda) y trabajo.
El pasado 24 de octubre, el Papa convocó el cuarto de estos encuentros. Reunió 150 representantes de movimientos sociales de todo el mundo en una conferencia virtual dirigida desde el Vaticano y durante todo el día ellos han podido hablar.
Han mostrado cómo la pandemia aún reveló más el desprecio de la sociedad dominante por la vida y la securidad de los más pobres. Al mismo tiempo que la pandemia provocó pérdida de trabajo para millones de personas y el hambre amenaza multitudes, el 1% de los hombres más ricos han multiplicado escandalosamente sus intereses.
Los representantes de movimientos sociales han dado al papa sus propuestas para el encuentro que en estos días el papa hará con economistas jóvenes de todo el mundo sobre lo que se decidió llamar “economía de Francisco y Clara”. Esta búsqueda de una organización del mundo que sea más justa nos posibilitará realizar lo que el papa propone: “Sonemos con una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos e hijas de esta tierra que nos abriga a todos/as, cada cual con la riqueza de su fe o de sus convicciones, pero todos hermanos/as” (Fratelli Tutti, 8).
* Marcelo Barros de Souza (Brasil) es monje benedictino, Coordinador Latinoamericano de la Asociación Ecuménica de Mujeres y Hombres Teólogos del Tercer Mundo (ASETT). Promueve una teología de la Iglesia que está abierta a otras culturas y religiones. Ha escrito muchos artículos, gran parte de sus libros han sido traducidos de su original portugués a otros idiomas.
– Artículo publicado originalmente en Amerindida en la Red