20 de febrero: Sábado después de Cenizas
El Señor siempre te guiará y saciará tu sed en la aridez de la vida (Is 58,11)
Petición de Gracia
Al comienzo de cada día, busco entrar en un clima de oración y rezo:
Señor, en este tiempo favorable para volver el corazón a tus sueños para la humanidad y a todas tus creaturas, te pedimos luz para reflexionar sobre cómo estamos viviendo nuestras relaciones contigo, con las personas, con el mundo que es nuestra casa común y con nosotros mismos. Ayúdanos a redescubrir el sentido de la vida en la alabanza y la contemplación agradecida de la Creación, en la salida de nosotros mismos hacia los que más sufren y se sienten solos, especialmente en estos tiempos de pandemia, y en la construcción de tu reino de justicia y paz, tejiendo redes de solidaridad y fraternidad entre todos los pueblos y culturas de esta inmensa región panamazónica y del mundo entero.
En particular, hoy le pido… (presente su petición personal). Amén.
Escuchando la Palabra que nos guía
Si das al hambriento lo que de seas para ti y sacias al hombre oprimido, brillará tu luz en las tinieblas, y tu oscuridad se volverá como la claridad del mediodía.
Yavé te confortará en cada momento, en los lugares desérticos te saciará. El rejuvenecerá tus huesos y serás como huerto regado, cual manantial de agua inagotable.
Volverás a edificar sobre las ruinas antiguas y reconstruirás sobre los cimientos del pasado; y todos te llamarán: El que repara sus muros, el que arregla las casas en ruinas.
(Is 58, 10-12)
Reflexionando con Laudato Si’
La Palabra de Dios nos dice que debemos abrir nuestros corazones para acoger a los que necesitan de nuestra solidaridad, siendo éste el camino para caminar en la luz y no en las tinieblas del egoísmo y la indiferencia. De hecho, el Papa Francisco nos enseña que “no puede ser auténtico un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza, si al mismo tiempo no hay en el corazón ternura, compasión y preocupación por los seres humanos” (LS 91). La verdadera alabanza a Dios y el verdadero compromiso con la ecología integral nos llevan siempre a reconocer que “todo está interconectado. Por tanto, se requiere una preocupación por el medio ambiente, unida al amor sincero por los seres humanos y a un compromiso constante con los problemas de la sociedad” (LS 91).
Aprovechemos, pues, este tiempo especial de Cuaresma para preguntarnos si el terreno de nuestra vida está siendo ese “jardín bien regado, como un manantial de agua que nunca se secará” del que nos habla el profeta Isaías. Y demos gracias al Señor por quienes, con su vida, “luchan vigorosamente por resolver las dramáticas consecuencias de la degradación ambiental en la vida de los más pobres del mundo” (LS 13), especialmente en nuestra Querida Amazonia.
Avanzando hacia aguas más profundas
Después de un momento de silencio…
A la luz del texto bíblico y de las palabras del Papa Francisco, busco profundizar mi experiencia de encuentro con el Señor, trayendo a mi oración la realidad concreta en la que estoy involucrado, la situación que atraviesa el mundo, la región pan-amazónica, mi ciudad o comunidad, la Iglesia, etc.
Trato de percibir los llamados de cambio que Dios me hace y le pido fuerza para concretarlos, para que mi alabanza a Él se manifieste en obras concretas de compromiso por la vida, en la defensa de nuestra Querida Amazonía, de sus pueblos y de los pobres de la Tierra.
Concluyo con un Padre Nuestro y un Ave María…
Frase para seguir reflexionando en este día
Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida.
(Querida Amazonía, 7)