Mensaje del Asistente Eclesiástico de SIGNIS para la 56 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Para la Jornada Mundial de la Comunicaciones de este año 2022, que celebramos el próximo 29 de mayo, el Papa Francisco nos invita a preguntarnos cada quien, como comunicadores: ¿Cómo escucho, ¿a quién escucho?, ¿qué escucho?
Los largos dos años de pandemia del coronavirus nos impidieron encontraron físicamente con las personas, pero tuvimos seguramente muchas actividades en que privilegiamos el oído y la palabra. Podemos ahora recoger y evaluar experiencias y quizás mejorar nuestro servicio en la Iglesia y en la sociedad desde las líneas de inspiración y reflexión que nos propone el Papa.
En la misma vida cotidiana, muchas veces no hay verdadera comunicación como “la escucha de quien tenemos delante, cara a cara, la escucha del otro a quien nos acercamos con apertura leal, confiada y honesta”, sino parece que cada quien quiere oírse a sí mismo, y e ir hacia los otros para sostener sus opiniones, intereses, prejuicios, discursos, creencias. No hay un diálogo real, un encuentro de dos, sino un monólogo.
“Es triste cuando, también en la Iglesia –dice el Papa-, se forman bandos ideológicos, la escucha desaparece y su lugar lo ocupan contraposiciones estériles”. En la vida de los primeros cristianos, ya hay un hecho trágico que ejemplifica lo que sucede cuando vemos al otro como enemigo y no queremos escucharlo: los miembros del sanedrín judío no toleran las palabras de Esteban y “gritando fuerte, se taparon los oídos y se lanzaron todos contra él, lo echaron fuera de la ciudad y lo apedrearon” hasta matarlo (Hechos 7, 57-58). No escuchar, no comprender, no aceptar al otro, provoca violencia y muerte. Pensemos hoy en esos ‘otros’ para cada quien; ‘otros’ por cuestión de nacionalidad, raza, religión, situación social, cultural o política. Lamentablemente estamos viviendo un aumento de intolerancia, violencia y rechazo en nuestras sociedades, pero la Iglesia quiere colaborar en una cultura del diálogo, del encuentro y de la paz.
Sigue vigente la recomendación de Jesús a sus discípulos: “Presten atención a la forma en que escuchan” (Lc 8, 18). “Lo primero en la comunicación con el otro es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna, que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores” (Evangelii gaudium, 171). “San Agustín invitaba a escuchar con el corazón, a acoger las palabras no exteriormente en los oídos, sino espiritualmente en el corazón: «No tengan el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón»
Porque nuestro mismo Dios, Creador y Padre, es quien “inclina su oído” y nos escucha (cf. Sal 40, 1); quien escucha nuestros clamores y conoce nuestras angustias (cf. Ex 3, 7). “La escucha corresponde al estilo humilde de Dios”, nos dice el Papa Francisco en su mensaje.
Como Iglesia, y más en este tiempo de camino sinodal, estamos invitados a escucharnos, pues “el servicio de la escucha nos ha sido confiado por Aquel que es el oyente por excelencia, a cuya obra estamos llamados a participar. «Debemos escuchar con los oídos de Dios para poder hablar con la palabra de Dios»
Luis García Orso, S.J. /México, mayo 2022