“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (No. 1 EG), con estas palabras comienza el Santo Padre Francisco su Exhortación Apostólica Evangelli Gaudium sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. Con este espíritu quiero recomendar una serie de películas para ver en este tiempo de Adviento y descubrir en éstas lo que hay de buena noticia, de esperanza y alegría para nuestra vida.
Los Coristas de Christophe Barratier (Francia-Suiza, 2004, 96 min.)
Los coristas es una película que llega al corazón, que conmueve, que eleva el espíritu. Clémet Mathieu es un músico que llega como prefecto de disciplina a una escuela correccional: “El fondo del Estanque”. A quien primero se encuentra es al pequeño Pepinot, quien espera con ansías que su padre venga a buscarlo. Pepinot no es el único niño que espera ser rescatado o salvado. Cada niño tiene su historia, sus sueños y anhelos… que Mathieu, haciendo honor a su nombre (Regalo de Dios), alimentará a través del canto. Muy sugerente es el villancico (El himno a la noche de Rameau) que cantan los niños: “La sombra que te acompaña es tan dulce, tan dulce es el concierto de tus voces cantando la esperanza… siente en medio de la noche, la ola de la esperanza, ansia de vivir, camino de la gloria”.
El Color del Paraíso de Majid Majidi (Irán, 1999, 90 min.)
El Color del Paraíso cuenta la historia de Mohammad, un niño ciego que busca y quiere tocar a Dios. Una película hecha con arte, con bellas imágenes y acertados diálogos que invitan a la reflexión. Mientras avanza la cinta podemos recordar a grandes místicos, incansables buscadores de Dios, como San Juan de la Cruz (“¿A dónde te escondiste, Amado mío y me dejaste con gemido?”) o San Ignacio de Loyola (“Buscar y encontrar a Dios en todas las cosas”). Cuando Mohammad llora por su ceguera y soledad, por no encontrar a Dios, resuenan las palabras de su maestro también invidente: “Dios no es visible está en todas partes, puedes sentirlo cerca, lo ves a través de la punta de los dedos”. Una película llena de color, ternura y sensibilidad que te tocará el corazón.
La delgada línea amarilla de Celso R. García (México, 2015, 95 min.)
La delgada línea amarilla es una película que nos lleva al desierto, a las fronteras, a caminos rectos y sinuosos donde interactúan cinco hombres que son contratados para pintar la línea divisoria de una carretera que conecta dos pueblos de México. Una delgada línea amarilla en la carretera es -como explica Toño (Damián Alcázar, estupendo)- una guía, una señal que nos orienta y, en determinado momento, es una línea de salvación para los automovilistas. Al trazar esta línea los protagonistas van también reflexionando sobre el sentido de la vida, los afectos, la familia y la propia fe. Una delgada línea amarilla, hablando metafóricamente, es como la luz de la fe que nos ilumina en el camino de la vida (cfr. Lumen Fidei, n. 4).
Que bello es vivir de Frank Capra (E.U., 1946, 130 min.)
¡Qué bello es vivir! es un clásico del cine norteamericano protagonizado por James Stewart y Donna Reed. Con claras referencias a Canción de Navidad de Charles Dickens, ésta es una película llena de valores humanos que puede ayudarnos a reconocer a quienes han sido ángeles o mensajeros de Dios en nuestras vidas, a dar gracias a todas aquellas personas que nos han acompañado, sostenido, alentado en momentos oscuros y difíciles de la vida. “Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto” (Lc 2, 20), leemos en el Evangelio. En familia también nosotros podemos reflexionar y compartir sobre las cosas por las que glorificamos y alabamos a Dios.
Koyla de Jan Sverák (Rep. Checa, 1996, 105 min.)
Louka es un músico que ha sido excluido de la orquesta de Praga por cuestiones políticas, se gana la vida tocando en funerales y reparando lápidas en el cementerio. El encuentro con Koyla, un simpático niño de 5 años, hijo de una joven rusa con quien Louka se casa a cambio de una buena suma de dinero, irá transformando y alegrando la vida de este músico venido a menos. El cartel de la película es muy original: un big close-up del rostro de Louka con los ojos cubiertos por las manos de Koyla: una invitación a la ternura y a la confianza. Que el visionado de esta película –contada con gracia, ternura y algo de ironía- nos ayude a descubrir, a reconocer y celebrar también cómo Dios hecho hombre, Niño recostado en un pesebre, nos trae tanta luz, alegría y esperanza.
Cambio de planes de Pedro Arango (España, 2011, 110 min.)
Unos días previos a la Navidad Manolo –un hombre de unos 40 años, distanciado de su esposa, con poca comunicación con sus hijos, con una vida más bien decadente y rutinaria- se encuentra con Antonio, un chico de 15 años con cáncer terminal. Antonio se sabe enfermo, que va morir; pero tiene mucha vida por dentro… y es la que quiere compartir y contagiar a todos. “¿Cómo andamos de fe?”, le cuestiona el chico a Manolo. Manolo es sincero con él: “Antes creía, pero ahora no”. Antonio con humor y sinceridad le dice: “Yo al revés: antes nada y ahora no tengo duda”. Cambio de planes es una bella y disfrutable historia que nos invita al cambio de actitudes, a vivir con alegría, a buscar a Dios ahí donde Él se nos quiera manifestar: en la sonrisa de un niño, en una mesa compartida, en un portal…
Le Havre: El puerto de la esperanza de Aki Kaurismäki (Finlandia-Francia-Alemania, 2011, 93 min.)
Marcel Marx (André Wilms, estupendo) es un escritor retirado que trabaja como bolero en Le Havre, puerto francés que da nombre a esta película. Vive de una manera sencilla y despreocupada en compañía de su esposa Arletty (Kati Outinen) y su perrita Laika. Idrissa (Blondin Miguel) es un niño africano indocumentado que escapa de una redada. Marcel ve y se compadece de este chico que se ha quedado solo en el puerto y es perseguido por la policía para deportarlo. Con claras referencias al cine de Charles Chaplin con su sensibilidad social y comicidad; Kaurismäki en El puerto de la esperanza explora y comunica lo más noble del ser humano y termina creando una estupenda parábola sobre la misericordia y la esperanza.
El Octavo día de Jaco van Dormael (Francia-Bélgica, 1996, 104 min.)
Un hombre de negocios (Daniel Auteuil), con agenda llena pero con una vida personal y familiar más bien vacía, se topa en la carretera con un joven con síndrome de Down (Pascal Duquenne) que también tiene su historia. Juntos contarán los días y descubrirán todo lo que Dios ha creado y recreado para ellos. La película nos invita a hacer un alto en el camino, a revisar nuestros días con sus aciertos y desaciertos, a abrirnos a lo nuevo, a lo no explorado, a lo que suena imposible o ilógico como el “octavo día” de la semana. Una película que nos recuerda aquel poema del Eclesiastés: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de arrancar y tiempo de plantar… tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar” (Ecl 3, 1-4).
El Renacido de Alejandro González Iñarritu (E.U., 2015, 156 min.)
La palabra revenant que da título a este sexto largometraje del director mexicano significa “el que regresa de la muerte o renace”. Y efectivamente, el personaje Hugh Glass con quien desde un comienzo nos conectamos, identificamos y dolemos, es alguien que regresa de la muerte y renace ante cada prueba: renace de la tierra, renace del agua, renace por la comida compartida, renace por el fuego, renace de la carne… para finalmente renacer del espíritu. El Renacido nos habla de las cosas de la tierra, de la naturaleza, de la lucha de un hombre por sobrevivir; pero a la vez, si nos abrimos al Espíritu, nos habla de Dios, de las cosas del cielo, de esa fuerza que viene de lo alto y nos ayuda a renacer (cfr. Jn 3, 1-21).
El jardín secreto de Agnieszka Holland (Reino Unido, 1993, 102 min.)
El jardin secreto nos cuenta la historia de Mary Lennox (Kate Maberley, encantadora) una niña de 10 años que tras quedar huérfana es enviada de la India al Reino Unido. Se hará cargo de ella su tío Lord Craven que vive con su hijo enfermo y una estricta ama de llaves Mrs. Medlock (Maggie Smith, estupenda) en una gran mansión. El ámbiente es ciertamente gris y decadente… pero Mary pronto empezará a descubrir los secretos que encierra un jardín oculto y misterioso. Una película para ver en familia y que nos puede evocar aquel anuncio del ángel del Señor a unos pastores que pasaban la noche cuidando sus ovejas: “No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para ustedes y para todo el pueblo: Le ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor” (Lc 2, 10).
Sergio Guzmán, S.J.
DERECHOS RESERVADOS 2021
POWERED BY DanKorp Group. WEB SITES SOLUTIONS