Los largos períodos de sequía causados por el cambio climático y la deforestación demuestran que la selva amazónica está perdiendo su capacidad de regeneración, alertan los estudios científicos. En un reciente reportaje de Jaqueline Sordi, publicado por el Observatorio del Clima, se apunta que el resultado es un daño severo al bioma, lo que exacerba el calentamiento de la tierra y deja a la región más cerca de su “punto de inflexión”, luego de lo cual el bosque comienza a morir masivamente.
Las conclusiones del estudio se publicaron el lunes 7 de marzo en la revista Nature Climate Change.
El sondeo, que evaluó imágenes satelitales de las últimas tres décadas, mostró que más del 75% de la selva ha ido perdiendo estabilidad desde principios de la década de 2000, principalmente en la región sur, donde la estación seca es más intensa. Con la pérdida de resiliencia, es decir, la capacidad de recuperarse y volver a un estado saludable, todo el bioma se ve amenazado.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos observaron mes a mes, durante tres décadas, datos satelitales que estiman el estado de salud de la vegetación midiendo qué tan verde es. Al evaluar la reacción del bosque a los cambios estacionales, pudieron identificar que, incluso con fuertes lluvias después de la sequía, el bosque no podía regenerarse, ya que el calentamiento de la Tierra está haciendo que los períodos secos sean más largos y frecuentes.
Hasta principios de siglo, la región sufría periodos de sequía cada 15-20 años, relacionados con el fenómeno de El Niño. En los últimos 20 años, el fenómeno ocurrió con mucha más frecuencia, registrándose cinco veces (en los años 2005, 2010, 2015, 2016 y 2020 – este último no incluye el período de análisis del estudio). De estos, solo dos están relacionados con El Niño.
“Los demás están directamente relacionados con el calentamiento del Océano Atlántico, es decir, con el calentamiento global. El estudio muestra que incluso en ocasiones en que la sequía fue precedida por largos períodos de lluvia, la selva no logró recuperarse”, dice Carlos Nobre, investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la USP.
Estudioso de la Amazonía durante décadas y uno de los defensores originales de la hipótesis del punto de inflexión amazónico, Nobre explica que los investigadores ya han demostrado que desde 1980 la estación seca, además de ser más frecuente, también se ha alargado, alrededor de una semana más. cada década.
“Esta es una señal muy clara del riesgo de que el bosque desaparezca, porque solo existe con altos niveles de lluvia y estaciones secas cortas, lo que permitiría que el bosque se recupere. La combinación de esta pérdida de estabilidad debido al cambio climático y la deforestación, que intensifica la mortalidad de los árboles, es una combinación fatal para la selva amazónica. Por eso es tan importante el estudio publicado esta semana”, dice.
De hecho, la mayor pérdida de estabilidad se identificó, además de las regiones más secas, en áreas más cercanas a fincas, carreteras y mayor deforestación. Es posible que estos factores “ya hayan empujado a la Amazonía cerca de un umbral crítico de extinción de la selva tropical”, concluyen los científicos dirigidos por Chris Boulton, de la Universidad de Exeter en el Reino Unido.
La nueva publicación se suma a varios otros estudios que ya indican, desde hace décadas, que la Amazonía estaría cerca de este “punto de inflexión”, en el que la región dejaría de mitigar y comenzaría a empeorar el calentamiento de la tierra. Carlos Nobre explica que, si bien los estudios de modelado aún no están de acuerdo sobre cuándo podría ocurrir el “punto de inflexión”, los estudios observacionales, como el publicado esta semana, muestran que estamos muy cerca de este punto irreversible para el bosque. “Es algo entre 30, 40 años como máximo”, dice.
Incluso, una de las investigaciones más recientes sobre el tema, publicada en la revista Nature en julio del año pasado, mostró que, en la región sureste de la Amazonía, ese futuro ya llegó. Encabezado por Luciana Gatti, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), indicó que actualmente partes de la selva amazónica ya emiten más CO2 del que pueden absorber.
La pérdida de la selva tropical, además de las devastadoras consecuencias para la fauna, la flora y los pueblos que habitan la región, podría resultar en un aumento de hasta 90 mil millones de toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que imposibilitaría limitar la contaminación global. calentamiento a los niveles menos catastróficos previstos en el último informe del IPCC, el panel climático de la ONU.
Fuente: IHU Instituto Humanitas Unisinos / Observatorio del clima