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Fratelli Tutti: una nueva cultura desde la comunicación

SIGNIS ALC

07 octubre 2020

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Fratelli Tutti: una nueva cultura desde la comunicación

Fratelli Tutti: una nueva cultura desde la comunicación

Xavier Carbonell*

 

Los ocho capítulos de Fratelli Tutti contienen, hasta el momento, las afirmaciones más radicales que ha hecho el Papa Francisco sobre ciertos temas. Una vez más, como hace cinco años en Laudato Si’, el pontífice recurre a una expresión del Pobre de Asís para sintetizar su mensaje: la visión de todos los hermanos conviviendo en fraternidad y paz. Es también la encíclica más política y social del Papa, la más dura a la hora de describir y denunciar las injusticias actuales, y también un llamado profético sobre las consecuencias de la pandemia, el lado oscuro de las redes y la situación inaceptable que vive hoy —en términos de pobreza, desigualdad, opresión y guerra— la familia humana.

 

Fratelli Tutti es una especie de colofón a las preocupaciones que el Papa Francisco había presentado en sus dos encíclicas anteriores. Como estas, también la nueva carta se dirige a todas las personas de buena voluntad, abiertas al diálogo y a la construcción de una realidad más fraterna. Sus planteamientos, además de interesar a los que se preocupan por la situación global, resultan de interés fundamental para los que se dedican a las comunicaciones y a la cultura.

 

El Papa Francisco parte de nuestros absurdos cotidianos —las «sombras de un mundo cerrado»—, resultantes de la falta de diálogo y la consideración del otro como un objeto descartable o, en el mejor de los casos, un producto a ser ofrecido, vendido o sacrificado. La muerte de todo intento de integración entre naciones, el caos migratorio y la violencia tienen su contraparte en esa otra dimensión, la digital y mediática, que es toda una cultura y un espacio casi físico.

 

Todo esto tiene un enorme impacto en el individuo, especialmente los jóvenes, obligados a despreciar su propia historia y rechazar su espiritualidad a manos de las «ideologías de distintos colores» (13). En la reconstrucción de nuestra memoria la comunicación tiene un papel esencial: es en el campo de las redes sociales, de la interconexión cada vez más global, en la disolución de las fronteras de lo público y lo privado, donde tiene que librarse la batalla por la dignidad humana y sus derechos inalienables.

 

Las antiguas palabras —democracia, libertad, justicia, unidad—, se han vaciado y gastado por el manoseo continuo (14), y la política es más un juego de marketing o de populismos que una apuesta sincera por el pueblo.

 

Ante tanta dificultad del hombre para encontrarse —incluso a sí mismo— el Papa nos propone el camino del diálogo, del respeto y la recuperación del espacio interior, para no ceder ante la «ilusión de la comunicación»: «Todo se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone a un control constante. En la comunicación digital se quiere mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan, desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima. El respeto al otro se hace pedazos y, de esa manera, al mismo tiempo que lo desplazo, lo ignoro y lo mantengo lejos, sin pudor alguno puedo invadir su vida hasta el extremo» (42).

 

En uno de los párrafos más lúcidos de Fratelli Tutti, el Papa expone la esencia de nuestro dilema en un mundo cada vez más dependiente de internet: «Hacen falta gestos físicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de las manos, el rubor, la transpiración, porque todo eso habla y forma parte de la comunicación humana. Las relaciones digitales, que eximen del laborioso cultivo de una amistad, de una reciprocidad estable, e incluso de un consenso que madura con el tiempo, tienen apariencia de sociabilidad. No construyen verdaderamente un “nosotros” sino que suelen disimular y amplificar el mismo individualismo que se expresa en la xenofobia y en el desprecio de los débiles. La conexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para unir a la humanidad» (43).

 

Son consejos de los cuales no quedan fuera medios católicos, también susceptibles de «perder los límites» y «naturalizar la difamación y la calumnia», en situanciones donde «parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena» (46).

 

El Papa nos previene contra la información sin sabiduría, el flujo de textos e imágenes que se desplaza en las pantallas de los dispositivos y que, con frecuencia, nos anestesian contra la violencia y la guerra. Está tan arraigada la costumbre de presenciar la agresión digital que no somos ya sensibles a lo que en otra época era materia de escándalo o de horror.

 

Tomar conciencia de estos fenómenos, estudiarlos y denunciarlos, es el punto de partida para edificar la cultura de una comunicación diferente, orientada a la paz y la verdad, que combata las noticias falsas e informaciones manipuladas. Una cultura del diálogo, donde la libertad no sea «navegar en una pantalla» (50) sino la construcción de una sociedad abierta a la voz del otro, aun cuando nos contradiga o disienta.

 

Cuando se sanen las raíces del individuo, la cultura del encuentro dará frutos en el ámbito ciudadano, social e internacional. Será la base para una diplomacia más considerada y encaminada al bien común, donde religiones de distinta proyección sean capaces de comunicarse y edificar la paz. No se trata de una utopía sin fundamento —como las que fracasaron en el siglo pasado— sino de una propuesta concreta para un futuro mejor, o quizás para el único futuro posible, si no se quiere la aniquilación por los desastres naturales, la guerra y la carrera nuclear.

 

El sexto capítulo de Fratelli Tutti está dedicado por entero a la cultura del diálogo, a la necesidad de reformar el modo en que nos comunicamos y convivimos.

 

La conclusión del Papa es fulminante y ofrece mucha luz a los que tienen por oficio comunicar: «Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados. Lo que llamamos “verdad” no es sólo la difusión de hechos que realiza el periodismo. Es ante todo la búsqueda de los fundamentos más sólidos que están detrás de nuestras opciones y también de nuestras leyes. Esto supone aceptar que la inteligencia humana puede ir más allá de las conveniencias del momento y captar algunas verdades que no cambian, que eran verdad antes de nosotros y lo serán siempre. Indagando la naturaleza humana, la razón descubre valores que son universales, porque derivan de ella» (208).

 

Si el encuentro respetuoso, el diálogo sereno que aspira a un consenso, se hace una práctica sistemática, entonces se va tejiendo la comunicación de la paz como cultura, como una idea profundamente arraigada en el corazón del ser humano. Este es el fundamento de la fraternidad con el cual —en un mundo imperfecto, lastimado y diverso como el nuestro— ha vuelto a soñar el Papa Francisco en su nueva encíclica, sobre la tumba del Pobre de Asís.

 

* Corresponsal de SIGNIS, miembro de SIGNIS Cuba Joven

Artículo publicado originalmente en el sitio web de SIGNIS

Descargue aquí la Encíclica Fratelli Tutti

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He preparado este brevísimo índice analítico para quien desee acceder rápidamente, en el texto de la encíclica, a los párrafos relacionados con el universo comunicativo y digital.

Comunicación – 42, 43, 47, 48, 49, 114, 156, 199, 205, 266.

Medios – 43, 46, 52, 114, 156, 166, 199, 201, 205, 266.

Redes – 45, 47, 52, 200, 205.

Internet – 46, 50, 205.

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