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Hemos sido mordidos por la serpiente del tener

SIGNIS ALC

30 marzo 2020

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Hemos sido mordidos por la serpiente del tener

Hemos sido mordidos por la serpiente del tener

Día 35 (31 de marzo: Martes de la Quinta Semana de Cuaresma)1. Petición permanente por la conversión sinodal al inicio de cada día

 

Que el Dios Trinitario, ejemplo de vida en comunión, nos ayude a soñar con una Iglesia sinodal, donde sepamos descubrir los signos de los tiempos, y la presencia de un Dios encarnado de diferentes modos, en distintos lugares. Un Dios que nos ayude a discernir su presencia y a anunciarle en todos los rincones, también entre los que más lejos se encuentran; a ser una Iglesia en salida, que va al encuentro, que escucha y dialoga con todos. Que busquemos el bien para todos los que nos encontramos cada día y sepamos traer de vuelta a la Amazonía y a todos los lugares donde estemos, todo lo vivido en el proceso sinodal, y así hacer realidad aquello que Dios espera de nosotros.

 

Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de conversión desde la Amazonía por las aguas de la sinodalidad, al servicio del Pueblo de Dios y sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su Palabra Viva.

 

2. Fragmento de una lectura del día (cada uno es invitado a profundizar en las lecturas completas según su propia necesidad y criterio)

Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!”.

 

Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: “Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes”. Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: “Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado”.

Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado. Números 21,4-9.

 

3. Reflexión desde la perspectiva del proceso sinodal amazónico

 

No valorar lo que se tiene siempre ha sido uno de los pecados de la humanidad, empeñados en murmurar contra Aquel que nos cuida, que nos protege, que nos da la vida. La libertad es un bien preciado, por lo que nunca podemos tener nostalgia de aquello que nos esclaviza. Llenar la barriga no debe ser la aspiración de nadie, si eso hace que perdamos lo que es más importante.

 

Hemos sido mordidos por la serpiente del tener, que siempre nos va a llevar a querer tener más, a nunca conformarnos, ni como individuos, ni como sociedad. Pero la vida, de vez en cuando, nos enseña a parar, a descubrir lo que realmente nos debe importar, a experimentar la necesidad de ponernos delante del espejo, de enfrentarnos a la realidad y decidir cual es el camino que queremos seguir. Todavía podemos ser curados, todavía podemos acudir a Dios para que Él nos ayude a superar los efectos de ese veneno que tenemos dentro, que no nos deja descubrir la esencia de nuestro ser.

 

4. Contemplación

 

Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta Palabra de Dios y así traer de vuelta todo lo vivido. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para poder asimilar mejor el proceso sinodal.

 

5. Meditación Final (Querida Amazonía)

 

Porque «mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. […] No pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca».  (Querida Amazonía, 59).

 

Día 35

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