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Hiperconexión

SIGNIS ALC

26 agosto 2016

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Hiperconexión como la democratización del nuevo hábitat

La principal motivación de la Generación Mi Medio es la hiperconexión.

Conexión es la palabra clave de nuestros tiempos. El mundo, las personas y los objetos, hoy se vinculan en redes, nodos y puntos digitales de encuentro. No importa, dónde ni a qué hora. Más de 1400 millones de usuarios entrelazando sus vidas en Facebook; 4,000 millones de teléfonos celulares enviando mensajes SMS/MMS en los que se intercambian textos, audios y videos que resumen un momento particular en la vida; 145 millones de iPods, 100 millones de blogs que por momentos permiten vivir en modo simultáneo y paralelo la existencia.

 

Interfaces, dispositivos, aplicaciones, redes, nodonautas; un verdadero continente digital. Un mundo plano en el que toda manifestación cultural se intercambia persona a persona a través de hipermediaciones y conexiones.; a través de comunidades virtuales que fungen como canales de distribución de intereses e información significativa.

 

Hoy, la principal motivación de la Generación Mi Medio es la hiperconexión; el mantener la existencia permanentemente en línea; el autodescubrirse y autodesarrollarse en la interacción on-line con los otros.

 

Las grandes tribus telefónicas movilizan su espacio de comunicación privada; se comunican fuera del ámbito controlado por los padres; intiman desde cualquier punto; se expresan a través de múltiples narrativas y desde cualquier lugar. La vida entera se construye en la marcha; y en movimiento se expresan odios, se prueban los límites, manifiestan deseos y actuamos de intermediarios.

 

La vida móvil, la vida en línea, la vida portátil permite la vinculación omnisciente; permite estar siempre ahí, compartir la vida en tiempo real; permite expresar de un modo poco análogo el “pienso en ti”.

 

La hiperconexión es el mensaje. Es un modo de consolidar la colectividad; de socializar la identidad; de expandir el compromiso y la lealtad.

 

Estar en línea es un modo de exposición de ideas, de denotar la personalidad, de establecer puentes dialógicos. En línea todas las fuentes de información se interconectan y la privacidad desaparece. La nodonautas profundizan en el universo e intentan participar en él. En línea se selecciona, organiza y procesa la cultura; desde ahí establecen conexiones nuestras mentes pues como afirma Castells el hipertexto está dentro de nosotros. Nosotros mismos somos el punto de la convergencia, el corazón de las narrativas transmediáticas.

 

La hiperconexión genera un capital emocional que implica al sujeto con el contenido, al contenido con la interface, la interface con los sentidos. Ser y estar en línea, construir la existencia en modo relacional, en tono participativo.

 

¿Qué es lo que la gente ha descubierto en línea exactamente? Quizá la posibilidad de confrontar su vida entera con la cultura popular; de profundizar en su sistema de valores; de tener una nueva visión del mundo; de mantener intercambios significativos; de implicarse con la vida de los otros. Nuevos significados, nuevas cosmovisiones producto de la intertextualidad galopante.

 

El hombre en hiperconexión se sabe constante- mente observado, localizable. En la red todos se saben parte del mismo ecosistema. La esfera pública se encoge. En línea nos volvemos todos ciudadanos vigilantes, aparentes sujetos inactivos en espera de poder actuar. Un nuevo estilo de vida se perfila; el paisaje mediático se redefine; nuevas expresiones resuenan y se recontextualizan.

 

De la hiperconexión derivan las hipermediaciones, que como señala Scolari: “apuntan a la confluencia de lenguajes, la reconfiguaración de los géneros y la aparición de nuevos sistemas semióticos”.

 

Nuestra precepción, cognición y metanarraciones se modifican. Se transforman nuestras experiencias comunicativas. La hiperconexión se ha vuelto la nueva clave reticular. Todo se conecta con todo; personas con objetos, objetos con objetos, objetos con dispositivos. La hiperconexión es la unidad semántica digital que permite la inmersión informativa y existencial. Tras la hiperconexión, todos somos nodos, puntos de acceso a secuencias sonoras, documentos, gráficos, palabras e imágenes. Somos vértices multimediales, navegables, textualidad fragmentada, interface de interactividad.

 

La experiencia, la expresión y el intercambio han cambiado (Scolari, 2008). La vida se modifica y reconfigura. Frente al punto de conexión somos un punto de intercambio; espacio y lugar de vinculación; territorio de los bits desterritorializados. El hábitat se ha transformado, la vida digital segundo a segundo registra el cambio mediático; sin duda, en la era glacial digital, hemos emprendido el éxodo hacia una tierra cuyo punto de acceso se encuentra desde una dirección IP, y seguro, al viejo mundo ya no hay retorno, como tampoco habrá módems de dial-up.

 

Este artículo fue escrito por Jorge Alberto Hidalgo Toledo para la revista Punto de Encuentro, agosto 2016.

 

Jorge Alberto Hidalgo Toledo es doctor en comunicación, docente investigador de la Universidad Anáhuac, y socio de SIGNIS México.

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