Empezó diciembre. Pronto diremos y/o escucharemos “Felices fiestas”, pero lamentablemente no será así para todos. Más de 120 parejas y familias binacionales (uruguayo-argentinas y viceversa) están separadas por un río desde marzo, un ritmo de vida totalmente distinto al anterior, que implicaba viajes frecuentes de un lado hacia el otro. El cierre de fronteras los ha distanciado físicamente y aún se esfuerzan por reencontrarse.
Romina Rodríguez es uruguaya, tiene 25 años, es analista en marketing y con su novio Nicolás (argentino) pensaban mudarse en diciembre a Uruguay. Tanto esta pareja como las demás quedaron varadas, sin ninguna solución. “Tenemos planes de vivir juntos, de casarnos (¿por qué no?), pero yo no me imagino casándome ahora, cuando la familia de mi novio no podría presenciar ese momento tan importante”, cuenta.
En septiembre las parejas se contactaron y conformaron un grupo llamado “Parejas UY ARG” con el fin de reclamar a ambos países que faciliten la reunificación familiar. Comenzaron a marcar presencia con las redes sociales, en los medios de comunicación, su solicitud llegó a la Cancillería y tuvieron reuniones con las autoridades. Existía cierto optimismo en la posibilidad de recibir una respuesta positiva, pero a la fecha de publicación de esta nota aún no la tienen. Sin embargo, no bajan los brazos, continúan con su lucha y tratan de agotar todos los recursos para lograr su sueño.
No piden viajar por turismo, sino cruzar el charco para reunificar sus familias y proseguir sus proyectos de vida en pareja que, por el momento, están mediados por pantallas a causa de la emergencia sanitaria. Cuando expusieron el tema en la Cancillería, les dijeron que, como el grupo era grande, la pareja podía escoger un país y, en principio, la reunificación en Uruguay parecía fácil. Entregaron los documentos solicitados: un certificado notarial o una declaración jurada, una carta invitación del miembro del país receptor, un compromiso de cumplimiento de los protocolos y pruebas de relación.
Luego, Migraciones rebotó el proceso pues, dentro del decreto de Uruguay, la reunificación familiar está contemplada para las parejas casadas y para aquellas que puedan firmar un concubinato. El problema es que para la firma del concubinato necesitan justificar cinco años o más de relación y, en varios casos, no cumplen este requisito. Por esta razón, exhortan a la emisión de un permiso excepcional para que las parejas logren reencontrarse y después puedan regularizar su situación migratoria o bien realizar trámites urgentes en los consulados argentinos.
Rodríguez explica que las demás parejas están casi todas en la misma situación. Algunas pudieron cruzar, otras optaron por casarse. Sin embargo, un 80% aún aguarda la respuesta del gobierno uruguayo.
“¿Por qué no te vas a Argentina?”: es una pregunta que suelen recibir y los motivos son múltiples: algunas parejas tienen hijos y no los pueden dejar solos, para otras no está entre sus planes. En otros casos, hay un factor económico que lo dificulta: antes el pasaje costaba 3.000 pesos, una cifra que hoy asciende a 15.000 por los hisopados.
El 12 de noviembre las parejas emitieron un comunicado a la opinión pública con una puesta a punto. Concluyen con una expresión de la necesidad imperiosa de abordar su situación, ya que entienden que el estado civil no puede ni debe ser motivo de discriminación. Citan a la Constitución, la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto de San José de Costa Rica como algunos de los tratados internacionales que ratifican este aspecto y colocan al Estado como garante del derecho a la familia y a la no discriminación. Después de ocho meses de espera, consideran que Uruguay debe demostrar que está a la altura de su histórico rol de defensor de los derechos humanos en la región.
Redacción: Sebastián Sansón Ferrari, corresponsal de SIGNIS ALC en Uruguay