La desinformación también se define por su intencionalidad: Albertina Navas, experta en comunicación digital
El pasado 16 de julio, la experta en comunicación digital y periodista Albertina Navas (Ecuador) fue la invitada del último conversatorio virtual organizado por SIGNIS ALC, SIGNIS Ecuador y Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz, titulado “Infodemia ¿cómo evitar la desinformación en las redes sociales?”
La también representante por América Latina y Caribe del Departamento de Comunicación Digital de SIGNIS Mundial calificó a la “infodemia”, en primer lugar, como “la epidemia de desinformación” que se difunde a través de los distintos canales digitales, en paralelo a la pandemia de coronavirus.
La comunicadora explicó que, a diferencia de la “infoxicación”, que alude únicamente a la sobrecarga informativa que sobrepasa nuestra capacidad de gestión, el término “infodemia” va más allá, al referirse también a la dificultad de discernir, dentro de esta abundancia informativa, “la información valiosa de la que no lo es, y “las fuentes confiables, de las que no lo son”.
El contexto
De acuerdo a la investigadora, tres aspectos acompañan el contexto actual de “infodemia”. En primer lugar, se encuentra el fenómeno de hipersensibilidad -es decir, el hábito de construir narrativas basadas en “extremos, que sacralizan o satanizan a distintos actores del entorno”, reduciéndolos a “héroes o villanos”-, lo que coadyuva al detrimento del equilibrio informativo.
De igual manera, este último tiempo también ha estado marcado por “ciclos atípicos”, en los que tanto la información favorable, como la desfavorable, se “amplifican”, producto del incremento significativo en las búsquedas en Internet y de las publicaciones en redes sociales.
En tercer lugar, está la desinformación, que no solo se define por la falta de veracidad de la información, sino, también, por la intención que esta última entraña, razón por la cual Navas exhorta más bien a utilizar los términos “patologías o anomalías de la información” o “noticias falseadas”, al momento de referirse a las comúnmente denominadas “Fake News”.
Así, en consonancia con las definiciones publicadas por UNESCO y la Unión Europea, la desinformación puede describirse como una “información deliberadamente falsa, difundida intencionalmente”, lo que la diferencia de la “información errónea” (información falsa transmitida con el convencimiento de su verdad) y la “mala información” (información verdadera, pero que de ámbito privado o restringido, que se saca a la luz pública con la intención de causar daño).
Cifras
Más adelante, la investigadora presentó algunos datos que contextualizan el entorno de desinformación. Como muestra, dio a conocer que 41% de las plataformas a través de las cuales se difunden las “noticias falseadas” no se pueden identificar.
Por otro lado, en los últimos meses, los temas más “falseados” (57%) corresponden a tópicos de ciencia y salud, sobre todo, relacionados con el tema de prevención, que generalmente, tienen que ver con supuestos remedios mágicos para frenar la pandemia, del estilo “el vinagre que aminora los síntomas”.
“Lo que realmente me preocupa es que personas formadas, con un supuesto sentido crítico, comparten esta información”, añadió Navas, quien explica que, al ser difundida por fuentes aparentemente confiables y respetadas, hay una mayor probabilidad de que esta sea considerada verdadera, y, por ende, que se vuelva viral.
Asimismo, la mayoría de “bulos” que se transmiten en las redes sociales se encuentran en formato de texto (90%), lejos de la creencia de que la mayor parte se transmite a través de videos o audios. De igual manera, cerca del 70% proviene de fuentes anónimas o suplantadas.
Protocolos. ¿Cómo gestionar la negatividad?
Por último, Navas compartió algunos consejos para manejar la desinformación y reconocer las “noticias falseadas”, antes de compartirlas.
Un primer paso consiste en verificar las fuentes de información, muchas veces suplantadas por cuentas parodia, que, frecuentemente, resultan difíciles de identificar, al utilizar imágenes gráficas similares a las primeras.
El segundo es investigar los recursos que acompañan a la información, como imágenes y videos, por ejemplo, realizando búsquedas inversas de imágenes en Google o recurriendo a verificadores de videos como el de Amnistía Internacional, a través de los cuales se puede conocer información de quién los subió o cuándo, a través de los datos proporcionados por los metadata.
Otra recomendación es comprobar la veracidad de las informaciones en los sitios de verificación o Fact-checking disponibles en la red. A propósito, Navas dio a conocer que, actualmente, cerca de 100 web de este tipo comprueban la veracidad de información sobre el COVID-19 en América Latina.
Por último, la también docente universitaria recordó que es importante mantenerse actualizados y compartir conocimientos sobre el tema.
Triple filtro socrático
Aparte de este último protocolo, Navas también recomendó la aplicación del “triple filtro socrático”, que radica en plantearse ciertas preguntas antes de compartir una información.
Este está determinado, en primer lugar, por el “filtro de la veracidad” (¿me consta esta información? ¿Qué fuente la está compartiendo? ¿Qué evidencia tengo para afirmar que esto es verdadero?), seguido del “filtro de la bondad” (A quién le beneficia esa información? ¿Es esta información compasiva con los protagonistas de la información?).
Como ejemplo de este último aspecto, citó las imágenes de cadáveres en la ciudad de Guayaquil que se difundieron a través de las redes sociales en marzo pasado, que si bien en muchos casos eran verdaderas, según la expositora “no necesariamente eran compasivas con el dolor de las familias afectadas”, “dignificaban su situación” o “las trataban desde un ángulo humanizante”.
El tercero es el “filtro de la utilidad” (¿Cómo aporta esta información a los protagonistas de la información y de la audiencia?).
Para finalizar, la integrante de SIGNIS Ecuador planteó a los asistentes reflexionar en torno a una cita del investigador estadounidense Bruce McComiskey, quien afirma que actualmente las audiencias ya no buscan información sobre la cual basar sus opiniones, sino, más bien, opiniones que respalden sus creencias.
“Ahora a las personas ya no les interesa lo que es verdadero o no, sino validar su punto”, explicó Navas. “Por eso les invito, como comunicadores, a no caer en este engaño y, más bien, a orientar a nuestras audiencias y allegados en contrarrestar esta desinformación”, concluyó.
El conversatorio virtual formó parte del ciclo de charlas online “Para construir el futuro en medio de la pandemia” que SIGNIS ALC, SIGNIS Ecuador y Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz organizan cada quince días a través de Zoom y Facebook Live. Para revisar la charla completa con Albertina Navas, ingrese aquí.
Redacción SIGNIS ALC
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