Quito, Ecuador.- “Podemos crear nuevas narrativas que colaboren para crear sociedades más justas a la vez que contagien esperanza y sean fuente de inspiración”. Esta fue la propuesta que compartió la joven comunicadora Solange Di Diego, de SIGNIS Argentina Joven, al abrir el conversatorio para “construir el futuro, en medio de la pandemia”, organizado por SIGNIS ALC, Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, SIGNIS Ecuador y el Instituto de Espiritualidad Santa Teresa del Niño Jesús.
El encuentro virtual, que se cumplió el jueves 4 de junio, contó también con la participación de Martín Rojas, de SIGNIS México Joven; Jéssica Maia, de SIGNIS Brasil Joven, el joven ecuatoriano Gabriel Andrés Ilvay V., de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz, y la moderación de la comunicadora paraguaya María José Centurión, vicepresidenta de SIGNIS ALC, reflexionó sobre el “Rol de los jóvenes en la post-pandemia”.
Narrativas para crear sociedades más justas y que contagien esperanza
En su exposición, Solange Di Diego (Argentina) señaló que la pandemia del COVID-19 expuso “nuestra fragilidad y la vulnerabilidad de las certezas y prioridades sobre las que basamos nuestras vidas, incluyendo las historias que nos ayudaban a darle sentido a nuestras vidas”.
Consideró que la pandemia nos obliga a adaptarnos a lo incierto, a la contrariedad y a la posibilidad de convivir con aquello que está fracturado.
Pero que también nos llama a repensar las narrativas para dar sentido al mundo, y a repensar nuestro vínculo con el otro y con la casa común.
Solange cree necesario comenzar a trabajar en un nuevo proyecto de desarrollo donde la dignidad de toda la creación sea el centro.
“Podemos crear nuevas narrativas que colaboren para crear sociedades más justas a la vez que contagien esperanza y sean fuente de inspiración”, subrayó.
Los jóvenes comunicadores debemos ser agentes de cambio y mostrar la transformación en nuestras vidas, dijo.
La juventud y el desafío de la comunicación
De su lado, el comunicador mexicano, Martín Rojas, compartió una ponencia sobre el desafío de la comunicación humana en la era del internet, lo cual implica hacer un uso responsable de las herramientas que nos brinda el mundo virtual.
Destacó que a los jóvenes de ahora “nos va a tocar frenar o continuar la cultura del descarte y la indiferencia de la que advierte el Papa Francisco. Nuestra generación tendrá la responsabilidad de promover una cultura del encuentro y el uso adecuado y prudente de la web, al servicio del hombre”.
“Hoy que estamos más conscientes de la interacción cara a cara que necesitamos del encuentro con el otro y de que hemos explotado al máximo la internet para sacarle provecho, el reto está en que, al estar a punto de salir de esta primera cuarentena, seamos capaces de saber usar en su justo medio las herramientas de la web, combinadas con la prudente relación interpersonal que tanto necesitamos”.
“A los jóvenes, comunidad menos vulnerable, nos toca cuidar a nuestros abuelitos, personas adultas mayores y niños”, insistió.
Agregó que tras la pandemia no se debe “volver a ser como antes, sino a revalorar de aquello que ya nos dimos cuenta que es importante, la comunicación y tiempo de calidad con familia, seres queridos, con salud”.
Una mirada de esperanza para el mundo pospandemia
Entre tanto, la joven brasileña Jéssica Maia apuntó que la pandemia nos colocó a todos en un mismo mar, pero en diferentes tipos de embarcaciones. Según dijo, el impacto en la vida de los jóvenes es abrumador, pues según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una de cada seis personas de 15 a 24 años ha dejado de trabajar desde el comienzo de la pandemia. Los que no perdieron sus trabajos, según la encuesta, redujeron sus horas de trabajo en un 23%.
Considera que tenemos que adaptarnos a la nueva realidad y descubrir cómo puedo contribuir a hacer que este nuevo momento sea más agradable de vivir, y que los jóvenes deben preguntarse ¿A quién puedo ayudar en este momento? ¿De qué manera puedo contribuir con la construcción de un mundo mejor?
Recordó el llamado que hizo el papa Francisco a los jóvenes, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud de este año 2020, en el que dijo que “Muchos de vuestros coetáneos carecen de oportunidades, sufren violencia, persecución. Que sus heridas se conviertan en las vuestras, y seréis portadores de esperanza para este mundo. Podréis decir al hermano, a la hermana: “Levántate, no estás solo”, y hacer experimentar que Dios Padre nos ama y que Jesús es su mano tendida para levantarnos”.
“Nosotros podemos ser los grandes protagonistas de este tiempo, si sabemos cómo transformar nuestro dolor en amor. Tenemos que aprovechar la gran capacidad que tenemos para ser creativos, audaces. Debemos mirar nuestros dolores y encontrar nuevas formas de vivir y relacionarnos, a partir de nuestras experiencias uniendo fuerzas con otros jóvenes y proponiendo soluciones a los problemas que encontramos”, señaló.
Reconoció que “nuestra fuerza proviene precisamente de la esperanza que tenemos en Jesús, sabemos que no estamos solos y de todo el daño que nos ocurre, Dios sabe cómo obtener un bien infinitamente mayor. Entonces debemos comunicar esta esperanza a todos. Con valentía y confianza, abrace la misión que nos encomienda a diario”.
El reto de los jóvenes en América Latina
Finalmente, el joven ecuatoriano Gabriel Ilvay inició su exposición presentando una panorámica de la realidad de América Latina, que es la región más desigual del mundo, en donde el 10% más rico concentra un 37 % de los ingresos, mientras que el 40% más pobre recibe la menor parte (13%), y que, según datos de la CEPAL, la pobreza en América Latina pasó del 28% en 2014, al 30% en 2019.
Así, destacó que la población que con mayor dureza ha sentido los impactos de la pandemia es la de la clase media y baja.
Para Gabriel, es necesario cuestionar el discurso del capitalismo moderno, por ser un sistema adoctrinador, que propugna el consumo ilimitado de bienes y servicios, sin ver más allá de un sistema económico.
Según dijo, la premisa de que todos somos iguales ante la ley debe cuestionarnos si somos también iguales en recursos, en educación, en salud.
Esta realidad presenta a los jóvenes el desafío de responder responsablemente para cambiar esta situación, teniendo presente que los jóvenes “somos el presente”.
Gabriel propuso la idea de “generación de construcción” y no de reconstrucción, porque no queremos reconstruir el sistema que hemos vivido desde hace 20 años, en que la injusticia, el deterioro ambiental, la corrupción, el desempleo, no queremos repetirlo. No solo que no queremos, sino que no podemos, no debemos, porque si seguimos así no hay planeta que aguante.
Por ello, para ver la esperanza, a través de la crisis, Gabriel considera 4 cambios fundamentales: 1. La carrera de velocidad meritocrática que ha convertido a la educación en una competencia de títulos, debe cambiar; 2. como un deber ético, debe terminar el sueño basado en consumir ilimitadamente; 3. Así también se debe dejar de pensar que nuestro país se considere solo como un país de paso. 4. Debe construirse una conciencia no solo de privilegio sino de identidad nacional y latinoamericana.
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