Brasilia, Brasil.- Este viernes 10 de agosto concluye el 2° Encuentro de comunidades afectadas por la minería, que se lleva a cabo desde el martes 7 de agosto, con la coorganización de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil CNBB, DEJUSOL- CELAM, CIDSE y la red Iglesias y Minería. En el evento se dio lectura a un mensaje remitido por el Secretario del Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, Mons. Bruno-Marie Duffé, quien manifestó que la “misión de la Iglesia es profética, tiene que denunciar las violencias hechas contra los pueblos pobres”.
Para el el representante del Vaticano, la “iglesia tiene que anunciar que otra política es posible, fundada sobre la consideración del tesoro cultural y religioso de las comunidades indígenas. Esta política y esta ley deben garantizar una protección a la tierra y a las comunidades.”
“El texto de la Encíclica “Laudato si”, propone el concepto de “ecología integral” y llama a una “revolución ecológica” (a nivel económico, pero también cultural y espiritual) que da el verdadero significado al “desarrollo humano integral”, agrega Monseñor Duffé.
Explica que “Cuando hablamos de “desarrollo humano integral”, hablamos de todas las dimensiones de la persona. Y sabemos que cuando una dimensión no es respetada, la humanidad entera va a sufrir. Y una revolución se va construyendo… El “desarrollo humano integral” es un programa que supone una conversión ética, económica, política y espiritual, porque este desarrollo es una historia que involucra la vida de todos los humanos y de toda la persona humana. Cada uno/una tiene un “carisma”, una promesa que debe ponerse al servicio de los otros. El cuidado de la tierra es también el cuidado del conjunto del hombre y de toda la creación.”
“Cada miembro de la comunidad -asevera Duffé- tiene un papel y una parte de responsabilidad. Esta responsabilidad es un derecho y un deber. Por eso, esta manera de participar activamente, como ciudadano y como hermano de los otros tiene una condición: poder vivir sobre su tierra. Como dice el Papa Francisco: las tres condiciones primeras de una vida digna siguen siendo: “una tierra, un techo, un trabajo.”
“El problema de las minas y minerías es un problema central en la problemática del desarrollo humano. Razón por la que “la Iglesia tiene que preocuparse de las minas y primordialmente, de la creación (bien común de la humanidad), de la dignidad de los pueblos y del respeto de sus derechos humanos. Las minas, vistas como tesoro de la tierra y de la creación no pueden estar reducidas a ser objetos de comercio. Hay, en la tierra más que un objeto.”
“En este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes, con sus tradiciones culturales. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura.” (L.S. n° 146)
El evento en Brasilia es coordinado por la CNBB, el CELAM, CIDSE y la red latinoamericana Iglesias y Minería y congrega a unas treinta personas, representantes de las comunidades afectadas por la minería de 10 países de América Latina, entre laicos/as, religiosos/as, y el acompañamiento de Mons. Sebastiao Duart, Presidente del Grupo de Trabajo sobre Minería en la CNBB.
Fuente: Red Iglesia y Minerías