Las tres canoas amazónicas del Sínodo
Imágenes de canoas, remos y redes giraron el mundo, en el mes de octubre de 2019. Las piezas fueron protagonistas durante el Sínodo para la Región Panamazónica y las actividades simultáneas de la Carpa “Amazonia Casa Común”. Llegaron a Roma directamente del estado brasileño de Amazonas con los líderes indígenas, los ribereños, los quilombolas, laicos y laicas, sacerdotes y religiosos, los misioneros y misioneros del Equipo Itinerante. Las canoas, utilizadas en los ríos para alcanzar los territorios de la selva amazónica, “navegaron” por las calles de la Ciudad Eterna, invitándolos a “lanzar las redes a aguas más profundas”.
Un año después, en continuación del viaje postsinodal, tiempo de gracia y conversión, para mantener viva la memoria, buscamos noticias sobre el origen de las tres canoas, cómo y quién las hizo y cuál fue el destino de las piezas. Quien nos responde es el Sr. Ney Valente, pedagogo y maestro de Capoeira que estuvo en Roma para el Sínodo, siempre acompañado de su berimbau. En Brasil, Ney está a cargo de un proyecto de capoeira social en el barrio de Compensa, en la periferia de Manaus (AM), amparado por el Equipo Itinerante, que tiene 22 años de misión en la Amazonía.
¿Cómo se le ocurrió la idea de hacer las canoas y llevarlas a Roma para el Sínodo?
Para las comunidades de la Amazonía, la canoa es el mayor símbolo, ya que sirve para lanzar redes en los ríos y recolectar alimentos. También es el principal medio de transporte. Por esta razón pensamos hacer cuatro canoas para llevar a Roma en el Sínodo, pero solo conseguimos transportar tres de ellas, dos de las cuales están enteras y una se puede dividir en tres partes.
¿Y quién construyó las canoas y qué tipo de madera se utilizó?
Fueron varias personas. La primera canoa fue hecha por el ribereño Raimundo Matos dos Santos de la comunidad de Buiuçuzinho en el municipio de Coari, utilizando mututi (madera blanca típica de la región). El modelo de esta canoa se conoce como “alborada”, realizado con varias piezas. Raimundo Matos también hizo los 10 remos que estaban en el Sínodo.
La segunda canoa que es de tronco de árbol de aguacate (también llamada laurel-rose, madera típica de la región) fue realizada por José Cristo, más conocido como Barão do Guaraná de Urupadi, en el municipio de Maués donde vive el Pueblo Indígena Sateré Mawé.
El tercero fue construido por un artesano conocido como Francisco, de la comunidad de Novo Airão, en el Alto Río Negro, Amazonas. Su madera también es de aguacate y el modelo es “alborada”. Para facilitar el transporte, fue cortado en tres piezas por el carpintero naval, Adermison Viana.
Entonces, ¿quién pintó las canoas?
Una de las canoas, y los 10 remos de 1,32 cm cada uno, fueron pintados por Carlos Cezar Rodrigues da Costa. Otro pintor llamado Orimar, natural de Parintins, en el interior del Amazonas, pintó las otras dos canoas.
Cómo lograron despachar las canoas en el avión. ¿Tuviste algún problema?
Así es, una canoa se quedó atrás. En el avión, solo pudimos embarcar tres canoas porque se requería una medida estándar de tres metros lineales y el pago de cien dólares por el transporte de cada una.
Cuando terminó el Sínodo, ¿cuál fue el destino de las tres canoas amazónicas?
Dos de ellas se quedaron en Roma: la primera fue entregada al Museo Misionero de Propaganda Fide, junto con dos remos y una red, a pedido del cardenal Fernando Filoni. Esa fue la canoa que recibió el Papa Francisco en la apertura del Sínodo y que permaneció en la sala sinodal durante todos los trabajos. La segunda, con dos remos y una red, se quedó en la Casa General de los Misioneros de la Consolata. La tercera, que se divide en tres partes, la trajimos de regreso a Brasil, con algunos de los otros símbolos y la colocamos en la oficina del Equipo Itinerante en Manaus.
¿Podría contarnos más sobre la canoa que se encuentra en la Casa General de los Misioneros de la Consolata?
Lo estoy reconociendo por las fotos que me enviaste. Veo la canoa, dos remos y una red. Esta canoa de 2,40 cm de largo y 38 cm de ancho fue realizada con el tronco de aguacatero, por José Cristo, Barón de Guaraná de Urupadi, en el municipio de Maués, a 260 km de Manaus. La región está habitada por los Pueblos Indígenas y Sateré Mawé principales productores de guaraná. Fue pintada por Orimar, pintor de Parintins (AM). Los dos remos también son de aguacatero y fueron hechos por mi tío, el ribereño Raimundo Matos dos Santos de la comunidad Buiuçuzinho en el municipio de Coari, y pintados por Carlos Cezar Rodrigues da Costa.
En su opinión, ¿cuál fue la importancia del Sínodo para la Amazonía?
El “corazonar” entre las dos selvas, (bosque y piedra) ayudó a tomar conciencia de que todo está interconectado y debemos asumir la vida geopolíticamente: (geo) en el cuidado de la Casa Común y (política), en el cuidado de los bienes Casa común. Después de escuchar, con el Papa Francisco, miles de personas que defienden los territorios en los nueve países de la Pan-Amazonia, debemos ser una presencia viva del Dios que escucha el clamor de la gente que grita y gime al ver a su Madre Tierra y a sus hijos ser asesinados, torturados, violados, amenazados, esclavizados por el modelo depredador del planeta. Frente a esta realidad, con el Sínodo, la Iglesia reafirma su compromiso de caminar con los pueblos indígenas y con todos aquellos que, según el designio de Dios, defienden una vida amenazada y frágil. Juntos llegaremos más lejos, siempre tejiendo los caminos del buen vivir y el buen convivir.Con esperanza, debemos ‘cantar y cantar y cantar, la belleza de ser eternos aprendices’, ya que la Amazonía es fuente de vida en el corazón de la Iglesia, como nos recuerda la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).
* Antonella Rita Roscilli es periodista y brasileña. P. Jaime C. Patias, IMC, Consejero General para América.
