Luis García Orso, S.J.*.- Los comunicadores católicos habremos de meditar estos meses el profundo y propositivo mensaje que el Papa Francisco nos has ofrecido el pasado 24 de enero para preparar la Jornada de las Comunicaciones Sociales de este año 2019.
Desde las imágenes de la red y del cuerpo, el Papa nos invita a estar presentes en las redes sociales desde lo que somos como personas, miembros unos de otros y comunidad. Veamos ahora sólo algunos aspectos de la identidad del ser humano en que se fundamenta Francisco.
“Soy verdaderamente humano, verdaderamente persona –enuncia el Papa-, solamente si me relaciono con los demás. El término persona, de hecho, denota al ser humano como ‘rostro’ dirigido hacia el otro, que interactúa con los demás. Nuestra vida crece en humanidad al pasar del carácter individual al personal”.
En el camino de la existencia, el ser humano va siendo consciente que es en los otros como él puede encontrarse a sí mismo y reconocerse como una persona viva; que sin los otros él no existe, no es para alguien. Robinson Crusoe ha necesitado de Viernes para encontrarse; Adán necesita a Eva para no estar solo. Yo soy alguien desde unos padres, una familia, una comunidad, una ciudad, una lengua, una cultura, unos orígenes.
El otro es justamente aquel que por su misma alteridad me encuentra, me llama, me descubre aspectos diferentes de la realidad, me hace salir del encerramiento en mí mismo, me ayuda a entrar en relación y en comunicación con los demás, me ayuda a vivir lo que soy como ‘ser de relaciones’. Esto no lo podemos lograr en el aislamiento, en el encerramiento, al prescindir de los demás, al ver a los otros como rivales o enemigos. Necesitamos del encuentro, de la relación y de la comunicación, de persona a persona.
Más aún, la teología cristiana ve al hombre como ‘imagen’ de Dios, reflejo de su Creador, participación en la vida humana de aquello que es Dios Trinidad: relación y comunión de personas, comunicación de amor y desde el amor, búsqueda del bien de la humanidad. Éste es, en el fondo, el anhelo de todo ser humano en su existencia: vivir la relación verdadera con los demás, la comunión, la comunicación, el hacer una comunidad de vida auténtica.
Por eso, afirma Francisco, “el uso de las redes sociales es complementario al encuentro en carne y hueso, que se da a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada, la respiración del otro. Si se usa la red como prolongación o como espera de ese encuentro, entonces no se traiciona a sí misma y sigue siendo un recurso para la comunión”. Sin embargo, “la identidad en las redes sociales se basa demasiadas veces en la contraposición frente al otro, frente al que no pertenece al grupo, y éste se define a partir de lo que divide en lugar de lo que une, dejando espacio a la sospecha y a la explosión de todo tipo de prejuicios (étnicos, sexuales, religiosos y otros). Esta tendencia alimenta grupos que excluyen la heterogeneidad, que favorecen, también en el ambiente digital, un individualismo desenfrenado, que termina a veces por fomentar espirales de odio”.
Si las redes sociales nos encierran en nuestras propias ideas, prejuicios, amigos; si nos separan de los demás, y nos llevan a verlos como rivales o contrarios; si nos separan de encontrarnos en vivo con otros y de comunicarnos de verdad, entonces las redes sociales no nos están ayudando a ser auténticamente seres humanos y personas llamadas a construir comunidad.
* Sacerdote mexicano, asesor espiritual de SIGNIS