“Dar la vida por la defensa de los ríos, es dar la vida por la defensa de la humanidad y del planeta”. Berta Cáceres
Desde el lema del Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2017, “La no violencia como un estilo de política para la paz”, traemos hoy a estas páginas el recuerdo y el homenaje a la figura de Berta Cáceres. Ella es un nuevo ejemplo de los que se citan en el Mensaje cuando se explicita que “en especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia” y que “una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero” [1].
Berta era una líder indígena hondureña, luchadora ambientalista que dedicó su vida a la defensa de los derechos de la comunidad indígena lenca, los movimientos campesinos y el medio ambiente. “Es fácil que a uno lo maten en la lucha por el medio ambiente” [2], decía en una entrevista, poco después de recibir el prestigioso galardón medioambiental Goldman en 2015.
Las amenazas y la persecución fueron consecuencia de su campaña contra la presa hidroeléctrica Agua Zarca (que recibe financiación internacional) en el río Gualcarque, un lugar sagrado para el pueblo lenca. Los controles medioambientales se han diluido o han sido directamente ignorados y se han otorgado cientos de concesiones. A pesar de esto, muchos proyectos están siendo respaldados por importantes empresas financieras internacionales e instituciones como The International Finance Corporation y el InterAmerican Development Bank.
El asesinato de Berta Cáceres fue un acto cobarde de las empresas transnacionales, a las que ella denunciaba y contra las que mantenía su lucha a pesar de las amenazas, con el que creían acabar no solo con la lideresa reconocida en todo el continente latinoamericano y el mundo, sino acabar con una idea, con una lucha, con un proyecto político. Acabar con una organización de la que fue fundadora, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). “Vos tenés la bala, yo la palabra. La bala muere al detonarse… la palabra vive al replicarse”, solía decir Berta, dejando emerger su opción por la no violencia pero desde la fuerza y seguridad de una causa y una defensa de derechos, el cuidado, el respeto y el acceso al agua, mientras que las élites del país están utilizando métodos criminales para aterrorizar a las comunidades con total impunidad.
“Al cumplir un año de su siembra …” [3], del crimen que quiso arrebatarnos su claridad y su liderazgo, “…Berta vive” en los pueblos y en sus defensoras y líderes que siguen luchando por sus derechos, a la par que las grandes transnacionales y multinacionales, empresas extractivistas e hidroeléctricas, siguen queriendo imponer sus temibles intereses, justamente allá donde están las poblaciones que más cuidan las riquezas naturales, que viven en armonía con ellas, y allá donde se localizan las más importantes riquezas ambientales que posibilitan el equilibrio de nuestra casa común. Prueba de esa represión por causa de los planes de estas empresas explotadoras son los 123 activistas que han sido asesinados solo en Honduras desde el año 2009, entre ellos, otros dos compañeros de Berta, miembros como ella de la COPINH. Según un informe de Global Witness, más de dos personas son asesinadas por semana en el mundo por el simple hecho de defender sus tierras, ríos o bosques de la explotación. En enero de 2017, sin ir más lejos, señalamos el asesinato de tres activistas latinoamericanos los pasados 15, 16, y 17 de enero. En concreto, las víctimas fueron el líder indígena Isidro Baldenegro (México), galardonado también con el premio medioambiental Goldman, la ecologista Laura Vásquez (Guatemala) y la activista Emilsen Manyoma (Colombia). Así, en esta loca carrera por la explotación irracional de los recursos naturales, cientos de ecologistas son asesinados cada año y “en la mayoría de los casos”, los responsables quedan impunes. El foco de esta feroz represión se centra sobre todo en Latinoamérica, ya que “el 66% de los asesinatos” registrados en 2015 tuvieron lugar en los países de este entorno [4].
Billy Kyte, jefe de campañas de Global Witness, afirmó que sus “investigaciones demuestran que las élites políticas y empresariales hondureñas están usando medios corruptos y delictivos para sacar provecho de la riqueza natural del país y están consiguiendo el apopo de las fuerzas estatales para asesinar y aterrorizar a las comunidades que se atreven a interponerse en su camino”. Y señala que los activistas han sido asesinados por “protestar contra el expolio o la destrucción de su tierra, sus bosques o sus ríos”. “Los conflictos por la minería, las presas hidroeléctricas y la agroindustria son las principales causas de estas muertes y la mayoría de las vícitmas pertenece a grupos indígenas y comunidades rurales”. Y agrega que “Global Witness ha descubierto nuevas evidencias de los acuerdos de la puerta trasera, sobornos y violaciones de la ley que se utilizan para imponer estos proyectos y silenciar cualquier oposición” [5].
Al rememorar un año después el asesinato de Berta Cáceres, me pongo a pensar qué decir de ella y su compromiso, y cómo recoger y renovar el testimonio de su causa que, como no podía ser de otra manera, está entramado con la defensa del medio ambiente, de la creación, del agua, de los recursos naturales al servicio de las personas, y no para la explotación de los mismos por una minoría, y no puedo dejar de sentir que al asesinar a una defensora de la naturaleza se golpea la armonía de la creación y que en ella, en Berta, podemos visualizar la aportación de la mujer en la defensa de los derechos de los pueblos, del respeto a la creación, del acceso colectivo a los recursos naturales por todas las personas.
Y en ese recuerdo podemos rescatar esas palabras del papa Francisco, del pasado 9 de febrero, al comentar las lecturas de la misa del día, cuando hizo hincapié en la importancia de la mujer, como fuente de armonía. “Tantas veces, oímos: ‘No, es necesario que en esta sociedad, en esta institución, que aquí haya una mujer para que haga esto, haga estas cosas…’ No, no, no, no: la funcionalidad no es el objetivo de la mujer. Es verdad que la mujer tiene que hacer cosas, y hace – como todos hacemos – cosas”, y continua afirmando lo que la mujer aporta a la Creación: «Cuando falta la mujer, falta la armonía. Solemos decir, hablando, ‘ésta es una sociedad con una marcada actitud masculina ¿no? Falta la mujer. ‘Sí, sí: la mujer está para lavar los platos, para hacer…’ No, no, no: la mujer está para traer armonía. Sin la mujer no hay armonía. No son iguales, no son uno superior al otro: no. Sólo que el hombre no trae armonía: es ella. Es ella la que trae esa armonía que nos enseña a acariciar, a amar con ternura y que hace del mundo una cosa bella». (…) Explotar a las personas es un crimen de lesa humanidad, es verdad. Pero explotar a una mujer es más: es destruir la armonía que Dios ha querido dar al mundo. Es destruir». (…) «Éste es el gran don de Dios: nos ha dado a la mujer. Y, en el Evangelio, escuchamos de qué es capaz una mujer ¿eh?: es valiente, esa ¿eh? Ha ido adelante con valentía. Pero es más, es más: la mujer es la armonía, es la poesía, es la belleza. Sin ella el mundo no sería tan bello, no sería armonioso. Y me gusta pensar – pero es algo personal – que Dios ha creado a la mujer para que todos nosotros tuviéramos una madre».
Existencia de la armonía, “armonía que nos enseña a acariciar, a amar con ternura y que hace del mundo una cosa bella”, … poesía, belleza, defensa del equilibrio en la creación con el cuidado desde las entrañas de madre, arriesgando, yendo adelante con valentía. Al cumplir un año de su siembra, los pueblos del mundo que reconocemos su legado estamos presentes, caminando tras sus huellas. Y desde ese testimonio, los movimientos populares, entidades de derechos humanos, ONG ambientalistas, entidades comprometidas con la justicia y la paz, seguiremos enfrentándonos a los proyectos de muerte de las transnacionales y del imperialismo en cada rincón del planeta.
Me lo dijo el río… La hija de Berta, Olivia Zuñiga Cáceres, ha tomado el testigo y cree en las palabras de su madre, recogidas en una entrevista a la BBC, y que sirven también de conclusión para esta reflexión: “Cuando iniciamos la lucha contra Agua Zarca yo sabía lo duro que iba a ser pero sabía que íbamos a triunfar, me lo dijo el río”. “Seguiremos ya no sólo como pueblo lenca sino con otras organizaciones con la esperanza de cambiar la situación en nuestro país. No nos queda otro camino más que luchar”.
Fidel Garcia y Gonzalo Vitón en colaboración
[1] Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2017, nº 5.
[2] Entrevista en eldiario.es, publicada el 4/06/2015.
[3] Lema para la campaña de denuncia del 2 de marzo de 2017.
[4] Según Informe de “Ecologistas en Acción”, del 23 de enero de 2017.
[5] Informe Global Witness: https://www.globalwitness.org/en/campaigns/environmentalactivists/cuantos-mas/