El Papa Francisco resaltó la importancia de sentirse cuidados y acompañados y agradeció a todos los que se encargan de esta tarea. Al visitar el Hospital de Niños Federico Gómez de la Ciudad de México, la tarde de este domingo 14 de febrero, el Pontífice expresó un emotivo saludo a los niños, familiares y personal médico del hospitala y agradeció “A todas las personas que no sólo con medicamentos sino que con “la cariñoterapia” ayudan a que este tiempo sea vivido con mayor alegría”.
En el hospital fue recibido por la esposa del presidente de México, Angélica Rivera, quien dijo que el Papa Francisco “es grande por lo que dice, pero es mucho más grande por lo que hace”.
Al ingresar estuvo sonriente, se sacó fotos con ellos, les dejó autógrafos, rosarios y palabras que guardarán en el corazón. “¿Estás mejor?, le preguntó a uno de ellos con un gesto de ternura.
Otro le dijo: ¡Francisco, te amo!, y el Papa mirándolo fijo y alegré le contestó: “Rezá por mí”.
Al momento de hacer uso de la palabra, Francisco resaltó la importancia de sentirse cuidados y acompañados. En ese sentido, agradeció a todos los que se encargan de esta tarea.
“Quiero pedirle a Dios que los bendiga, los acompañe a ustedes y a sus familias, a todas las personas que trabajan en esta casa y buscan que esas sonrisas sigan creciendo cada día. A todas las personas que no sólo con medicamentos sino que con “la cariñoterapia” ayudan a que este tiempo sea vivido con mayor alegría”, agregó.
Finalmente, Francisco hizo alusión al indio Juan Diego y su preocupación y angustia cuando su tío estaba enfermo. Entonces, el papa recordó ese momento en el que la Virgen de Guadalupe le dice a Juan Digo: “No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”.
Francisco culminó con un momento de oración junto a los presentes y rezando el Ave María.
Luego, hubo tiempo para más encuentros personales e intercambios con los niños. Uno de los momentos más destacables fue lo que hizo una joven enferma, que le cantó el Ave María en latín al Papa, quien quedó gratamente sorprendido y emocionado.
Posteriormente el Santo Padre visitó las instalaciones del hospital y se dirigió al área de oncología y quimioterapia ambulatoria. Donde dos niños festejarán la finalización de su tratamiento, siguiendo el ritual que se sigue en el hospital que tocando la campana del área de juegos del recinto.
El hospital infantil “Federico Gómez” atiende diariamente a unos 800 niños de escasos recursos o que no tienen acceso a seguridad social. “Creo que esa es la razón por la que Su Santidad escogió venir a visitarnos”, admitió Jaime Nieto Zermeño, doctor y director médico del hospital, quien recordó que esta es la segunda visita de un papa al hospital, pues Juan Pablo II también estuvo allí en 1979.
Palabras del Papa a los niños del Hospital
Queridos niños Buenas tardes a todos.
Agradezco a Dios la oportunidad que me regala de poder venir a visitarlos, de reunirme con ustedes y sus familias en este hospital. Poder compartir un ratito de sus vidas, la de todas las personas que trabajan como médicos, enfermeras, miembros del personal y voluntarios que los atienden. Tanta gente que está trabajando para ustedes.
Hay un pedacito en el Evangelio que nos cuenta la vida de Jesús cuando era niño. Era bien chiquito, como algunos de ustedes. Un día los papás, José y María, lo llevaron al Templo para presentárselo a Dios. Y ahí se encuentran con un anciano que se llamaba Simeón, el cual cuando lo ve, muy decidido el viejito y con mucha alegría y gratitud, lo toma en brazos y comienza a bendecir a Dios.
Ver al niño Jesús provocó en él dos cosas: un sentimiento de agradecimiento y las ganas de bendecir. Da gracias a Dios y le vinieron ganas de bendecir al viejo. Simeón es el «abuelo» que nos enseña esas dos actitudes fundamentales de la vida: agradecer y a su vez bendecir.
Acá yo los bendigo a ustedes, los médicos los bendicen a ustedes cada vez que los curan, las enfermeras, todo, todo el personal que trabaja los bendicen a ustedes los chicos pero ustedes también tienen que aprender a bendecirlos a ellos y a pedirle a Jesús que los cuide porque ellos los cuidan a ustedes.
Yo aquí (y no sólo por la edad) me siento muy cercano a estas dos enseñanzas de Simeón. Por un lado, al cruzar esa puerta y ver sus ojos, sus sonrisas, algunos guiños, sus rostros me generó ganas de dar gracias.
Gracias por el cariño que tienen en recibirme; gracias por ver el cariño con que se los cuida aquí y con el cariño con el que se los acompaña. Gracias por el esfuerzo de tantos que están haciendo lo mejor para que puedan recuperarse rápido.
Es tan importante sentirse cuidados y acompañados, sentirse queridos y saber que están buscando la mejor manera de cuidarnos, por todas esas personas digo: «¡Gracias, gracias!».
Y, a su vez, quiero bendecirlos. Quiero pedirle a Dios que los bendiga, los acompañe a ustedes y a sus familias, a todas las personas que trabajan en esta casa y buscan que esas sonrisas sigan creciendo cada día. A todas las personas que no sólo con medicamentos sino con «la cariñoterapia» ayudan a que este tiempo sea vivido con mayor alegría.
Tan importante la cariñoterapia, tan importante. A veces una caricia ayuda tanto a recuperarse. ¿Conocen al indio Juan Diego ustedes? A ver, levante la mano quién lo conoce. Todos. Cuando el tío de Juanito estaba enfermo, él estaba muy preocupado y angustiado. En ese momento, se aparece la Virgencita de Guadalupe y le dice: «No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?».
Tenemos a nuestra Madre, pidámosle para que ella nos regale a su Hijo Jesús. Y ahora a los chicos les voy a pedir una cosa: Cerremos los ojos, cerremos los ojos y pidamos lo que nuestro corazón hoy quiera, un ratito de silencio con los ojos cerrados y adentro pidiendo lo que queremos.
Y ahora juntos digamos a nuestra Madre: Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres…
Que el Señor y la Virgen de Guadalupe los acompañe siempre. Muchas gracias. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. No se olviden. Que Dios los bendiga.”
Fuente: AICA
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